Intervención de Mons. Maurice PIAT, Obispo de Port-Louis (ISLA MAURICIO)
S. E. R. Mons. Maurice PIAT, C.S.Sp., Obispo de Port-Louis (ISLA MAURICIO)
Para
que la Iglesia-Familia de Dios esté al servicio de la reconciliación, la justicia
y la paz, y esparcir así la sal del Evangelio en las sociedades africanas, debe apoyarse
en la familia, su célula básica. De ahí la urgencia que subraya el Instrumentum laboris,
n. 20, de ser creativos para responder a las necesidades espirituales y morales de
las familias.
Querría atraer vuestra atención aquí sobre una de las necesidades,
la de los padres. Desarmados ante la violencia que se abate sobre sus familias, o
perturbados por la modernidad que trastorna las correas tradicionales de transmisión
de valores, necesitan ser respaldados.
Cuando la guerra desgarra sus familias,
los padres pueden preguntarse si su vida tiene todavía un sentido, y qué valores podrían
aún transmitir a sus hijos. Necesitan una palabra que, denunciando las causas profundas
de la violencia, les permita luchar contra el fatalismo y les muestre el sentido que
puede dar a la vida luchar para que haya más justicia. Aunque ellos no lleguen nunca
al final de esa lucha, por lo menos pueden transmitir a sus hijos el gusto de luchar
y de sufrir por la justicia.
Los padres víctimas de la violencia necesitan
ser acompañados en el camino de la curación, que pasa inevitablemente por la puerta
estrecha de la no violencia, lo único que puede volver a dar el gusto de vivir, y
hacerles capaces de transmitir a sus hijos une razón para vivir.
Para otros
padres la indiferencia o la agresividad de sus hijos, atrapados en el torbellino de
una sociedad de consumo y de comunicación en todos los frentes, es una fuente de sufrimiento
profundo. Los mecanismos de la transmisión tradicional de la fe y los valores parecen
haber dejado de funcionar. Buscan lugares en los que hablar y necesitan ser respaldados.
Cuando
mediante las «Comunidades eclesiales vivas», se responde al deseo de los padres de
volver a recuperar el gusto de comunicar, se les pone en contacto con la Palabra de
Dios, descubren, a partir de sus pruebas, una cercanía inesperada con los sufrimientos
de Cristo que les anima y vuelve a dar sentido a sus vidas. Acompañar a las familias
en el camino pascual hoy parece algo esencial para que la Iglesia, Familia de Dios,
esparza la sal del Evangelio en tierra africana.