Intervención de Mons. François Xavier MAROY RUSENGO, Arzobispo de Bukavu (REPÚBLICA
DEMOCRÁTICA DEL CONGO)
S. E. R. Mons. François Xavier MAROY RUSENGO, Arzobispo de Bukavu (REPÚBLICA DEMOCRÁTICA
DEL CONGO)
Partiendo de los estragos causados por las guerras y la
violencia en el Este de nuestro país, la República Democrática del Congo, y especialmente
en nuestra archidiócesis de Bukavu, consideramos que la reconciliación no debe limitarse
únicamente a la armonización de las relaciones interpersonales. Ineluctablemente debe
tomar en consideración las causas profundas de la crisis de las relaciones, que se
sitúan en el ámbito de los intereses y los recursos naturales del país, que habría
que explotar y gestionar con transparencia y equidad en beneficio de todos; ya que
la causa de la violencia en el Este de la República Democrática del Congo son, esencialmente,
los recursos naturales.
Recordamos el trabajo que al respecto está llevando
a cabo la comisión “Justicia y Paz” en la archidiócesis de Bukavu para que se llegue
a la reconciliación mediante la reconstrucción comunitaria.
El objetivo es
ayudar a la gente a reconciliarse entre ellos y con su historia, y a comprometerse
en construir juntos un nuevo futuro.
Se dedica especial atención a los jóvenes.
Para ellos, proponemos actividades recreativas y culturales que puedan favorecer la
reconciliación en su ámbito, gracias a la implicación de todos y cada uno de ellos
en la reconstrucción de los ambientes en los que viven.
Este enfoque hay que
entenderlo como una respuesta a los traumatismos comunitarios a menudo olvidados,
con el fin de que las personas sean responsables y actores de un cambio positivo.
Requiere que se refuerce la educación en la base y la organización de las poblaciones
con vistas a una mayor responsabilidad comunitaria. A su vez, requiere que se habiliten
los espacios y se creen los marcos de intercambio y de diálogo para una participación
eficaz de la población en la gestión de las riquezas, que deben contribuir a partir
de ahora a la reconstrucción, el desarrollo, la reconciliación y a una cohabitación
pacífica.
Mientras nosotros tomamos la palabra en esta Asamblea, los agentes
pastorales de nuestra diócesis están preocupados por los enemigos de la paz. Una de
las parroquias de nuestra archidiócesis fue incendiada el viernes 2 de octubre de
2009, algunos sacerdotes fueron molestados, otros tomados como rehenes por hombres
en uniforme, los cuales exigieron un elevado rescate que nos vimos obligados a pagar
para salvar la vida de nuestros sacerdotes, que ellos amenazaban con masacrar. Por
estos gestos, la Iglesia es el único apoyo que le queda a un pueblo aterrorizado,
humillado, explotado y dominado, que querrían reducir al silencio. ¡Señor, hágase
tu voluntad, que tu reino de paz llegue pronto (cf. Mt 10,6).