Intervención de Mons. Michael Dixon BHASERA, Obispo de Masvingo (ZIMBABUE)
S. E. R. Mons. Michael Dixon BHASERA, Obispo de Masvingo (ZIMBABUE)
Nuestros
fieles cristianos están unidos por una reconocible cultura común, expresada en una
plétora de variaciones. Esta herencia cultural que nos da nuestra identidad, está
en peligro de extinción a causa de los hechos históricos, los procesos naturales y
los proyectos humanos. La Iglesia-Familia de Dios en África nunca podrá ser auténtica
si su base cultural, que es tan rica y puede ser usada para resolver tantos problemas,
resulta erosionada.
Los desafíos que debemos afrontar están determinados tanto
por el proceso de globalización como por los factores locales. Se trata de un conjunto
de problemas complejos creados por el hombre, como la corrupción, la codicia, la opresión
y el totalitarismo. Esperamos que este Sínodo se ocupe adecuadamente de estos temas.
Nuestra
fuerza surge de nuestra relación con Cristo. Alimentamos esta relación mediante los
Sacramentos, especialmente el Sacramento de la Eucaristía, con el cual somos modelados
en la Familia de Dios, y todos debemos ser agentes de reconciliación, salvación, justicia
y paz.
La idea de las relaciones le gusta a África porque nace del corazón
de sus culturas. A través de nuestra participación en los Sacramentos, estamos unidos
por una sola sangre, la sangre de Cristo. El vínculo sacramental puede ser más fuerte
que el biológico, que une a las familias. Ello pone de relieve los valores de la familia
africana, como la solidaridad, el compartir, el respeto, la hospitalidad, el estar
juntos y la reconciliación mediante la justicia reparadora.
La Iglesia-Familia
se convierte en un signo visible y un instrumento de justicia, de paz y de reconciliación
si si se entiende y se vive de manera correcta. Después de esta turbación, la reconciliación
genuina se expresa mediante la restitución y la reparación.
Algunas de nuestras
gentes recurren a las sectas o a la brujería ante las dificultades. Además, es doloroso
cuando los católicos se vuelven contra sus hermanos católicos a causa de conflictos
políticos, sociales, económicos y regionales. El problema es el escaso conocimiento
del significado de la Iglesia como Familia (de Dios). Esta catequesis debería comenzar
en la familia para luego continuar en nuestras instituciones de enseñanza, sanitarias,
de desarrollo social y de formación.
Cuando la fe alcanza la comprensión de
“quiénes somos”, entonces podrán empezar a dirigirse hacia un diálogo ecuménico y
fomentar la reconciliación, la justicia y la paz.