2009-06-26 13:24:42

Reflexiones en familia


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Jueves, 25 jun (RV).- El pasado mes de mayo se celebró en la ciudad de Quito un encuentro internacional de los departamentos episcopales de Migración y de las Caritas de América y Europa. De este encuentro se produce una declaración de las Caritas nacionales de Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, España, Italia y Estados Unidos, en ella subrayan la condición de los migrantes como personas diferentes, pero no desiguales, y en todo caso necesarios.

La realidad de la migración está llena, tanto de oportunidades como de incertidumbres y peligros para las personas que se ponen en camino. En América Latina y el Caribe este signo de los tiempos, resultado de causas económicas, políticas y de violencia, constituye un fenómeno a veces dramático que afecta a millones de personas: emigrantes, desplazados y refugiados.

La Iglesia católica, preocupada por el bienestar integral de estos hermanos y hermanas imagen del Cristo sufriente, les acompaña y desea servirles cada vez mejor en las distintas fases del proceso migratorio. Este servicio pastoral es expresión de la caridad de una comunidad que se siente fraternidad "sin fronteras, Iglesia familiar" y que, reconociendo la emigración como un derecho, quiere preservar la dignidad humana del migrante en toda circunstancia.

En EE.UU., país constituido en una larga historia de procesos migratorios, la atención pastoral específica a los que llegan de fuera cuenta con una rica experiencia de iniciativas y de respuestas institucionales contrastadas y en permanente proceso de renovación. En Europa, siendo relativamente nueva la llegada de fuertes flujos migratorios desde América Latina, la primera preocupación ha sido ayudar al migrante frente a los riesgos de precariedad social y económica, fortaleciendo su integración social. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos realizados, la integración eclesial resulta todavía en muchos casos débil e incipiente.

Por otra parte, es importante que nuestros países andinos afronten con decisión la creciente migración regional, que suma cada año miles de migrantes, desplazados y refugiados, superando conflictos y apostando por el desarrollo y la paz entre nuestros pueblos.

En el documento conclusivo del encuentro de los obispos encargados de la Migración y de las Caritas de América y Europa, se subrayan algunos elementos fundamentales para acoger y entender la realidad de los migrantes, que en la mayoría de las ocasiones son familias enteras, cuyo miembros sufren las consecuencias de un nuevo entorno, otras actividades, nuevos amigos, por no hablar del proceso de duelo por todo aquello que se dejó atrás.

Entre las sugerencias para fortalecer la atención pastoral a los migrantes, se recomienda superar, tanto por parte del migrante como de la sociedad de acogida, una valoración economicista de la migración, dando paso a una visión de la misma como un derecho y una posibilidad de desarrollo humano integral.

El magisterio católico ha afirmado con claridad el derecho del migrante a que se respete su identidad cultural en el proceso de acompañamiento pastoral. Pero también se considera necesario prestar una atención especial a la dimensión religiosa de la vida del migrante, con "una actitud hospitalaria y acogedora, que los aliente a integrarse en la vida eclesial, salvaguardando siempre su libertad y su peculiar identidad cultural".

Por último, el documento conclusivo da cuenta de un agradecimiento especial de la Iglesia con todos aquellos que durante tanto tiempo han trabajado y trabajan a favor de nuestros hermanos migrantes. Queremos renovar nuestro compromiso personal y eclesial con ellos, con sus familias y comunidades. Estamos convencidos de que la migración, antes que un problema, es ya un motivo de esperanza y una oportunidad para construir juntos un mundo mejor, más fraterno y solidario.



Textos: Alma García

Locución: Alina Tufani








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