Intervención de Mons. Nicolas DJOMO LOLA, Obispo de Tshumbe (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA
DEL CONGO)
S. E. R. Mons. Nicolas DJOMO LOLA, Obispo de Tshumbe, Presidente de la Conferencia
Episcopal (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
Haciendo un repaso de las consecuencias
de las guerras y de las violencias sufridas en la República Democrática de Congo,
estamos obligados a condenar las mentiras y los subterfugios utilizados por los depredadores
y los artífices de estas guerras y violencias. El tribalismo evocado incesantemente
para justificar estas guerras en la República Democrática del Congo no es otra cosa
que una pantalla. La diversidad étnica es utilizada como pretexto para saquear los
recursos naturales. Deploramos que la Comunidad Internacional no haga lo suficiente
para poner fin a estas guerras y a estas violencias y que no se interese suficientemente
por encontrar las verdaderas causas: el saqueo de los recursos naturales. Ésta se
limita solamente a ocuparse de las consecuencias de las guerras en vez de afrontar
las causas de manera determinante y convincente. Del mismo modo deploramos que los
sufrimientos y las vidas humanas truncadas por las guerras en la República Democrática
del Congo no hayan suscitado la misma indignación y la misma condena que provocan
cuando esto sucede en otros contextos. ¿Cómo explicar de otra forma el resurgimiento
y la virulencia de las violencias que continúan siendo condenadas de palabra pero
sin la toma de iniciativas eficaces para poner fin de una vez por todas a sus causas?
¿No compartimos todos la misma humanidad? En un mundo donde se hace cada vez más
evidente que formamos parte de una aldea global, serían necesarias acciones concertadas
y globales para poner fin a las violencias perpetradas contra África a través del
saqueo de sus recursos, para permitir finalmente a este Continente, en los comienzos
del tercer milenio, vivir también el en paz y desarrollando la solidaridad con los
demás. A tal efecto, sugerimos que este Sínodo exhorte, antes que nada, a todos
los cristianos, en el nombre de nuestra fe en Jesucristo que con su sacrificio supremo
sobre la Cruz nos dio la verdadera medida de la dignidad de cada persona humana, y
también a todos los hombres y las mujeres de buena voluntad, en nombre de nuestra
humanidad común, a condenar y a denunciar públicamente a los artífices de las guerras
y de las violencias en África. Si no seremos cómplices del mal hecho a nuestro hermano.