2009-10-07 17:45:46

Intervención de Mons. Simon NTAMWANA, Arzobispo de Gitega (BURUNDI)


S. E. R. Mons. Simon NTAMWANA, Arzobispo de Gitega, Presidente de la Associación de las Conferencias Episcopales de África Central (A.C.E.A.C.) (BURUNDI)



Actualmente en nuestra subregión, diferentes categorías y grupos sufren bajo el peso de algunos males apenas recordados. Las familias han sido desmembradas, desestabilizadas, empobrecidas. Algunas no tienen casas adecuadas donde residir, ni tierras de cultivo para sobrevivir, ni tampoco medios para educar a los hijos, ni como pagar los cuidados médicos, etc. A estas carencias se añaden fenómenos come las violaciones de mujeres, reclutamiento de niños en grupos armados, etc. Si la responsabilidad de esta situación se compartiera entre todos los miembros de la sociedad, algunos tendrían responsabilidades mayores respecto a otros. Pensamos, sobre todo, a la clase política dirigente. En efecto, entre otras cosas se deplora el hecho que hombres políticos utilicen los conflictos étnicos para conquistar el poder o para mantenerlo. Algunos de ellos consideran sus funciones únicamente como fuente de enriquecimiento personal o de sus familiares y amigos, haciendo de esta manera prevalecer el clientelismo y el tribalismo, por encima de los valores auténticos, y comprometiendo gravemente la paz social.

En dichas situaciones, la Iglesia cumple una función por medio de sus mensajes y de sus exhortaciones y, también, a través de su testimonio de hermandad más allá de las fronteras y de las barreras generadas por los conflictos armados y las guerras. Algunos hermanos nuestros en el Episcopado han debido, ellos mismos, dirigir algunas Conferencias nacionales soberanas para asegurar la mediación entre las diferentes partes de sus países. De otro lado, nuestras comisiones de “Justicia y Paz” en diferentes países han participado en la preparación de elecciones, ofreciendo una educación cívica y electoral. En estas situaciones de guerra, las Comisiones Caritas-Desarrollo ofrecen ayuda a millares de personas indefensas.

No obstante, no hay que curar solo la pobreza espiritual, sino el empobrecimiento generalizado y la desvergonzada pauperización de nuestros pueblos, para los cuales se necesita encontrar soluciones adecuadas. En efecto, es justamente porque las poblaciones son pobres o empobrecidas que se han vuelto vulnerables. Muchos personajes ricos les manipulan a su antojo y algunos pescadores de aguas turbias utilizan, por ejemplo, las divisiones étnicas para dividir a las poblaciones y seguir enriqueciéndose en una situación de conflicto en el cual, las personas no pueden reivindicar ni siquiera sus derechos.








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