Ángelus: El Papa auspicia una renovación interior de todos los sacerdotes para que
den testimonio evangélico en el mundo de hoy
Domingo, 28 jun (RV).- Fiel a su cita dominical con los fieles, Benedicto XVI se ha
asomado a mediodía a la ventana de su estudio que da a la plaza de San Pedro, para
dirigir el rezo del Ángelus. En su alocución antes de la oración mariana, el Papa
ha recordado que con la celebración de las Primeras Vísperas de la Solemnidad de los
Santos Apóstoles Pedro y Pablo -que presidirá a las seis de esta tarde en la Basílica
papal de San Pablo Extramuros-, se clausura el Año Paulino, convocado por el mismo
Pontífice en el bimilenario del nacimiento del Apóstol de las gentes.
“Ha sido
un verdadero tiempo de gracia en el que mediante las peregrinaciones, las catequesis,
las numerosas publicaciones, y las distintas iniciativas –ha dicho el Pontífice- la
figura de san Pablo se ha vuelto a proponer en toda la Iglesia y su vibrante mensaje
ha reanimado y reforzado en cualquier parte, a las comunidades cristianas, la pasión
por Cristo y por el Evangelio. Demos por tanto gracias a Dios por el Año Paulino y
por todos los dones espirituales que nos ha traído”.
La divina Providencia
-ha proseguido diciendo el Santo Padre- ha dispuesto que precisamente hace pocos días,
el pasado 19 de junio, solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús, fuera inaugurado otro
año especial: el Año Sacerdotal, en ocasión del 150 aniversario de la muerte -dies
natalis- de Juan María Vianney, el santo Cura de Ars.
Para el Papa esta
celebración ha significado “un ulterior impulso espiritual y pastoral, que ciertamente
dará tantos beneficios al pueblo cristiano y especialmente al clero”. En este sentido
el Papa se ha preguntado cuál es la finalidad del Año Sacerdotal. “Como ya he escrito
en la pertinente carta que he enviado a los sacerdotes –ha señalado Benedicto XVI-
este año quiere contribuir a promover el compromiso de renovación interior de todos
los sacerdotes para un más fuerte e incisivo testimonio evangélico en el mundo de
hoy”.
A este respecto, el Apóstol Pablo constituye un modelo espléndido a imitar,
no sólo en la concreción de la vida, la suya de hecho es extraordinaria -ha afirmado
Benedicto XVI- sino en el amor por Cristo, en el celo por el anuncio del Evangelio,
en la entrega a la comunidad, en la elaboración de eficaces síntesis de teología pastoral.
San
Pablo es ejemplo de sacerdote totalmente identificado con su ministerio, como después
lo fue también el Santo Cura de Ars, conciente de ser portador de un tesoro inestimable,
es decir, el mensaje de la salvación, pero de llevarlo en una “vasija de creta”; por
ello es fuerte y humilde a la vez, íntimamente persuadido que todo es mérito de Dios,
que todo es por su gracia.
“El amor de Cristo nos posee” -ha dicho el Papa,
recordando las palabras que escribe el Apóstol- y esto bien puede ser el lema de todo
sacerdote “forzado por el Espíritu”, para hacer de él un fiel administrador de los
misterios de Dios: “el presbítero -ha señalado el Santo Padre- deber ser todo de Cristo
y todo de la Iglesia, a la cual está llamado a dedicarse con amor indivisible, como
un esposo fiel hacia su esposa”.
El Pontífice, junto a los santos apóstoles
Pedro y Pablo, ha invocado la intercesión de la Virgen María, para que obtenga del
Señor abundantes bendiciones para los sacerdotes durante este Año Sacerdotal que acaba
de iniciar: “Que Nuestra Señora, que Juan María Vianney tanto amó e hizo amar a sus
feligreses, ayude a cada sacerdote a reavivar el don de Dios que está en él, en virtud
de la santa Ordenación, para que así crezca en la santidad y esté preparado a dar
testimonio, -si es necesario, hasta el martirio-, de la belleza de su total y definitiva
consagración a Cristo y a la Iglesia”.
Después del rezo mariano del Ángelus
y el responso por los fieles difuntos el Santo Padre ha saludado en distintas lenguas
a los fieles y peregrinos presentes en la plaza de San Pedro. Éstas han sido sus palabras
en español: Saludo con afecto a
los fieles de lengua española, y de modo particular a los miembros del “Instituto
Misioneras y Misioneros Identes”, venidos a Roma para dar gracias a Dios por la celebración
del cincuenta aniversario de su fundación. Invito a todos a fortalecer vuestra fe
y esperanza, mediante el trato asiduo con Cristo en la oración, para llevar a todo
el mundo el testimonio de vuestro amor a Dios. Feliz domingo.