El Papa reitera, una vez más, la apremiante importancia del agua para la humanidad
y la protección del ambiente
Jueves, 10 sep (RV).- Benedicto XVI recibió este mediodía, en el Palacio Apostólico
de Castelgandolfo, a los promotores del Pabellón de la Santa Sede para la Exposición
Internacional de Zaragoza del año pasado, acompañados de sus familias. En la alocución
que les dirigió, el Papa ha recordado que «esta instalación, que fue una de las más
visitadas y apreciadas, albergó una importante muestra del valioso patrimonio artístico,
cultural y religioso, que custodia la Iglesia».
«Con esta iniciativa,
se trató de ofrecer a sus numerosos visitantes una oportuna reflexión sobre la importancia
y el valor primordial que tiene el agua para la vida del hombre», ha hecho hincapié
Benedicto XVI, recordando la responsabilidad del hombre para con la naturaleza: «Mediante
su participación en la Exposición, la Santa Sede quiso además poner de manifiesto
no sólo la imperiosa necesidad de proteger siempre el ambiente y la naturaleza, sino
también descubrir su dimensión espiritual y religiosa más profunda. Hoy como nunca
se ha de ayudar a las personas a que sepan ver en la creación algo más que una simple
fuente de riqueza o de explotación en manos del hombre. En efecto, cuando Dios, con
la creación, ha dado al hombre las llaves de la tierra, espera de él que sepa usar
de este gran don haciéndolo fructificar de modo responsable y respetuoso».
«La
naturaleza es expresión de un proyecto de amor y de verdad y el modo en que el hombre
trata el ambiente influye en la manera en que se trata a sí mismo, y viceversa». Esto
exige que la sociedad actual revise seriamente su estilo de vida que, en muchas partes
del mundo, tiende al hedonismo y al consumismo, despreocupándose de los daños que
de ello se derivan (Caritas in veritate 48 y 51). En este contexto, el Papa ha evocado
su reciente encíclica Caritas in veritate:
«El ser humano descubre
el valor intrínseco de la naturaleza si aprende a verla como lo que es en realidad,
expresión de un proyecto de amor y de verdad que nos habla del Creador y de su amor
a la humanidad, y que encontrará su plenitud en Cristo, al final de los tiempos (cf.
Caritas in veritate, 48). En este sentido, es oportuno recordar una vez más la estrecha
relación que existe entre el cuidado del medio ambiente y el respeto a las exigencias
éticas de la naturaleza humana, ya que «cuando se respeta la ecología humana en la
sociedad, también la ecología ambiental se beneficia» (Ibíd. 51).
Con
el anhelo de que su visita a Roma, junto a las tumbas de los Apóstoles les fortalezca
en la propia fe y llene sus corazones de alegría y paz, Benedicto XVI ha reiterado
su gratitud por la significativa colaboración con el Arzobispado de Zaragoza y la
Nunciatura Apostólica en Madrid, en la realización del Pabellón de la Santa Sede y
junto cono su Bendición Apostólica ha encomendado a todos «de modo especial a la intercesión
de la Virgen del Pilar, que ve bañadas sus plantas por las caudalosas aguas del río
Ebro».
Sigue el texto completo de la alocución del Santo Padre:
Querido
Señor Arzobispo
Excelentísimo Señor Embajador
Queridos Hermanos
Me
es grato recibiros y dar la bienvenida a todos y a cada uno de vosotros, acompañados
de vuestras familias, en este encuentro. Espero vivamente que vuestra visita a Roma,
junto a las tumbas de los Apóstoles os fortalezca en la propia fe y llene vuestros
corazones de alegría y paz.
Ante todo, deseo expresaros mi sincero
agradecimiento por vuestra significativa colaboración con el Arzobispado de Zaragoza
y la Nunciatura Apostólica en Madrid, en la realización del Pabellón de la Santa Sede
para la Exposición Internacional de Zaragoza del año pasado.
Esta
instalación, que fue una de las más visitadas y apreciadas, albergó una importante
muestra del valioso patrimonio artístico, cultural y religioso, que custodia la Iglesia.
Con esta iniciativa, se trató de ofrecer a sus numerosos visitantes una oportuna reflexión
sobre la importancia y el valor primordial que tiene el agua para la vida del hombre.
Mediante su participación en la Exposición, la Santa Sede quiso además
poner de manifiesto no sólo la imperiosa necesidad de proteger siempre el ambiente
y la naturaleza, sino también descubrir su dimensión espiritual y religiosa más profunda.
Hoy como nunca se ha de ayudar a las personas a que sepan ver en la creación algo
más que una simple fuente de riqueza o de explotación en manos del hombre. En efecto,
cuando Dios, con la creación, ha dado al hombre las llaves de la tierra, espera de
él que sepa usar de este gran don haciéndolo fructificar de modo responsable y respetuoso.
El ser humano descubre el valor intrínseco de la naturaleza si aprende a verla como
lo que es en realidad, expresión de un proyecto de amor y de verdad que nos habla
del Creador y de su amor a la humanidad, y que encontrará su plenitud en Cristo, al
final de los tiempos (cf. Caritas in veritate, 48). En este sentido, es oportuno
recordar una vez más la estrecha relación que existe entre el cuidado del medio ambiente
y el respeto a las exigencias éticas de la naturaleza humana, ya que «cuando se respeta
la ecología humana en la sociedad, también la ecología ambiental se beneficia» (Ibíd.
51).
Al final de este encuentro, deseo expresaros nuevamente mi reconocimiento
por vuestra generosa colaboración, así como también a todas las personas, instituciones
y empresas que participaron en ese importante y laudable proyecto. En esta circunstancia,
os encomiendo de modo especial a la intercesión de la Virgen del Pilar, que ve bañadas
sus plantas por las caudalosas aguas del río Ebro. Con estos vivos sentimientos, os
imparto de corazón a vosotros y a vuestras familias mi Bendición Apostólica.