2009-07-07 14:18:31

Encíclica Caritas in veritate: La Caridad en la verdad, principal fuerza propulsora para el verdadero desarrollo de cada persona y de la humanidad


Martes, 7 jul (RV).- Esta mañana a las once y media, se presentó en la sala de prensa de la Santa sede, la Encíclica del Santo Padre Benedicto XVI con el título, “Caritas in Veritate”. Intervinieron en la presentación el cardenal Renato Martino, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, el cardenal Paul Josef Cordes, presidente del Pontificio Consejo Cor Unum, mons. Giampaolo Crepaldi, secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Stefano Zamagni, profesor ordinario de economía Política de la universidad de Bolonia, consultor del Pontificio Consejo Justicia y Paz.



En las declaraciones del presidente del dicasterio por la Justicia y la Paz, afirmó que al inicio la Caritas in Veritate elPapa la había pensado como una conmemoración por los 40 años de la Populorum progressio de Pablo VI, sólo que su redacción necesitó mucho más tiempo, y la fecha del 2007 año que se celebró este aniversario fue superado. Pero esto no elimina el lazo importante con la encíclica paolina evidente ya desde el hecho que la Caritas in veritate se le llama una encíclica “sobre el desarrollo humano integral en la caridad y en la verdad”.



“Unión evidente en el primer capítulo de la encíclica, que se dedica a retomar la Populorum Progressio, y a releer la enseñanza dentro del magisterio total de Pablo VI. El tema de la Caritas in Veritate no es el desarrollo de los pueblos, sino el desarrollo humano integral, sin que éste conlleve a un descuido del primero. Se puede decir por tanto, que la perspectiva de la Populorum Progressio se alarga, en continuidad con sus dinámicas profundas”.



Además el purpurado dijo que no creer que se deba olvidar que la Caritas in veritate demuestra con claridad no sólo que el pontificado de Pablo VI no fue representado por ningún “arredramiento “ sobre la doctrina social de la Iglesia, como se dijo muy a menudo, sino que más bien este Papa contribuyó en modo significativo en impostar la visión de la Doctrina Social de la Iglesia sobre el camino de la Gaudium et spes y de la tradición precedente y constituyó las bases, sobre las cuales se pudo introducir luego Juan Pablo II.



“No debe dejarse escapar la importancia de estas evaluaciones de la Caritas in Veritate, que eliminan tantas interpretaciones que han pesado y pesan aún hoy día, sobre el uso de la Doctrina Social de la Iglesia, y sobre la idea de su naturaleza y utilidad. La Caritas in Veritate pone a la luz como Pablo VI había unido estrechamente la doctrina social de la Iglesia con la Evangelización, Evangelii Nuntiandi, y había previsto la importancia central que habrían asumido en las problemáticas sociales los temas unidos a la procreación, (Humanae Vitae).



Más adelante, el purpurado afirmó que dentro de este humanismo integral, la Caritas in veritate habla también de la actual crisis económica y financiera. La prensa demostró su interés sobretodo en este aspecto y los periódicos se preguntaron que habría dicho la encíclica al respecto.





“Quisiera decir que el tema central de la encíclica no es este. Pero la Caritas Veritate no lo dejó de lado. Afrontó la problemática, no en un sentido técnico, sino evaluándola a la luz de posprincipios de reflexión y de los criterios de juicio de la Doctrina Social de la Iglesia y dentro de una visión más general de la economía, de sus fines y de la responsabilidad de sus actores. La crisis en acto pone en evidencia, según la Caritas Veritate que la necesidad de volver a pensar también al modelo económico llamado “occidental” solicitada por la Centesimus annus hace 20 años no fue actuado en profundidad. Y esto lo afirma luego de haber aclarado, como ya había previsto Pablo VI, y como hoy día podemos apreciar, que el problema del desarrollo se convirtió en policéntrico y el cuadro de las responsabilidades, de los meritos y las culpas se ha articulado.



