Conferencia general de la Agencia internacional para la energía atómica: “el desarme
afirma la supremacía de la confianza respecto a las armas”
Domingo, 20 sep (RV).- Benedicto XVI envió esta semana un saludo especial a los participantes
de la 53 conferencia general de la Agencia internacional para la energía atómica,
celebrada en Viena del 14 al 18 de septiembre. Así lo señaló el representante de la
delegación de la Santa Sede para participar en este evento, el arzobispo Marcelo Sánchez
Sorondo, canciller de las Pontificias Academias de las Ciencias y de las Ciencias
Sociales.
En su discurso, el prelado evocó en numerosas ocasiones pasajes de
la Encíclica social de Benedicto XVI, Caritas in veritate, ya que en ella el Papa
pone en evidencia los objetivos para promover y defender un verdadero desarrollo integral.
“El riesgo de nuestro tiempo –evocó- es que a la interdependencia de hecho entre los
hombres y los pueblos, no corresponda una interacción ética de las conciencias (…)
éste riesgo asume todavía más relevancia frente a los numerosos desafíos que se manifiestan
en el llamado ‘renacimiento nuclear’ que está emergiendo a nivel mundial”.
“Desafíos
–señaló- que se pueden afrontar seriamente sólo si se cultiva una cultura de paz fundada
en la primacía del derecho y respetando la vida humana”. De ahí la necesidad de una
formación a la responsabilidad ética del uso de los conocimientos científicos, porque
la amenaza de la seguridad deriva, según señaló el arzobispo Sánchez Sorondo, de las
acciones hostiles a la naturaleza humana.
“Es decir –exhortó el representante
de la delegación de la Santa Sede para la conferencia de la Agencia internacional
para la energía atómica- hay que actuar a nivel humano, cultural y ético”, porque
como recuerda Benedicto XVI en su Caritas in veritate, “el desarrollo es imposible
sin hombres rectos, sin economistas o políticos que vivan fuertemente en su conciencia,
el llamamiento al bien común”.
La clave que ofreció el arzobispo Sánchez Sorondo
fue “trabajar juntos”, ya que el desarme y la no proliferación de armas nucleares
tienen un gran valor político porque “afirman la supremacía de la confianza respecto
a las armas, y de la diplomacia sobre la fuerza”. Por este motivo, finalizó, “un compromiso
común a la seguridad y a la paz, podrá traer no sólo una igualitaria distribución
de los recursos, sino una edificación de un orden social e internacional en el que
los derechos y las libertades de todas las personas humanas puedan realizarse plenamente”.