2009-10-07 15:56:00

Intervención de Mons. Giorgio BERTIN, Obispo de Djibouti (SOMALIA)


S. E. R. Mons. Giorgio BERTIN, O.F.M., Obispo de Djibouti, Administrador Apostólico "ad nutum Sanctæ Sedis" de Mogadiscio (SOMALIA)



Desde hace algunos años, en el aniversario de la muerte de Mons. Salvatore Colombo OFM, Obispo de Mogadiscio asesinado el 9/7/1989, comencé a recordar en la Misa no solamente a él, sino también a una serie de personas que fueron asesinadas mientras estaban al servicio de la justicia, de la paz y de los pobres en Somalia. Entre ellos se contaban algunos católicos como la doctora Fumagalli, Annalena Tonelli y la Hermana Leonella; también hermanos “protestantes”; había musulmanes somalíes, que han sido mayoría en este país musulmán; y también otras personas no pertenecientes a ninguna fe en particular. Llamo a esta jornada del 9 de julio “jornada de los mártires de Somalia”. Este día nos sirve para recordar que muchas personas de diferentes convicciones han sacrificado sus propias vidas por una mayor justicia, fraternidad y paz en Somalia.

No somos solamente nosotros los católicos los que queremos la reconciliación, la justicia y la paz en Somalia o en África. Hay muchas otras personas e instituciones de buena voluntad. Hace dos domingos nos decía el Evangelio: “Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros” (Mc 9, 40). Esto significa que tenemos el deber de colaborar con todos.

Concretamente, os sugiero algunos puntos no exhaustivos, pensando tanto en Somalia como en África: 1) hacer memoria “juntamente con los demás”, de las personas mejores que han servido al bien de un determinado pueblo; 2) tener momentos de oración en común con los creyentes de otras creencias en favor de la paz; 3) detener el tráfico de armas y la libre circulación de criminales de guerra; 4) invitar a la Comunidad Internacional a una mayor colaboración, no sólo en la lucha contra la piratería, sino también en la reconstrucción del Estado en Somalia; 5) colaborar con los musulmanes de buena voluntad para aislar y neutralizar la obra nefasta de grupos islámicos radicales, que son la causa de problemas, en primer lugar para los mismos musulmanes y también para los demás; 6) apoyar y desarrollar la acción de la Santa Sede y de sus diplomáticos.








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