Episcopados de Colombia, Ecuador y Venezuela llaman al respeto y la unidad
Sábado, 05 sep (RV).- Los presidentes de las conferencias episcopales de Ecuador,
Venezuela y Colombia se reunieron el viernes 4 de septiembre en Bogotá, para buscar
soluciones a la situación difícil que afrontan las relaciones entre las tres naciones.
Según el comunicado del Departamento de prensa del episcopado colombiano, se trató
de un encuentro de la Iglesia, que busca analizar los problemas y ver propuestas posibles
para facilitar los diálogos y la distensión de las dificultades entre los tres países.
En
la reunión estuvieron presentes Monseñor Antonio Arregui Yarza, Arzobispo de Guayaquil
y Presidente de la Conferencia Episcopal de Ecuador; Monseñor Ubaldo Ramón Santana
Sequera, Arzobispo de Maracaibo y Presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela.
Y como anfitrión, Monseñor Rubén Salazar Gómez, Arzobispo de Barranquilla y Presidente
de la Conferencia Episcopal de Colombia.
Al final de la reunión los Presidentes
de las Conferencias Episcopales emitieron un comunicado.
COMUNICADO
EPISCOPADOS
DE COLOMBIA, ECUADOR Y VENEZUELA LLAMAN AL RESPETO Y A LA UNIDAD
Los
presidentes de las conferencias episcopales de Ecuador, Venezuela y Colombia hicieron
público un comunicado conjunto en el que reiteran su llamado a la unidad y el respeto
entre sus países.
COMUNICADO CONJUNTO DE LOS OBISPOS
DE
COLOMBIA, ECUADOR Y VENEZUELA
La proximidad de la celebración del bicentenario
de vida republicana de nuestras tres naciones hermanas nos hace tomar conciencia de
los dones de Dios que hermanan irreversiblemente a nuestros pueblos.
Estos
doscientos años fueron iniciados bajo el sueño del mismo Libertador y han sido inspirados
en los principios y valores de la misma fe católica, cobijados por el mismo tricolor
herencia de nuestra unidad grancolombiana y el mismo ideal de dejar atrás los lastres
del subdesarrollo y la inequidad.
Tan valioso patrimonio merece nuestra
gran consideración. Es nuestro bien común. Ese “bien de todos nosotros”, como lo llama
el Santo Padre Benedicto XVI en su reciente encíclica sobre el desarrollo humano
integral “en la verdad y el amor”. Un bien que debemos desear y esforzarnos por conseguir
entre todos como “exigencia de justicia y de caridad” (CIV 7). Un bien particularmente
necesario en estos momentos en los cuales sentimos que la convivencia pacífica se
avizora frágil y con serio peligro de deteriorarse aún más por las tensas relaciones,
agravadas por la carrera armamentista, en un mundo sacudido por profundas crisis morales
y económicas.
Ésta es la razón que nos convoca como pastores de la Iglesia,
centinelas del bien común y profetas de la esperanza, a enviar un mensaje de ánimo
y solidaridad a los hermanos en la fe y a todos los que aman la paz.
La
altísima responsabilidad que las tres naciones en forma democrática les han confiado
a sus mandatarios, los obliga a superar cualquier tipo de sentimientos negativos o
de dificultades ideológicas, que puedan obstaculizar el diálogo sincero y constructivo
en busca de la concordia. Los altos intereses de los ciudadanos de los tres países
exigen a sus conductores trabajar con imaginación en pos de los tantos motivos de
unidad que afortunadamente poseemos.
El fragor de los debates políticos
e ideológicos no nos debe hacer perder nunca de vista lo primordial: que sólo uniéndonos
y poniendo en común nuestros recursos, nuestros talentos y nuestro patrimonio religioso
y moral, podremos superar la miseria y la pobreza que afecta aún a grandes porcentajes
de nuestras poblaciones urbanas, rurales e indígenas. La solución de estos males exige
de parte de todos sus dirigentes, instituciones y ciudadanos, una amplitud de miras
que trascienda los nacionalismos estrechos y se abra a la fraternidad sin fronteras
que soñaron los próceres comunes que dieron su vida por la libertad.
Como
pastores, convocamos a todos los miembros del Pueblo de Dios para que contribuyan
activamente a crear una cultura de paz y de fraternidad. Es preciso que todos avancemos
en la consolidación de la verdadera participación democrática en el marco de un Estado
de Derecho capaz de garantizar las clásicas libertades civiles, encabezadas por la
libertad religiosa y la libertad de expresión y de disenso. Para ello es necesario
fortalecer la vigencia de los derechos sociales y culturales con el equilibrio entre
las funciones públicas que evite la concentración y la arbitrariedad del poder.
Acogiendo
las palabras del Señor “Pidan y se les dará” solicitamos a todos los creyentes su
oración y su activa y responsable presencia cívica. Avancemos juntos en la construcción
de sociedades en las que prevalezca el respeto mutuo, la firme disposición de superar
los enfrentamientos y la búsqueda permanente de los ideales que nos unen. Contamos
para ello con la gran capacidad de ayuda recíproca, de fraternidad y de solidaridad
que enaltece a nuestro pueblo latinoamericano y caribeño.
En la perspectiva
de la Misión Continental, nos comprometemos así mismo a seguir trabajando en el desarrollo
conjunto, especialmente en las fronteras, de programas pastorales que promuevan la
cultura de la vida, de la solidaridad y de la convivencia.
Confiados
en la nobleza de nuestros gobernantes y de nuestros pueblos, pedimos a Dios, nuestro
Padre, en cuya fe estamos enraizados, que la inminente celebración de los doscientos
años de la independencia de nuestras naciones nos encuentre caminando juntos por los
senderos de la justicia y de la paz, bajo la maternal protección de la Santísima Virgen
María.
Bogotá, D.C., 4 de septiembre de 2009
+ Rubén Salazar Gómez
Arzobispo de Barranquilla
Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia
+ Antonio Arregui
Yarza
Arzobispo de Guayaquil
Presidente de la Conferencia
Episcopal de Ecuador
+ Ubaldo Ramón Santana Sequeda
Arzobispo de Maracaibo
Presidente de la Conferencia Episcopal de Venezuela