Intervención de Mons. Simon NTAMWANA, Arzobispo de Gitega (BURUNDI)
S. E. R. Mons. Simon NTAMWANA, Arzobispo de Gitega, Presidente de la Associación de
las Conferencias Episcopales de África Central (A.C.E.A.C.) (BURUNDI)
Actualmente
en nuestra subregión, diferentes categorías y grupos sufren bajo el peso de algunos
males apenas recordados. Las familias han sido desmembradas, desestabilizadas, empobrecidas.
Algunas no tienen casas adecuadas donde residir, ni tierras de cultivo para sobrevivir,
ni tampoco medios para educar a los hijos, ni como pagar los cuidados médicos, etc.
A estas carencias se añaden fenómenos come las violaciones de mujeres, reclutamiento
de niños en grupos armados, etc. Si la responsabilidad de esta situación se compartiera
entre todos los miembros de la sociedad, algunos tendrían responsabilidades mayores
respecto a otros. Pensamos, sobre todo, a la clase política dirigente. En efecto,
entre otras cosas se deplora el hecho que hombres políticos utilicen los conflictos
étnicos para conquistar el poder o para mantenerlo. Algunos de ellos consideran sus
funciones únicamente como fuente de enriquecimiento personal o de sus familiares y
amigos, haciendo de esta manera prevalecer el clientelismo y el tribalismo, por encima
de los valores auténticos, y comprometiendo gravemente la paz social.
En dichas
situaciones, la Iglesia cumple una función por medio de sus mensajes y de sus exhortaciones
y, también, a través de su testimonio de hermandad más allá de las fronteras y de
las barreras generadas por los conflictos armados y las guerras. Algunos hermanos
nuestros en el Episcopado han debido, ellos mismos, dirigir algunas Conferencias nacionales
soberanas para asegurar la mediación entre las diferentes partes de sus países. De
otro lado, nuestras comisiones de “Justicia y Paz” en diferentes países han participado
en la preparación de elecciones, ofreciendo una educación cívica y electoral. En estas
situaciones de guerra, las Comisiones Caritas-Desarrollo ofrecen ayuda a millares
de personas indefensas.
No obstante, no hay que curar solo la pobreza espiritual,
sino el empobrecimiento generalizado y la desvergonzada pauperización de nuestros
pueblos, para los cuales se necesita encontrar soluciones adecuadas. En efecto, es
justamente porque las poblaciones son pobres o empobrecidas que se han vuelto vulnerables.
Muchos personajes ricos les manipulan a su antojo y algunos pescadores de aguas turbias
utilizan, por ejemplo, las divisiones étnicas para dividir a las poblaciones y seguir
enriqueciéndose en una situación de conflicto en el cual, las personas no pueden reivindicar
ni siquiera sus derechos.