2009-10-08 19:45:13

Intervención de Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)


S. E. R. Mons. John Olorunfemi ONAIYEKAN, Arzobispo de Abuja (NIGERIA)

Durante la santa misa de la solemne inauguración de esta Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para África, el Santo Padre Benedicto XVI llamó la atención sobre el “profundo sentido de Dios” que poseen los pueblos africanos, y ha declarado que África representa un inmenso “pulmón” espiritual para la humanidad”. Esto está en sintonía con la enseñanza del Siervo de Dios, el Papa Juan Pablo II, en la Ecclesia in África (cfr nºs 7,57 y 67).
Este terreno espiritual se ha mostrado fértil al mensaje del Evangelio. Pero lo mismo ha sucedido con el Islam. Por tanto, nuestro continente se ha convertido en la patria de ambas religiones monoteístas, un hecho que hemos de reconocer y con el que hemos de convivir en el futuro.
“Ecclesia in Africa” ha realizado un llamamiento al diálogo sistemático con el Islam. A pesar de las numerosas dificultades en diversos lugares, el camino del diálogo se ha demostrado el mejor camino. Hemos aprendido algunas lecciones en los últimos quince años. Hemos hecho progresos en nuestra recurso al sentimiento general, compartido por musulmanes y católicos en África, de pertenecer a las mismas familias, comunidades y naciones. Hemos aprendido a unir nuestros esfuerzos para afrontar los desafíos comunes, basándonos en los valores morales y espirituales que compartimos, y que descubrimos, a veces con grata sorpresa, cada vez que abrimos recíprocamente nuestros corazones y nuestras mentes.
Mi llamamiento y firme propuesta es que este Sínodo desafíe a toda la Iglesia africana a acercarse a toda la comunidad islámica de África, desde las bases locales hasta el nivel continental.
Pero esto no sucederá por casualidad. Se ha de programar, y en este sentido se han de construir unas estructuras adecuadas, como los Concilios interreligiosos. La buena noticia es que ya se está haciendo mucho en esta dirección, pero hay que apoyarlo y extenderlo. No podemos combatir la batalla por la reconciliación, la justicia y la paz en África nosotros solos, como Iglesia católica. Debemos unirnos con otras fuerzas espirituales de nuestro continente, para liberar a nuestro pueblo de los vínculos que nos hemos autoimpuesto, para gloria de Dios, omnipotente y misericordioso Padre de todos.







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