2009-07-14 16:52:31

Dolor en Santander por el asesinato de un sacerdote español en Cuba


Martes, 14 jul (RV).- El sacerdote español Mariano Arroyo Merino, de 74 años, párroco de la localidad habanera de Regla, murió acuchillado la madrugada del lunes, según informó el arzobispado de La Habana.

Por su parte, el Obispado de Santander, por medio de una nota de prensa, manifiesta su profundo dolor, tanto su Pastor, Mons. Vicente Jiménez como la comunidad diocesana, por el asesinato, ayer por la mañana en la Habana (Cuba), del sacerdote cántabro, D. Mariano Arroyo Merino.

Este misionero “natural de Cabezón de la Sal, fue asesinado en la Casa Parroquial del Santuario Nacional de La Virgen de Regla, en La Habana. “El obispo de Santander, Mons. Vicente Jiménez, junto con toda la comunidad diocesana, expresa “su profundo dolor y su más enérgica protesta” por el asesinato del sacerdote cántabro, D. Mariano Arroyo Merino, perpetrado en la mañana de ayer, 13 de julio, en la casa parroquial del Santuario Nacional de La Virgen de Regla, del que era rector, en el arzobispado de San Cristóbal de La Habana (Cuba).

“El prelado de la Iglesia de Cantabria ha añadido que “en estos momentos tristes, desde la fe se une en dolor humano, en la oración y en la esperanza cristiana a toda su familia, amigos y a la archidiócesis de San Cristóbal de La Habana, donde ejercía su ministerio este buen sacerdote entregado al servicio del Evangelio y de los más pobres, débiles y necesitados”. Al mismo tiempo, “pedimos a Dios, autor de la vida, que conceda el descanso eterno a este fiel servidor de la Iglesia y convierta el corazón de piedra en corazón de carne de los causantes de esta triste muerte, que es semilla del Reino de Dios”, precisó Mons. Jiménez”.

También en la capital de España, según leemos en el comunicado del Arzobispado de la archidiócesis: “el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, sus obispos auxiliares, y el clero diocesano, manifiestan su profundo dolor ante tan trágica pérdida, al tiempo que deploran las circunstancias de su muerte. D. Mariano Arroyo era un magnífico sacerdote, cercano a los pobres, hombre profundamente religioso, entregado a su ministerio, que ha dejado siempre una profunda huella evangélica en cuantos le conocieron.
 
Al tiempo que encomiendan al Señor su descanso eterno, manifiestan a la familia de D. Mariano Arroyo su unión en el dolor por la pérdida del ser querido, y asimismo en la esperanza cristiana de la vida eterna; piden a todos los diocesanos que eleven oraciones por este buen sacerdote que entregó su vida al servicio de Cristo y de la Iglesia hasta el final. Y piden a la Virgen Santísima, bajo las advocaciones de la Almudena, patrona de Madrid, y del Cobre, Patrona de Cuba, su consuelo y su fortaleza para familiares, feligreses y cuantos tuvieron la gracia de encontrarse con este ejemplar misionero.
 
Su cadáver será trasladado a España, donde recibirá cristiana sepultura”.

Biografía
D. Mariano Arroyo había nacido en 1935 en la localidad cántabra de Cabezón de la Sal, y fue ordenado sacerdote, en 1960, en Comillas. De 1962 a 1968 fue misionero en Santiago de Chile. En 1969 se trasladó a Madrid, donde trabajó en la parroquia de María Mediadora hasta 1979, fecha en la que regresó a Chile. En 1983 pidió y le fue concedida la incardinación en la archidiócesis de Madrid.

Su trabajo misionero en América Latina lo ha desarrollado a través de la OCSHA. Tanto en sus estancias en Chile como en la diócesis de San Cristóbal de la Habana (Cuba), siempre estuvo integrado en los respectivos presbiterios diocesanos y a disposición del obispo de la diócesis. En Cuba, el Cardenal de La Habana le fue encomendando diversas tareas pastorales: en 1998, párroco de Nuestra Señora del Pilar, y en diciembre de 2004, rector y párroco del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Regla, donde ha permanecido hasta su muerte. Asimismo, en La Habana ha sido asesor del Movimiento de Trabajadores Cristianos, y director del Instituto de ciencias religiosas “Padre Félix Varela”. Y ha formado parte del Consejo Nacional de Misiones, como signo evidente de su compromiso misionero, que le llevó a cooperar con otras iglesias en formación.







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