El Papa subraya en Aosta que una sociedad sin Dios es incapaz de encontrar el camino
para afrontar la crisis económica, ni los dramas e injusticias actuales
Sábado, 25 jul (RV).- Una sociedad sin Dios es una sociedad ''sin brújula'', incapaz
de encontrar la orientación para afrontar la crisis económica del presente, pero también
los dramas, los sufrimientos, las injusticias que sufre el mundo: lo dijo Benedicto
XVI, en su homilía de las Vísperas celebradas ayer en la Catedral de Aosta con el
clero y los fieles de la Diócesis.
“Si Dios falta, si se prescinde de Dios,
si Dios está ausente, falta el brújula para mostrar el conjunto de todas las relaciones,
para encontrar el camino, la orientación hacia donde ir”. Es por ello, subrayó el
Papa- que debemos llevar nuevamente al mundo la realidad de Dios, darlo a conocer,
pues a pesar de que todos saben que hay un solo Dios, muchas veces lo sienten lejano,
incluso ausente de nuestra cotidianidad. En esto consiste la evangelización, en acercar
a ese Dios que se siente lejano, mostrar su rostro y su verdadero poder en el mundo,
su omnipotencia, frente a los poderes más cercanos.
“Debemos aprender
que la omnipotencia de Dios no es un poder arbitrario, por que Dios es el bien, es
la Verdad, y por lo tanto no puede actuar contra el bien, no puede actuar contra la
verdad, no puede actuar contra el amor y contra la libertad porque Él mismo es el
bien, es el amor, es la verdadera libertad”.
Benedicto XVI explicó
que en el mundo de hoy cuando se habla de poder se piensa al poder económico y militar.
Para ilustrar esta idea el Pontífice puso como ejemplo la pregunta de Stalin, ¿cuantos
ejércitos tiene el Papa?, caracteriza aun hoy la idea media de poder, es decir, tiene
poder quien puede ser peligroso, amenazar y destruir. Pero el verdadero poder- precisó
el Papa "es la misericordia y el perdón".
Con la encarnación -afirmó
el Santo Padre- se muestra el verdadero poder divino, que se hace cercano a los sufrimientos
del hombre. “Debo entrar a este mundo para oponer al océano del mal un océano mas
grande, el océano del bien y del amor”.
En el marco del Año Sacerdotal,
en el intenso momento de oración con el clero de esta diócesis italiana, el Papa hizo
hincapié en que «san Pablo describe el apostolado como sacerdocio», destacando que
«la función del sacerdocio es la de consagrar el mundo, para que el mundo sea Hostia
viva, para que el mundo sea liturgia. Y que la Liturgia no sea algo marginal en la
realidad del mundo». Es la «liturgia cósmica», gran visión también de Teilhard de
Chardin, dijo el Santo Padre dirigiéndose, en especial, a los sacerdotes, con estas
palabras: «Roguemos al Señor para que nos ayude a ser sacerdotes en este sentido,
ayudando en la transformación del mundo, en adoración de Dios empezando por nosotros
mismos ¡Que nuestra vida hable de Dios; que nuestra vida sea realmente liturgia, anuncio
de Dios, puerta en la que el Dios lejano se vuelve cercano, y que sea verdadero don
de nosotros mismos a Dios!».
Renovando su invitación a rezar a Dios
para que el mundo experimente siempre la plenitud de su amor, el Papa se refirió a
las diversas formas de hambre que sufre la humanidad, recordando las palabras del
obispo de Aosta, sobre los problemas de tantas familias también esta región:
«Abre
tu mano, que sacie a todo ser vivo. ¡Cuánta hambre hay en la tierra! Hambre de pan
en tantas partes del mundo – su excelencia ha hablado también de los sufrimientos
de las familias aquí – hambre de justicia, hambre de amor. Y con esta oración, roguemos
a Dios: ¡Abre tu mano y sacia realmente el hambre de todo ser viviente. Que sacie
nuestra hambre de la verdad y de tu amor! Así sea Amén».
Al terminar
la celebración, desde un palco colocado en el atrio de la Catedral, Benedicto XVI
saludó y bendijo, a los centenares de fieles presentes, en la plaza que lleva del
nombre del Papa Juan XXIII.
El Papa les deseó 'buenas vacaciones'
y, mirando su muñeca enyesada agregó sonriendo: “os deseo buenas vacaciones sin accidentes”.
Saludo
del obispo de Aosta
El primero en acoger al Papa ha sido el obispo
de Aosta, Giuseppe Anfossi, quien ha manifestado la felicidad de todos por poder rezar
las Vísperas con el Pontífice. “Es bello orar con el Papa, es un honor que recordaremos
siempre” ha dijo, agregando que el hecho que el Papa presida una liturgia en “nuestra
Iglesia madre” es una gracia: “una gracia que nos coloca en comunión con la Iglesia
universal; orando con el sucesor de Pedro nos sentimos confirmados en la fe, sostenidos
en la esperanza y comprometidos en la caridad”.
Esta Catedral tiene
una larga historia, ha proseguido diciendo el obispo de Aosta, señalando que la estructura
actual, tiene mil años. Esta catedral es desde hace quince siglos lugar de culto,
y desde hace dieciséis años, de Eucaristía. “¡Cuantos obispos y sacerdotes han entrado
aquí, y han ejercitado el ministerio episcopal y sacerdotal; cuántos obispos, sacerdotes,
religiosos, religiosas y sobre todo fieles han recibido los sacramentos y orado!”
ha recordado el prelado señalando de manera particular a san Anselmo.
“Hoy
es hermoso pensar que la Iglesia Catedral fuese al inicio la casa de una familia”,
ha señalado después recordando a las familias de hoy que sufren. “Deseo –ha dicho-
que sus sufrimientos, acompañados de nuestra y vuestra oración, puedan en el porvenir
regenerar esta bellísima comunidad, iglesia doméstica, familia fundada en el matrimonio,
y pido para que pueda recuperar la belleza a la que Cristo nuestro Señor la ha llamado”.