Intervención de Mons. George NKUO, Obispo de Kumbo (CAMERÚN)
S. E. R. Mons. George NKUO, Obispo de Kumbo (CAMERÚN)
Además de la
avidez, la corrupción y la falta de confianza en nuestros líderes políticos, uno de
los grandes obstáculos para la justicia, la paz y la reconciliación en África es la
pobreza. En África hay pobreza y, en muchas partes del continente africano, hay hambre.
En África hay gente codiciosa incluyendo nuestros líderes que no se preocupan por
sus hermanos y hermanas.
Pobreza significa que las necesidades básicas de alimento,
agua y vivienda no pueden ser satisfechas. Pobreza significa que la seguridad en la
comunidad no es posible. Pobreza significa que no hay medios para curar a nuestras
familias. Pobreza significa que nuestros niños no tendrán un futuro con esperanzas
de formar una familia y tener los medios para sustentarla. Pobreza significa que la
tristeza y miedo han reemplazado a la alegría y la serenidad. Esto es la pobreza de
muchos lugares de África. La pobreza es la principal causa del hambre.
Hay
pobreza en África pero África posee casi todo para ser el continente más rico de la
tierra. África es prácticamente el continente más rico del mundo en recursos naturales.
Los agricultores son pobres en África porque la productividad de sus tierras y su
trabajo permanecen muy bajas. En el pasado, este tipo de pobreza rural era antaño
común también en Europa y en América del Norte. Parece que esta pobreza deba ser superada
con medios que no hemos conocido antes. Es verdad que no hay soluciones ya dadas para
resolver una pobreza tan extendida pero por alguna parte debemos comenzar.
En
Europa y en América la eventual salida de estas condiciones de pobreza rural se dio
cuando fueron aplicados a la agricultura los nuevos descubrimientos científicos. El
acceso a la nueva tecnología para los agricultores permitió a Europa y América, a
principios y mediados del siglo veinte, poner fin a la extendida pobreza rural.
Actualmente
nos encontramos frente a la cuestión de la introducción de cultivos genéticamente
modificados en África. La pregunta que se plantea es: ¿Estas nuevas tecnologías son
en sí mismas nocivas o pueden dar un aporte positivo a la vida de las personas en
los países pobres de África? ¿La ingeniería genética es intrínsecamente inmoral o
es sólo una tecnología más, aplicable a la agricultura? ¿Es la biotecnología un imperio
del mal como algunos quieren hacernos creer?
Por otra parte, esta nueva ciencia
dice que no solamente la calidad de la vida de los más pobres mejorará sobremanera,
sino que, además, ellos mismos darán inicio al proceso de desarrollo económico. Es
ésta una tecnología que ofrece a los agricultores más pobres una de las llaves principales
para salir de la pobreza.
Pero como esta tecnología es aún relativamente nueva
y requiere de estudio a largo plazo del impacto sobre la salud humana y el ambiente,
nosotros en Camerún sugerimos que África no tenga prisa en abrazarlas ciegamente.
Esta tecnología debería ser observada con gran cuidado, incluso si promete la salvación
económica para África.