En su catequesis de hoy el Papa invita a los fieles a orar en particular por los seminaristas,
en este año sacerdotal
Miércoles, 19 ago (RV).- Benedicto XVI realizó este miércoles la audiencia General,
como lo está haciendo desde que regresó del Valle de Aosta, en Castel Gandolfo donde
participaron miles de fieles procedentes de varios países del mundo incluso hoy de
la India y de Nigeria. La audiencia tuvo lugar en el patio Clemente XIV de la residencia
apostólica y fue seguida también desde la plaza de esta pequeña ciudad distante unos
30 kilómetros de Roma.
El centro de la catequesis fue la figura de San Juan
Eudes, “apóstol infatigable de la devoción a los sagrados Corazones de Jesús y María,
en un tiempo, el siglo XVII dominado por ideologías que promovían “el desprecio por
la fe cristiana”. Un periodo en el que Europa estaba devastada por las guerras y –
puntualizó el Papa – también las almas.
Sin embargo, al mismo tiempo “el Espíritu
Santo suscitaba una renovación espiritual llena de fervor con personalidades de alto
relieve”. Entre ellas estaba San Juan Eudes: nacido en Normandía en 1601, testigo
ardiente del Evangelio hasta su muerte ocurrida en 1680.
Otros santos de la
época, recordados por el Pontífice en la catequesis fueron san Vicente de Paúl y san
Luís María Griñón de Montfort, quienes conformaron esa “escuela de santidad francesa”
que tuvo entre otros frutos a san Juan María Vianney. De hecho, Benedicto XVI subrayó
el misterio de la providencia cuando su predecesor, el Papa Pío XI, proclamó juntos
como santos al Cura de Ars y a Juan Eudes
En la ciudad
universitaria di Caén, continuó diciendo el Papa, san Juan Eudes fundó su primer seminario,
experiencia que fue muy apreciada y que pronto se extendió a otras diócesis. El camino
de santidad que él recorrió y que propuso a sus discípulos, tenía como cimiento una
sólida confianza en el amor que Dios ha revelado a la humanidad en el Corazón sacerdotal
de Cristo y en el Corazón maternal de María.
En aquél tiempo de crueldad,
de pérdida de vida interior, Juan Eudes se dirigió al corazón, para decir al corazón
una palabra de los salmos muy bien interpretada por San Agustín. Quería atraer a las
personas, a los hombres, y sobre todo a los futuros sacerdotes hacia el corazón, mostrando
el Corazón sacerdotal de Cristo y el Corazón maternal de María. Todo sacerdote debe
ser testimonio de este amor de Jesús y de María. Y llegamos así a este tiempo nuestro
“Los fundamentos
puestos en la formación de los seminaristas – reveló Benedicto XVI – constituyen ese
insustituible “humus espiritual”, en el “aprender a Cristo”, dejándose configurar
progresivamente a Él, único Sumo sacerdote y Buen Pastor. El tiempo del seminario
– continuó diciendo el Papa - hay que verlo como una actualización del momento en
el que Jesús, después de haber llamado a los apóstoles y antes de enviarles a predicar,
les pide que estén con Él”
Al final de
la catequesis Benedicto XVI invitó a los fieles a orar en este Año sacerdotal “por
aquellos que se preparan para recibir el don extraordinario del sacerdocio” y con
las palabras de San Juan Eudes se dirigió a los presbíteros: “Dónense a Jesús, para
entrar en la inmensidad de su gran Corazón, que contiene el Corazón de su Madre y
de todos los Santos, para introducirse en este abismo de amor, de caridad, de misericordia,
de humildad, de pureza, de paciencia, de sumisión y de santidad”.
Al final
de la catequesis en italiano, el Santo Padre saludó en varias lenguas a los fieles
presentes en el patio de la residencia apostólica de Castel Gandolfo e hizo una síntesis
de su enseñanza. Estas fueron sus palabras en español