El Papa se une a las celebraciones del IV Centenario de la muerte del P. Ricci, de
quien subraya su labor evangelizadora en China que permitió tejer un proficuo diálogo
entre Occidente y Oriente
Sábado, 16 may (RV).- Benedicto XVI ha enviado una carta al obispo de Macerata (Italia),
Claudio Giuliodori, con ocasión de la apertura de las celebraciones diocesanas por
el IV Centenario de la muerte del jesuita P. Matteo Ricci. La Carta Pontificia será
leída mañana domingo 17 de mayo en la Catedral de San Giuliano, durante la Santa Misa
de las 12.00 presidida por Mons. Claudio Giuliodori, obispo de Macerata-Tolentino-
Recanati-Cingoli-Treia.
El Papa inicia su misiva congratulándose por las numerosas
iniciativas para conmemorar, en ámbito eclesial y civil, el IV Centenario de la muerte
del P. Matteo Ricci de la Compañía de Jesús, acaecida en Pekín el 11 de mayo de 1610.
Nacido en Macerata el 6 de octubre de 1552, el jesuita Matteo Ricci, dotado de profunda
fe y de extraordinario ingenio cultural y científico, dedicó varios años de su existencia
"a tejer un proficuo diálogo entre Occidente y Oriente, conduciendo contemporáneamente
una incisiva acción de radicación del Evangelio en la cultura del gran pueblo de China".
Benedicto XVI se une a través de esta carta a las celebraciones para recordar
a este “generoso hijo, obediente ministro de la Iglesia, e intrépido e inteligente
mensajero del Evangelio de Cristo”. En este sentido el Papa destaca la capacidad que
tuvo de unir de forma armónica la milenaria civilización china y la novedad cristiana,
y recuerda su “Tratado sobre la amistad” (De amicitia - Jiaoyoulun), que fue recibido
con éxito desde la primera edición en Nanking en 1595.
Precisamente la amistad
fue la base de su apostolado durante los 28 años que permaneció en China. “La amistad
que él ofrecía –señala el Papa en su carta- era la misma que le daba las poblaciones
locales, gracias precisamente al clima de respeto y de estima que él cultivaba, preocupándose
por conocer siempre más detalles de las tradiciones de la China de aquel tiempo”.
De hecho, no obstante las dificultades y las incomprensiones que encontró,
el Padre Ricci, se mantuvo fiel, hasta su muerte, a este estilo de evangelización.
Benedicto XVI resalta en este sentido su estrategia pastoral basada, por una parte,
en el respeto de las costumbres del lugar, y, por otra, en la conciencia de que la
Revelación podía aún más valorizarlas y completarlas. El Santo Padre finaliza su misiva
uniéndose a las celebraciones jubilares que “ofrecen una oportunidad de profundizar
el conocimiento de su personalidad y actividad”.