Dolor en Santander por el asesinato de un sacerdote español en Cuba
Martes, 14 jul (RV).- El sacerdote español Mariano Arroyo Merino, de 74 años, párroco
de la localidad habanera de Regla, murió acuchillado la madrugada del lunes, según
informó el arzobispado de La Habana.
Por su parte, el Obispado de Santander,
por medio de una nota de prensa, manifiesta su profundo dolor, tanto su Pastor, Mons.
Vicente Jiménez como la comunidad diocesana, por el asesinato, ayer por la mañana
en la Habana (Cuba), del sacerdote cántabro, D. Mariano Arroyo Merino.
Este
misionero “natural de Cabezón de la Sal, fue asesinado en la Casa Parroquial del Santuario
Nacional de La Virgen de Regla, en La Habana. “El obispo de Santander, Mons. Vicente
Jiménez, junto con toda la comunidad diocesana, expresa “su profundo dolor y su más
enérgica protesta” por el asesinato del sacerdote cántabro, D. Mariano Arroyo Merino,
perpetrado en la mañana de ayer, 13 de julio, en la casa parroquial del Santuario
Nacional de La Virgen de Regla, del que era rector, en el arzobispado de San Cristóbal
de La Habana (Cuba).
“El prelado de la Iglesia de Cantabria ha añadido que
“en estos momentos tristes, desde la fe se une en dolor humano, en la oración y en
la esperanza cristiana a toda su familia, amigos y a la archidiócesis de San Cristóbal
de La Habana, donde ejercía su ministerio este buen sacerdote entregado al servicio
del Evangelio y de los más pobres, débiles y necesitados”. Al mismo tiempo, “pedimos
a Dios, autor de la vida, que conceda el descanso eterno a este fiel servidor de la
Iglesia y convierta el corazón de piedra en corazón de carne de los causantes de esta
triste muerte, que es semilla del Reino de Dios”, precisó Mons. Jiménez”.
También
en la capital de España, según leemos en el comunicado del Arzobispado de la archidiócesis:
“el cardenal arzobispo de Madrid, Antonio Mª Rouco Varela, sus obispos auxiliares,
y el clero diocesano, manifiestan su profundo dolor ante tan trágica pérdida, al tiempo
que deploran las circunstancias de su muerte. D. Mariano Arroyo era un magnífico sacerdote,
cercano a los pobres, hombre profundamente religioso, entregado a su ministerio, que
ha dejado siempre una profunda huella evangélica en cuantos le conocieron. Al
tiempo que encomiendan al Señor su descanso eterno, manifiestan a la familia de D.
Mariano Arroyo su unión en el dolor por la pérdida del ser querido, y asimismo en
la esperanza cristiana de la vida eterna; piden a todos los diocesanos que eleven
oraciones por este buen sacerdote que entregó su vida al servicio de Cristo y de la
Iglesia hasta el final. Y piden a la Virgen Santísima, bajo las advocaciones de la
Almudena, patrona de Madrid, y del Cobre, Patrona de Cuba, su consuelo y su fortaleza
para familiares, feligreses y cuantos tuvieron la gracia de encontrarse con este ejemplar
misionero. Su cadáver será trasladado a España, donde recibirá
cristiana sepultura”.
Biografía D. Mariano Arroyo
había nacido en 1935 en la localidad cántabra de Cabezón de la Sal, y fue ordenado
sacerdote, en 1960, en Comillas. De 1962 a 1968 fue misionero en Santiago de Chile.
En 1969 se trasladó a Madrid, donde trabajó en la parroquia de María Mediadora hasta
1979, fecha en la que regresó a Chile. En 1983 pidió y le fue concedida la incardinación
en la archidiócesis de Madrid.
Su trabajo misionero en América Latina lo ha
desarrollado a través de la OCSHA. Tanto en sus estancias en Chile como en la diócesis
de San Cristóbal de la Habana (Cuba), siempre estuvo integrado en los respectivos
presbiterios diocesanos y a disposición del obispo de la diócesis. En Cuba, el Cardenal
de La Habana le fue encomendando diversas tareas pastorales: en 1998, párroco de Nuestra
Señora del Pilar, y en diciembre de 2004, rector y párroco del Santuario Nacional
de Nuestra Señora de Regla, donde ha permanecido hasta su muerte. Asimismo, en La
Habana ha sido asesor del Movimiento de Trabajadores Cristianos, y director del Instituto
de ciencias religiosas “Padre Félix Varela”. Y ha formado parte del Consejo Nacional
de Misiones, como signo evidente de su compromiso misionero, que le llevó a cooperar
con otras iglesias en formación.