2009-08-26 13:48:06

Cultura y Humanismo: los desafíos culturales del mundo globalizado


Miércoles, 26 ago (RV).- En nuestro programa de hoy dedicado a la Cultura y al Humanismo analizaremos, junto al presidente del Pontificio Consejo de la Cultura, monseñor Gianfranco Ravasi, cuáles son los desafíos culturales del mundo globalizado. Escuchar el programa. RealAudioMP3 “Sustancialmente podemos decir que son dos, a pesar de la complejidad de la situación contemporánea y la situación social del mundo. Yo querría solamente enfocar dos que son por su naturaleza casi antítesis. Por un lado está intentar cada vez más individuar cuáles son las líneas fundamentales de la comunicación global. Y por otro, existe un aspecto que es su antítesis, hasta tal punto que en nuestros días se tiende a hablar de glocalización, y no de globalización, para decir que las culturas, las etnias, y los países, quieren conservar su identidad. Es por este motivo que se pone de relieve la importancia para la cultura de saber equilibrar el lenguaje universal y las características propias. Por un lado, está la comunicación, algunos valores, elementos que pertenecen a todos los países, porque todos los países tienen la parábola en sus tejados, tienen antenas de televisión incluso en zonas perdidas de África, pero por otro lado está la voluntad de conservar la propia identidad y las propias tradiciones”.

Ante esta dicotomía, monseñor Ravasi explica con estas palabras cuáles son las prioridades del Pontificio Consejo para la Cultura. “El primer desafío, sin duda alguna, es el lenguaje. Entender como se comunica hoy en día. Internet es un nuevo lenguaje. Teniendo en cuenta que en cualquier forma de lenguaje cambia también el mensaje, como decía ya a su tiempo el gran estudioso de la comunicación Mcluhan: el medio es el mensaje. Entonces hay que recordar que el lenguaje on-line es un lenguaje que es diferente respecto al escrito de forma inmediata, es un lenguaje frío. Internet lo utilizan todos: pero solos, en soledad. Otra prioridad que seguramente se presenta en nuestros días es la del fenómeno un poco particular que yo llamaría de la nueva cultura, es decir, de la cultura contemporánea. Además del lenguaje y de la nueva cultura, pienso también en un tercer elemento importante para no borrar la tradición cultural elevada: me refiero a la dimensión del arte. Precisamente por este motivo he propuesto al Papa –que ha aceptado- que el 21 de noviembre reciba a los artistas”.

La pregunta que surge en este sentido es cómo puede el hombre materialista descubrir la propia dimensión espiritual a través de la cultura, a lo que el presidente del Pontificio Consejo de la Cultura responde así: “El verdadero problema desde el punto de vista religioso en la cultura contemporánea no es tanto el del ateismo o del rechazo sistemático, coherente, consciente de la dimensión trascendente, que es un componente bastante marginal. El elemento fundamental ahora es en cambio el de la indiferencia, el ateismo genérico superficial, banal que simplemente considera el problema religioso, o el problema ético, como un problema marginal, secundario que no atormenta la conciencia, que no interroga la existencia del hombre. Es éste el verdadero drama: tenemos ante nosotros una especie de niebla: Dios es como mucho un elemento que a veces atraviesa nuestra vida, pero es del todo marginal y secundario. Por este motivo el hombre se interesa solamente por el presente, por lo cotidiano, por las cosas tangibles, nunca se plantea la posibilidad de levantar la cabeza, de preguntarse sobre algo que vaya más allá. Ésta es la nueva forma de materialismo, que no es teórico o marxista, o dialéctico, que eran visiones del mundo, una concepción alternativa respecto al cristianismo. La televisión, la comunicación actual, continuamente nos ponente ante los ojos, modas y modos de vida, objetos, consumo. El hombre no tiene la capacidad de preguntarse sobre las grandes preguntas fundamentales. El ateismo clásico tradicional proponía grandes preguntas, dando respuestas alternativas respecto a las cristianas. Ahora en cambio domina lo gris, domina la indiferencia, domina esta nueva forma de idolatría. Y es éste precisamente el papel principal de las religiones y de la cultura: crear inquietudes, proponer preguntas, remover esta niebla gris para hacer brillar al hombre en su profundidad”.








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