Carta del Card. Rouco: Las JMJ son el encuentro con Cristo muerto y resucitado por
nosotros
Martes, 8 sep (RV).- El cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, ha
dirigido una carta a los jóvenes señalando que el próximo 14 de septiembre -fiesta
de la Exaltación de la Santa Cruz- dará comienzo “la peregrinación de la Cruz de los
Jóvenes por la diócesis de Madrid”.
“Las Jornadas Mundiales de la Juventud
significan el encuentro con Cristo muerto y resucitado por nosotros”. Haciendo hincapié
en que “ésta Cruz, que el Siervo de Dios Juan Pablo II entregó a los jóvenes en el
año 1984 para que la llevaran por el mundo entero, junto al icono de la Virgen María,
es un hermoso signo de lo que significan las Jornadas Mundiales de la Juventud: el
encuentro con Cristo muerto y resucitado por nosotros, Redentor del hombre”, el Card.
Rouco Varela, reitera que “llevando la Cruz sobre sus hombros, los jóvenes se convierten
en portadores de la alegre noticia de la salvación y proclaman a los cuatro vientos
que Cristo nos ha salvado del pecado y de la muerte”.
Destacando que el comienzo
de la peregrinación de la Cruz de los Jóvenes por la diócesis de Madrid coincide
con la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el purpurado recuerda “el gran signo
del amor de Dios que muestra su perdón y reconciliación para con todos los hombres.
En realidad, el crucificado es el exaltado, el que ha sido elevado gloriosamente -la
Cruz es gloriosa- como vencedor del pecado y de la muerte. Por eso la Iglesia ha cantado
y canta a la Cruz como signo de victoria y del triunfo. El amor de Cristo vence sobre
todos los odios, rencores, venganzas y crímenes de los hombres. Es un amor que sana,
libera, purifica, rescata y pacifica. Es un amor eterno e infalible. Es un amor humano
y divino, capaz de elevarnos con Él a lo más alto de la gloria”.
El Cardenal
Arzobispo de Madrid invita a los jóvenes a proclamar “con palabras y gestos sencillos
que Cristo ha llevado todas las cruces del mundo y las ha iluminado con su propia
entrega a la muerte”, con el anhelo de que “ningún hombre se sienta solo en el dolor
si sabe mirar al Crucificado”.