2009-05-28 13:54:41

Al recibir a los participantes en la Asamblea General de la Conferencia Episcopal Italiana, Benedicto XVI los exhorta a testimoniar a Jesucristo para afrontar la urgencia educativa


Jueves, 28 may (RV).- El Santo Padre Benedicto XVI se reunió este mediodía, en el aula del Sínodo del Vaticano, con los participantes en la asamblea general de la Conferencia episcopal italiana. En su alocución, el Pontífice los exhortó a testimoniar a Jesucristo, el Maestro, para afrontar la urgencia educativa –que llega a ser emergencia– en nuestro tiempo marcado por el relativismo y el nihilismo e impulsar el respeto de la vida y la caridad material, espiritual y cultural que brota del Evangelio, ante la crisis económica, de desempleo y de valores.

En efecto, con gran alegría por este encuentro que representa una cita anual el Obispo de Roma reiteró que su presencia confirma la comunión eclesial de la que vive la Iglesia y que se actúa también en la concordia de las iniciativas, de la acción pastoral y del compromiso misionero, que ha caracterizado el camino de la misma Iglesia en Italia después del Concilio. En particular, el Santo Padre se refirió al tema central de esta asamblea episcopal, es decir la tarea fundamental de la educación. Y lo hizo con las siguientes palabras:

“Como he reiterado en varias oportunidades, se trata de una exigencia constitutiva permanente de la vida de la Iglesia, que hoy tiende a asumir los rasgos de la urgencia e incluso de la emergencia”. Además, Benedicto XVI destacó la necesidad de un proyecto educativo que nazca de una coherente y completa visión del hombre, que puede brotar únicamente de la perfecta imagen y realización que nos brinda Jesucristo:

“Él es el Maestro en cuya escuela debemos descubrir la tarea educativa como una altísima vocación a la cual cada fiel está llamado, con diversas modalidades. En este tiempo en que es fuerte la fascinación de concepciones relativistas y nihilistas de la vida y se llega a poner en tela de juicio la legitimidad misma de la educación, la primera contribución que podemos ofrecer es la de testimoniar nuestra confianza en la vida y en el hombre, en su razón y en su capacidad de amar. Ella no es fruto de un ingenuo optimismo, sino que proviene de aquella ‘esperanza fiable’ (Spe salvi, 1), que se nos dona mediante la fe en la redención obrada por Jesucristo. En referencia a este fundado acto de amor por el hombre, puede surgir una alianza educativa entre todos aquellos que tienen responsabilidades en este delicado ámbito de la vida social y eclesial”.

El Papa les dijo también que la pastoral de la educación requiere educadores con autoridad y ejemplares a la vez que hizo hincapié en la importante tarea de la pastoral juvenil y en las dificultades que se presentan para formar auténticos cristianos. Dificultades que se “entrelazan con las de hacer crecer a hombres y mujeres responsables y maduros, en quienes la conciencia de la verdad y del bien y de su libre adhesión a estos valores”, tal como lo señaló Benedicto XVI, mientras los alentó a centrar el proyecto educativo en esta tarea pastoral, capaz de dar forma a un recorrido de crecimiento global, debidamente predispuesto y acompañado:

“Para ello, junto con un adecuado proyecto que indique el objetivo de la educación a la luz del modelo cumplido que se debe perseguir, se necesitan educadores autorizados, a los cuales las nuevas generaciones puedan mirar con confianza”.

“Sigan mi ejemplo, así como yo sigo el ejemplo de Cristo” (1 Cor 11,1). Es la invitación de San Pablo -que Benedicto XVI renovó también hoy a los obispos italianos- al recordar este Año paulino y el próximo Año sacerdotal, que va a inaugurar:

“Resulta, por lo tanto, singularmente feliz la circunstancia que nos ve ahora listos para celebrar, después del año dedicado al Apóstol de las gentes, un Año sacerdotal. Estamos llamados, junto con nuestros sacerdotes, a redescubrir la gracia y la tarea del ministerio presbiteral. Éste es un servicio a la Iglesia y al pueblo cristiano que exige una profunda espiritualidad. En respuesta a la vocación divina, esta espiritualidad debe alimentarse con la oración y una intensa unión personal con el Señor para poder servirlo en los hermanos, por medio de la predicación, los sacramentos, una vida ordenada de comunidad y la ayuda a los pobres. En todo el ministerio sacerdotal resalta, de tal forma, la importancia del compromiso educativo, para que crezcan personas libres y responsables, cristianos maduros y concientes”.

Reflexionando sobre el sentido de solidaridad, que cobra vitalidad cada vez más renovada en el espíritu cristiano, profundamente arraigado en el corazón de los italianos y que se expresa con particular intensidad en algunas circunstancias dramáticas, el Papa ha recordado el trágico terremoto que enlutó la región de los Abruzos. Evocando su vista a esta tierra tristemente herida y asegurando una vez más su cercanía espiritual, Benedicto XVI se refirió a la generosa respuesta que ha brindado la Conferencia Episcopal italiana a través de Caritas.

En el contexto de los efectos de la crisis financiera y económica que ha afectado duramente al escenario global y ha alcanzado en varias medidas a todos los países, el Papa recordó a quienes sufren con mayor intensidad. A los más débiles de la sociedad y a las familias. Ante todo ello, Benedicto XVI les manifestó su profundo aprecio y aliento por la iniciativa de los obispos italianos de crear un fondo de solidaridad, denominado ‘Préstamo de la esperanza’. Y que, precisamente el próximo domingo –en la solemnidad de Pentecostés– se impulsará mediante una colecta nacional, para constituir la base de este fondo. Se trata de una manifestación de solidaridad que evoca la colecta promovida por el Apóstol Pablo en favor de la Iglesia de Jerusalén:

“Es un testimonio elocuente del compartir los pesos recíprocamente. En un momento de dificultad, que afecta de forma particular a cuantos han perdido el empleo, ello se transforma en un verdadero acto de culto que nace de la caridad suscitada por Espíritu del Resucitado en corazón de los creyentes. Es un anuncio elocuente de la conversión interior generada por el Evangelio y una manifestación conmovedora de la comunión eclesial”.

El Papa también puso de relieve la importancia de la caridad intelectual que impulsa la Iglesia en Italia, con la activa participación de los fieles laicos:

“Un ejemplo significativo es el compromiso por la promoción de una mentalidad en favor de la vida en todas sus fases, con una atención particular a la que está marcada por condiciones de gran fragilidad y precariedad. Compromiso muy bien testimoniado por el anuncio de: ‘Libres para vivir. Amar la vida hasta el fin’, que ve al laicado católico italiano obrar en la concordia, con el fin de que no falte en este país la conciencia de la verdad plena sobre el hombre y promoción del auténtico bien de las personas y de la sociedad”.

“Los ‘sí’ y los ‘no’ que se expresan en este manifiesto –dijo por último el Papa– representan una verdadera acción educativa y son expresión de un amor fuerte y concreto hacia toda persona”. Y concluyó su amplio discurso destacando que todo ello conduce, precisamente, al tema central de la asamblea general de los Obispos italianos. Es decir, “la tarea urgente de la educación, que exige impulsar el arraigo de la Palabra de Dios y del discernimiento espiritual, así como del plan cultural y social y del testimonio de la unidad y gratuidad”.







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