Intervención de Mons. Buti Joseph TLHAGALE, Arzobispo de Johannesburg (SUDÁFRICA)
S. E. R. Mons. Buti Joseph TLHAGALE, O.M.I., Arzobispo de Johannesburg, Presidente
de la Conferencia Episcopal (SUDÁFRICA)
En el Instrumentum Laboris, el tema
de la inculturación apenas se toca. Y sin embargo, Ecclesia in Africa afirma categóricamente
que la inculturación es la condición sine qua non para la obra de evangelización.
Sin la inculturación no hay una genuina evangelización ni una genuina reconciliación.
Después de todo “el Evangelio está radicado en el terreno humano de la cultura” (Instrumentum
Laboris 73). Los valores morales arraigados en las distintas culturas africanas,
junto a los valores del Evangelio, hoy se ven amenazados por la nueva ética global
que de forma agresiva trata de persuadir a los gobiernos y comunidades africanas para
que acepten las nuevas interpretaciones de los conceptos de familia, de matrimonio
y de sexualidad humana (como se ha señalado en la presentación del Cardenal Turkson).
Las culturas de África están bajo el fuerte influjo del liberalismo, de la secularidad
y de las personas pertenecientes a grupos de presión ante las Naciones Unidas. África
enfrenta una segunda oleada de colonización que es al mismo tiempo sutil y despiadada. El
reto más complejo al que se enfrenta actualmente la Iglesia en África no es la falta
de análisis, la falta de comprensión de los problemas y de la relación entre ellos.
El reto es la falta de voluntad colectiva (política) para aplicar las resoluciones
tomadas; para encontrar soluciones viables ante los desafíos que enfrentan a las sociedades,
o para responder a losincómodos retos de los líderes. Debemos hacernos una pregunta
urgente: ¿A quién le rinden cuentas nuestras asociaciones regionales y continentales?
¿Cuáles son los objetivos de estas asociaciones además de expresar la compasión, la
solidariedad y la colegialidad? Sus miembros prestan formalmente un servicio a las
conferencias regionales y continentales. Pero no se pagan las cuotas. ¿Cómo podemos
entonces aplicar las resoluciones cuando nosotros mismos saboteamos a nuestras propias
organizaciones, frustramos al personal y desmoralizamos a los miembros directivos,
en vez de orientarlos y ayudarlos y de establecer y revisar colegialmente nuestros
objetivos? Si las resoluciones del Sínodo se van a aplicar, nuestras conferencias
nacionales, regionales y continentales deberán asumirse la responsabilidad. En
segundo lugar, nuestra jerarquía parece trabajar sola en estos temas que afectan a
todo el continente. Los laicos, en virtud de su bautismo, tienen un papel significativo
que desempeñar. A ellos les corresponde dar testimonio en la plaza pública, en sus
familias y en el puesto de trabajo. Pero su voz cristiana, ante los numerosos retos
de África, es débil, apagada o sencillamente muda. La jerarquía no tiene aliados creíbles
en el trabajo por la transformación de África. Los laicos católicos necesitan tener
voz para poder pronunciarse y ser apreciados por su fe católica. La jerarquía no puede
hacerlo todo sola.