Domingo, 27 sep (RV).- En su segundo día
en la República Checa, Benedicto XVI dejó Praga temprano por la mañana para trasladarse
en el avión presidencial checo hasta la ciudad de Brno (la capital de Moravia) a unos
200 kilómetros de distancia. Tras un vuelo de cerca media hora, el Santo Padre fue
recibido en el aeropuerto de Tuřany por el obispo de Brno, el presidente de la Republica,
el presidente de la región, y el alcalde de la ciudad.
El Papa llegó hasta
este antiguo nudo de intercambio comercial, y actualmente floreciente centro industrial
y académico para, en una estructura especialmente preparada en el aeropuerto, celebrar
la misa y al mediodía el Ángelus.
El área preparada estaba separada por un
largo corredor que unía una gran ancla que simbolizaba la virtud de la esperanza colocada
a un extremo, y al otro el santuario mariano de Tuřany donde desde hace siglos se
venera una estatua de la Virgen que según la tradición fue trasladada hasta aquí por
los santos Cirilo y Metodio. Este domingo la estatua conocida como “Madre de las espinas”
fue colocada cerca del altar donde el Papa celebró la Eucaristía.
A las 10
de una soleada y muy agradable mañana, empezó la que desde ya se puede considerar
una histórica jornada (no sólo para la iglesia local sino para toda la República Checa):
la celebración eucarística más grande nunca antes vista en estas tierras, que reunió
alrededor de 150.000 personas. Miles, llegados de los países vecinos: Austria, Polonia,
Alemania, Hungría, Croacia. El grupo mayor lo componían unos 15.000 eslovacos. Los
sacerdotes con los celebrantes fueron 1.050 entre cardenales y obispos.
A nombre
de la asamblea, el obispo de Brno, Mons. Vojtech Cirkle, dirigió un saludo al Papa
subrayando que ésta era la primera vez en la historia de la diócesis desde su fundación
en 1777, que recibe la visita de un sucesor de Pedro. Nuestra catedral esta dedicada
a dos grandes apóstoles, los santos Pedro y Pablo, le dijo. “Su santidad llega a casa”.
En
su saludo, Mons. Cirkle observó que este encuentro es doblemente extraordinario por
la presencia del Santo Padre, y el poder celebrar la Eucaristía dominical “que para
nosotros cristianos es la gozosa conmemoración de la victoria de Cristo sobre el pecado
y la muerte. En este el día del Señor, nos une Cristo victorioso”, exclamó.
El
obispo de Brno recordó luego que podemos celebrar la eucaristía a través del don del
sacerdocio instituido por Cristo durante su última cena. “Es precisamente el don del
sacerdocio que usted, Santo Padre, ha colocado al centro de nuestra atención, proclamando
el Año Sacerdotal”, una iniciativa que el prelado agradeció a nombre de todos especialmente
de los presentes, portadores del sacerdocio ministerial.
Saludando también
a nombre de las centenares de familias presentes, y antes de entrar en la comunión
de la oración celebrando la Eucaristía dominical, Mons. Cirkle se refirió al tema
principal del día: la esperanza, resaltando que “nuestra esperanza es Cristo”. El
prelado agradeció una vez más al Papa haber venido a la República Checa a confirmar
y a exhortar a esta nación en la esperanza.
A las 12.45 regresó a Praga.
Esta tarde a las 17.15 se lleva a cabo el encuentro ecuménico en el arzobispado
de la capital y a las 18, el encuentro con los representantes de la cultura en la
Sala de Ladislao en el Castillo de Praga.
Desde Praga siguiendo a Benedicto
XVI, Raúl Cabrera.