Intervención de Mons. Emílio SUMBELELO, Obispo de Uíje (ANGOLA)
S. E. R. Mons. Emílio SUMBELELO, Obispo de Uíje (ANGOLA)
En nuestro
contexto angoleño, la justicia debe caminar de la mano del perdón. Sin perdón, no
puede haber reconciliación y en consecuencia tampoco Paz, porque el desarrollo de
cualquier pueblo o nación permanece indefinidamente postergado cuando faltan mecanismos
de perdón.
En los últimos 30 años una buena parte de los países africanos,
y Angola no escapa a la regla, sufrió profundas modificaciones. Las inmensas y múltiples
agitaciones del pueblo, relacionadas con la guerra, transformaron la sociedad africana.
Actualmente más de la mitad de la población vive en zonas urbanas. Una de las primeras
consecuencias es la de su identidad étnico-tribal; pueblos de diferentes orígenes
y clases sociales que ahora viven juntos en un mismo medio urbano, dando origen a
una fusión cultural. Segunda consecuencia son los conflictos inter-étnicos, generados
por las condiciones de malestar económico y gran desigualdad social.
El verdadero
perdón debe incluir la búsqueda de la verdad. Forma parte de esta verdad reconocer
el daño que se ha hecho y, si fuera posible, repararlo. El perdón, de hecho, no elimina
ni disminuye la exigencia de reparación que es propia de la justicia, sino que intenta
reintegrar a las personas y a los grupos a las sociedades. Pasos concretos: 1) A través
de las CJP, Pro Pace, promover oportunas investigaciones, atinentes a prevaricaciones
de grupos étnicos o de injusticias, para asegurar la verdad como primer paso para
la reconciliación. 2) Apostar a la “reconstrucción humana”, que pasa por la modificación
del comportamiento de la personalidad que por algún motivo fue mal formada, y/o sufrió
alguna conmoción en sus estructuras, y/o en las estructuras de su sociedad. La “reconstrucción
humana” es, por tanto, un trabajo que se espera por parte de la Iglesia, a fin de
que el “individuo destruido” vuelva a ser persona y a aceptarse a sí mismo, y hacer
de manera tal de que aprenda a adquirir nuevos impulsos, y que éstos se transformen
en capacidad para aceptar a los demás.