Intervención de Mons. Lucas ABADAMLOORA, Obispo de Navrongo-Bolgatanga, Presidente
de la Conferencia Episcopal (GHANA)
S. E. R. Mons. Lucas ABADAMLOORA, Obispo de Navrongo-Bolgatanga, Presidente de la
Conferencia Episcopal (GHANA)
Con frecuencia desempeñamos papeles políticos
y económicos y debemos contribuir a los asuntos educativos y sanitarios, a la luz
de nuestra fe. Como individuo, el cristiano viene de un determinado marco cultural
que puede tener algunas líneas duras opuestas a la fe de cada uno. Con frecuencia,
el individuo se encuentra en conflicto consigo mismo en muchos aspectos, lo que no
le permitirá hacer nada. Es obvio que el cristiano pertenece al mismo tiempo a la
Iglesia y a la sociedad en sus distintas dimensiones. Como miembro polifacético con
muchos frentes, a veces puede encontrar dificultad en saber qué hacer y qué ámbito
respetar.
En la Primera Asamblea Sinodal, nos centramos en la Iglesia como
familia universal de Dios. La Asamblea estableció una serie de condiciones para añadir
credibilidad a su testimonio: reconciliación, justicia y paz. En este sentido, por
tanto, ha recomendado entre otras cosas: la formación de los cristianos en la justicia
y la paz, que es la aserción del papel profético de la Iglesia, y que atañe a los
siguientes temas: un salario justo para los trabajadores y la creación de unas Comisiones
de Justicia y Paz.
Los principios subyacentes al documento Ecclesia in Africa
destacan muy claramente, y han sido citados en muchas Iglesias particulares como orientación
para sus reflexiones. Pero no llegan al fondo del problema. No es la experiencia de
muchos obispos, sacerdotes y laicos de África, que han viajado a Estados Unidos, Europa
y otras partes del mundo. Nuestra experiencia de la Iglesia en Europa y América e
incluso la de otros hermanos obispos y sacerdotes, sugiere que somos miembros de segunda
categoría de esa familia, o que pertenecemos a una Iglesia diferente. La impresión
que crea es que nosotros los necesitamos a ellos, pero ellos a nosotros no. En teoría,
la fraternidad y la comunidad son fuertes, pero no es así en la práctica.
La
dinámica de la Iglesia que insiste en que la Comunidad Eclesial esté prácticamente
integrada en la teoría y en la práctica de manera que todos pertenezcan a ella y se
sientan en casa, debe ser continuada también en este Segundo Sínodo. La presente Asamblea
Sinodal debería considerar oportuno continuar con la dinámica del anterior Sínodo.
En este caso, los temas no deben ser discutidos sólo colegialmente, sino que se requiere
también una perspectiva cristiana.
Para que esto suceda, sugerimos utilizar
la radio, la prensa y las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Deberán hacerse grandes esfuerzos para recibir este mensaje, que permanece siempre
pertinente y actual.