Por último, el cardenal Martino en su intervención esta mañana, dijo que en el título de la Caritas in veritate aparecen los dos términos fundamentales del magisterio de Benedicto XVI, la caridad y la verdad. Estos dos términos han marcado todo su magisterio en estos años de pontificado, porque representan la misma esencia de la revelación cristiana. Éstos en su conexión, son el motivo fundamental de la dimensión histórica y pública del cristianismo, son el origen de la doctrina social de la Iglesia. De hecho dijo por último, por éste lazo estrecho con la verdad, la caridad se puede reconocer como expresión auténtica de humanidad y como elemento de importancia fundamental en las relaciones humanas, incluso en las de naturaleza pública. Sólo en la verdad la caridad resplandece y puede ser vivida auténticamente.



Por su parte el presidente del Pontifico Consejo Cor Unum, cardenal Paul Josef Cordes, afirmó que el corazón de la doctrina social es siempre el hombre. En una primera fase la atención de esta disciplina se había orientado en las situaciones problemáticas de la sociedad, el reglamento del trabajo, acceso a un salario equitativo, representación de los trabajadores. Más tarde estas problemáticas se afrontaron a nivel internacional: como el desequilibrio entre ricos y pobres, el desarrollo, las relaciones internacionales.



“Con la acentuación teológica se acerca con más fuerza, con Juan XXIII la pregunta sobre la recaída de todo esto sobre el hombre. Juan Pablo II reforzó ulteriormente esta conciencia centrándose en el problema antropológico de la reflexión social. Este aspecto está presente en este documento: el primer capital por salvaguardar y por valorizar es el hombre, en su integridad, “la cuestión social se ha convertido radicalmente en una cuestión antropológica.



El purpurado afirmó además que para que el progreso exista verdaderamente, el hombre debe crecer completamente: y en el texto se hace referencia al ambiente, al mercado, a la globalización, a la cuestión ética, a la vida, a la cultura, o sea a los diversos ámbitos en los cuales el hombre explica su actividad. La cuestión antropológica implica que se debe responder a una pregunta central, ¿qué hombre queremos promover? ¿Se puede considerar un desarrollo verdadero aquel que encierra al hombre en un horizonte intra terrenal, hecho sólo de bienestar material, y que se extiende desde la cuestión de los valores, de los significados, del infinito al cuál ha sido llamado el hombre?



“En la lógica de esta encíclica se presenta un pasaje ulterior, tal vez una tercera fase de la reflexión de la doctrina social. No es una casualidad que se puso la caridad como punto por desarrollar, por tanto, la caridad divina que responde como acto humano es una virtud teologal. El hombre entonces no es sólo un objetivo de un proceso, sino un sujeto de este proceso. El hombre que ha conocido Cristo es el actor del cambio para que la doctrina social no sea una carta muerta. Escribe Benedicto XVI: “el desarrollo es imposible sin hombres rectos, sin agentes económicos y hombres políticos que viven fuertemente en sus conciencias el llamamiento al bienestar común.



Para concluir con su intervención el cardenal Cordes dijo que es en este momento en que se está en directa continuidad con la encíclica Deus caritas est, que en su segunda parte, consideró las características de quien trabaja en los organismos caritativos. Y así el horizonte se amplia al mundo de la vida pública, al que asistimos muy a menudo, dijo, la diferencia entre el norte y el sur, fenómenos muy conocidos para todos, y que impiden el crecimiento de un pueblo, la corrupción y la ilegalidad, la sed del poder.



El pecado de los orígenes, como recuerda nuestro texto, impide en muchos lugares la construcción de la sociedad. Incluso en quien la conduce. No se puede afrontar la cuestión social sin referirse a la cuestión ética. La Encíclica se refiere al hombre nuevo en el sentido bíblico. No existe una sociedad sin hombres nuevos. La doctrina social, dijo por último el purpurado, no permanece sólo como un papel o ideología sólo si los cristianos no están dispuestos a vivirla en la caridad, con la ayuda del Dios.








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