Intervención de Mons. Armando Umberto GIANNI, Obispo de Bouar (REPÚBLICA CENTROAFRICANA)
S. E. R. Mons. Armando Umberto GIANNI, O.F.M. Cap., Obispo de Bouar, Presidente de
la Conferencia Episcopal (REPÚBLICA CENTROAFRICANA)
Hemos tratado de
profundizar el análisis de la crisis, que nos ha traído muchos sufrimientos físicos
y morales. Nos hemos reunido para poder dar la posibilidad a todos de expresar sus
propias ideas.
En todos existe el deseo de salir adelante, de encontrar el
camino del diálogo, de la conversión.
Nos espera la delicada pero necesaria
tarea de ayudar a los sacerdotes que tienen problemas a reencontrar el camino de la
verdad. Esperamos del Sínodo una palabra clara y persuasiva sobre este tema.
El
desafío más grande, es el de saber cómo ayudar a los sacerdotes a tomar las verdaderas
familias sacerdotales. Se siente la necesidad de tener un directorio de la vida sacerdotal.
Si
nuestra crisis nos ha comportado sufrimiento, nos ayudará a crecer más armónicamente.
Necesitamos intensificar la unión profunda con Cristo.
Desde hace más de quince
años nuestro país busca la paz social y un equilibrio que aporte más seguridad y estabilidad,
necesarios para atraer inversiones, reactivar la actividad económica y desarrollar
los servicios sociales: escuela, salud, diálogo social.
Desgraciadamente, la
impunidad sigue cubriendo los crímenes y las varias injusticias. Los conflictos de
interés que afligen la región de Darfur, se repercuten también en nuestro país.
La
Iglesia sigue estando presente en todos los lugares del territorio. También en las
llamadas áreas rojas, es decir inseguras, sigue realizando su obra en los colegios
y la sanidad, estando cercana a los evacuados y a los minusválidos.
Quisiera
destacar la disponibilidad del personal de las misiones en ese contexto de inseguridad
para asegurar el servicio de mediación entre las fuerzas del gobierno y los rebeldes
y, a veces, también con los bandidos.
Mediante estos acuerdos ha sido posible
hacer llegar a todas partes, alimentos y medicinas, y aseguraron los encuentros para
el diálogo entre las partes en conflicto, que han contribuido a disminuir las tensiones.
Me
parece que la Iglesia tiene la vocación de estar allá, en esos lugares humildes y
escondidos, para ayudar a apagar los nacientes conflictos domésticos. Se escucha y
se busca su voz porque goza de credibilidad.