En su visita al Niño Jesús de Praga, Benedicto XVI recuerda a los menores, víctimas
de la violencia, con el anhelo de que se respete a los niños, futuro y esperanza de
la humanidad
Sábado, 26 sep (RV).- Benedicto XVI ha encomendado a todas las familias y a todos
los niños del mundo al Niño Jesús de Praga, alentando a contemplar la ternura y la
belleza de la infancia, que nos hace percibir la cercanía del amor de Dios, recordando
a los menores víctimas de todo tipo de violencia y con el anhelo de que se respete
a los niños que son el futuro y la esperanza de la humanidad.
Tal como
él mismo había deseado, la primera visita en la capital checa del Santo Padre ha sido
la iglesia de Santa María de la Victoria, donde se venera la imagen del Niño Jesús,
conocida en todo el mundo como el ‘Niño de Praga’.
El Papa ha sido acogido
con gran alegría por numerosas familias con sus niños. Y en su saludo, Benedicto XVI
ha señalado la importancia precisamente de la familia para la sociedad humana en la
República Checa y en todo el mundo. Destacando que la imagen del Niño Jesús hace pensar
enseguida en el misterio de la Encarnación, en el Dios Omnipotente que se hizo hombre
y vivió durante 30 años en la humilde familia de Nazaret, encomendado por la Providencia
a la amorosa y atenta custodia de María y de José, el Papa ha invitado a rezar por
las familias del todo el mundo. Éstas han sido sus palabras:
«El pensamiento
va a vuestras familias a y todas las familias del mundo, a sus alegría y sus dificultades.
A la reflexión unamos la oración invocando del Niño Jesús el don de la unidad y de
la concordia para todas las familias. Pesemos especialmente en las familias jóvenes,
que deben cumplir tantos esfuerzos para dar a los hijos seguridad y un porvenir digno.
Oremos por las familias en dificultad, probadas por la enfermedad y el dolor, por
aquellas en crisis, desunidas o laceradas por la discordia y la infidelidad. Todas
las encomendamos al Santo Niño de Praga, sabiendo cuán importante es su estabilidad
y su concordia para el verdadero progreso de la sociedad y para el futuro de la humanidad».
Benedicto
XVI ha hecho hincapié en que del Niño Jesús mana el amor de Dios hacia todos los hombres
sin distinción, por lo que cada ser humano es nuestro hermano y como tal lo debemos
acoger y respetar:
«¡Pueda nuestra sociedad comprender esta realidad! Cada
persona humana sería así valorizada no por lo que posee, sino por lo que es. Pues
en el rostro de todo ser humano, sin distinción de raza y cultura, brilla la imagen
de Dios. Ello vale sobre todo para los niños».
Precisamente «en el Santo Niño
de Praga contemplamos la belleza de la infancia y la predilección que Jesús manifestó
siempre hacia los pequeños», ha recordado el Papa, refiriéndose luego con tristeza
a los que sufren violencias y exhortando al respeto de los niños:
«¡Cuántos
niños, sin embargo, no son amados, ni acogidos, ni respetados! ¡Cuántos son víctimas
de la violencia y de toda forma de explotación de parte de personas sin escrúpulos!
Que se pueda reservar a los menores aquel respeto y aquella atención debida: los niños
son el futuro y la esperanza de la humanidad».
Al concluir su saludo, Benedicto
XVI se ha querido dirigir, con especial cariño a los numerosos niños presentes y a
sus familias. A los predilectos del corazón del Niño Dios, invitándolos a ser verdaderos
amigos y testimonios de Jesús, confiando siempre en Él.
Éste encuentro había
comenzado con la Oración de Benedicto XVI al Niño Jesús de Praga:
Oración
de Benedicto XVI al Niño Jesús de Praga
«Señor Jesús, te vemos
niño y creemos que eres el Hijo de Dios, hecho hombre por obra del Espíritu Santo
en el vientre de la Virgen María.
Como en Belén, también nosotros con María,
José, los Ángeles y los pastores te adoramos y te reconocemos nuestro único Salvador.
Te
hiciste pobre para hacernos ricos con tu pobreza:
Concédenos que nunca olvidemos
a los pobres y a todos aquellos que sufren.
Protege nuestras familias.
Bendice
a todos los niños del mundo, haz que reine siempre entre nosotros el amor que Tú nos
has brindado y que hace la vida más feliz.
Dona a todos, oh Jesús, reconocer
la verdad de tu Natividad para que todos sepan que has venido a traer a la entera
familia humana la luz, la alegría y la paz.
Tú eres Dios y vives y reinas con
Dios Padre, en la unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos de los siglos. Amén»