Intervención de Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)
S. E. R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)
Durante
la santa misa de la solemne inauguración de esta Asamblea Especial del Sínodo de los
Obispos para África, el Santo Padre Benedicto XVI llamó la atención sobre el “profundo
sentido de Dios” que poseen los pueblos africanos, y ha declarado que África representa
un inmenso “pulmón” espiritual para la humanidad”. Esto está en sintonía con la enseñanza
del Siervo de Dios, el Papa Juan Pablo II, en la Ecclesia in África (cfr nºs 7,57
y 67). Este terreno espiritual se ha mostrado fértil al mensaje del Evangelio.
Pero lo mismo ha sucedido con el Islam. Por tanto, nuestro continente se ha convertido
en la patria de ambas religiones monoteístas, un hecho que hemos de reconocer y con
el que hemos de convivir en el futuro. “Ecclesia in Africa” ha realizado un llamamiento
al diálogo sistemático con el Islam. A pesar de las numerosas dificultades en diversos
lugares, el camino del diálogo se ha demostrado el mejor camino. Hemos aprendido algunas
lecciones en los últimos quince años. Hemos hecho progresos en nuestra recurso al
sentimiento general, compartido por musulmanes y católicos en África, de pertenecer
a las mismas familias, comunidades y naciones. Hemos aprendido a unir nuestros esfuerzos
para afrontar los desafíos comunes, basándonos en los valores morales y espirituales
que compartimos, y que descubrimos, a veces con grata sorpresa, cada vez que abrimos
recíprocamente nuestros corazones y nuestras mentes. Mi llamamiento y firme propuesta
es que este Sínodo desafíe a toda la Iglesia africana a acercarse a toda la comunidad
islámica de África, desde las bases locales hasta el nivel continental. Pero esto
no sucederá por casualidad. Se ha de programar, y en este sentido se han de construir
unas estructuras adecuadas, como los Concilios interreligiosos. La buena noticia es
que ya se está haciendo mucho en esta dirección, pero hay que apoyarlo y extenderlo.
No podemos combatir la batalla por la reconciliación, la justicia y la paz en África
nosotros solos, como Iglesia católica. Debemos unirnos con otras fuerzas espirituales
de nuestro continente, para liberar a nuestro pueblo de los vínculos que nos hemos
autoimpuesto, para gloria de Dios, omnipotente y misericordioso Padre de todos.