El Papa visita a enfermos y personal de la Casa Alivio del Sufrimiento, un lugar de
oración y ciencia, donde el género humano se encuentra en Cristo
Domingo, 21 jun (RV).- Esta tarde el Papa tuvo un encuentro en la Casa de Alivio del
Sufrimiento, con los enfermos, el personal sanitario y los dirigentes del Hospital.
“En esta mi visita a San Giovanni Rotondo, no podía faltar un alto en la Casa de Alivio
del Sufrimiento, ideada y querida por san Pío de Pietrelcina como “lugar de oración
y de ciencia, donde el género humano se encuentre en Cristo Crucificado como una sola
grey con un solo pastor”… Es justamente por esto que quiso confiarla al apoyo material
y sobre todo espiritual de los Grupos de Oración, que aquí tienen el centro de su
misión al servicio de la Iglesia. Padre Pío quería que en esta adecuada infraestructura
sanitaria se pudiese experimentar que el compromiso de la ciencia en el curar a los
enfermos no debe separarse jamás de una filial confianza hacia Dios, infinitamente
tierno y misericordioso. Inaugurándola, el 5 de mayo de 1956, la definió “criatura
de la Providencia” y hablaba de esta institución como de “una semilla echada por Dios
sobre la tierra, que Él calentará con los rayos de su amor”.
A los
médicos, personal sanitario y demás dirigentes, el Santo Padre agradeció el bien que,
desde hace más de cincuenta años -fieles a las disposiciones de un humilde fraile
capuchino- cumplen en la “Casa de Alivio del Sufrimiento”, con resultados reconocidos
en el plano científico y médico.
El Papa reflexionó sobre cada vez
que se entra en un lugar de terapia, cuando el pensamiento se dirige naturalmente
al misterio de la enfermedad y del dolor, a la esperanza de la curación y al valor
inestimable de la salud, del cual a menudo nos damos cuenta sólo cuando nos falta.
En los hospitales - agregó- se experimenta lo precioso de nuestra existencia, pero
también su fragilidad. Siguiendo el ejemplo de Jesús, que recorría toda Galilea, “curando
toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (Mt 4,23), la Iglesia, desde sus inicios,
movida por el Espíritu Santo, ha considerado un propio deber y privilegio estar junto
a quien sufre, cultivando una atención preferencial por los enfermos.
La
enfermedad, que se manifiesta de tantas formas y golpea de maneras diversas, suscita
preguntas inquietantes, constató Benedicto XVI: ¿Por qué sufrimos? ¿Puede considerarse
positiva la experiencia del dolor? ¿Quién nos puede librar del sufrimiento y de la
muerte? Interrogantes existenciales, observó el Papa, que la mayoría de veces permanecen
humanamente sin respuesta, ya que el sufrimiento constituye un enigma inescrutable
a la razón. El sufrimiento forma parte del misterio mismo de la persona humana…
“Es
cuanto he subrayado en la Encíclica Spe salvi, notando que “ella deriva de una parte,
de nuestra finitud, de otra, de la cantidad de culpa que, a lo largo de la historia
se ha acumulado y que también en la actualidad crece de modo incesante”. Y he agregado
que “es ciertamente necesario hacer todo lo posible para disminuir el sufrimiento...
pero eliminarlo completamente del mundo no se encuentra entre nuestras posibilidades
simplemente porque… ninguno de nosotros es capaz de eliminar el poder del mal… continua
fuente de sufrimiento”.
Quien puede eliminar el poder del mal es sólo
Dios, sentenció el Papa. Justamente por el hecho que Jesucristo vino al mundo para
revelarnos el designio divino de nuestra salvación, la fe nos ayuda a penetrar en
el sentido de todo lo humano y por la tanto también del sufrir. Existe una íntima
relación entre la Cruz de Jesús - símbolo del supremo dolor y precio de nuestra verdadera
libertad - y nuestro dolor, que se transforma y se vuelve sublime cuando es vivido
con la certeza de la cercanía y de la solidaridad de Dios.
Padre Pío
había intuido tal profunda verdad y, en el primer aniversario de la inauguración de
esta Obra, dijo que en esta “el doliente debe vivir el amor de Dios por medio de la
sabia aceptación de sus dolores, de la serena meditación de su destino en Él”.
Al
final de su discurso, el Pontífice invitó a todos a ser “reservas de amor”: pacientes,
médicos, sacerdotes, dijo, serán reservas de amor, que mientras más abundante sea
en unos, más se comunicará a los otros. Es esta la misión a la que Padre Pío llama
esta tarde a todos los que forman parte de la gran familia de la Casa de Alivio del
Sufrimiento. Que el Señor, pidió el Papa, les ayude a realizar el proyecto iniciado
por el Santo de Pietrelcina con el aporte de todos: de los médicos y de los investigadores
científicos, de los operadores sanitarios y de los colaboradores, de los voluntarios
y de los benefactores, de los frailes capuchinos y de los demás sacerdotes, sin olvidar
los grupos de oración que, “aunados a la Casa de Alivio, son la vanguardia de esta
Ciudadela de la caridad, vivero de fe, foco de amor”... Sobre todos y cada uno
de ellos, Benedicto XVI invocó la intercesión de Padre Pío y la maternal protección
de María, Salud de los enfermos.