2009-10-07 15:56:40

Intervención de Mons. Michael Dixon BHASERA, Obispo de Masvingo (ZIMBABUE)


S. E. R. Mons. Michael Dixon BHASERA, Obispo de Masvingo (ZIMBABUE)



Nuestros fieles cristianos están unidos por una reconocible cultura común, expresada en una plétora de variaciones. Esta herencia cultural que nos da nuestra identidad, está en peligro de extinción a causa de los hechos históricos, los procesos naturales y los proyectos humanos. La Iglesia-Familia de Dios en África nunca podrá ser auténtica si su base cultural, que es tan rica y puede ser usada para resolver tantos problemas, resulta erosionada.

Los desafíos que debemos afrontar están determinados tanto por el proceso de globalización como por los factores locales. Se trata de un conjunto de problemas complejos creados por el hombre, como la corrupción, la codicia, la opresión y el totalitarismo. Esperamos que este Sínodo se ocupe adecuadamente de estos temas.

Nuestra fuerza surge de nuestra relación con Cristo. Alimentamos esta relación mediante los Sacramentos, especialmente el Sacramento de la Eucaristía, con el cual somos modelados en la Familia de Dios, y todos debemos ser agentes de reconciliación, salvación, justicia y paz.

La idea de las relaciones le gusta a África porque nace del corazón de sus culturas. A través de nuestra participación en los Sacramentos, estamos unidos por una sola sangre, la sangre de Cristo. El vínculo sacramental puede ser más fuerte que el biológico, que une a las familias. Ello pone de relieve los valores de la familia africana, como la solidaridad, el compartir, el respeto, la hospitalidad, el estar juntos y la reconciliación mediante la justicia reparadora.

La Iglesia-Familia se convierte en un signo visible y un instrumento de justicia, de paz y de reconciliación si si se entiende y se vive de manera correcta. Después de esta turbación, la reconciliación genuina se expresa mediante la restitución y la reparación.

Algunas de nuestras gentes recurren a las sectas o a la brujería ante las dificultades. Además, es doloroso cuando los católicos se vuelven contra sus hermanos católicos a causa de conflictos políticos, sociales, económicos y regionales. El problema es el escaso conocimiento del significado de la Iglesia como Familia (de Dios). Esta catequesis debería comenzar en la familia para luego continuar en nuestras instituciones de enseñanza, sanitarias, de desarrollo social y de formación.

Cuando la fe alcanza la comprensión de “quiénes somos”, entonces podrán empezar a dirigirse hacia un diálogo ecuménico y fomentar la reconciliación, la justicia y la paz.








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