Última jornada en Jordania, una bonita y sencilla fiesta de la fe
Domingo, 10 may (RV).- Santa Misa en el Estadio internacional de Ammán y dos nuevos
edificios sagrados que surgirán para reforzar e incrementar las comunidades que en
ellos celebrarán su culto.
Crónica de de la Jornada
Mientras
resuenan aún las palabras sobre la dignidad de la mujer que Benedicto XVI pronunció
esta mañana durante la homilía de la primera misa celebrada en el Estadio internacional
de Ammán, en tierra jordana, en el día en que, además, en muchos países se celebra
el día de la madre, Benedicto XVI visitó por la tarde Betania, al otro lado del río
Jordán.
Aquí el Papa recorrió la zona acompañado por el rey Abdalá
II, quien iba sentado a su lado, con la asistencia de su esposa, la reina Rania, en
la fila siguiente del pequeño vehículo descubierto semejante a un trencito en el que
también viajaban algunos prelados.
Ante nuestros ojos una imagen de
tolerancia y diálogo, puesto que los reyes de una nación netamente musulmana, acompañaron
al Sucesor de Pedro, en una peregrinación católica.
En este sitio visitado
por el Papa –que los arqueólogos siguen estudiando– recordamos que el Jordán se presenta
como un arroyuelo, que comienza muy angosto, si bien en la época de Jesús no era así,
y que en la medida en que va ganando territorio se ensancha. Según las últimas y recientes
investigaciones este sería el lugar exacto donde nuestro Señor recibió el bautismo
de san Juan, el precurso, la voz que gritaba en el desierto anunciando la venida del
Cordero de Dios. Lamentablemente, a veinte siglos de distancia hoy es un río bastante
contaminado. Pero en este lugar de Betania, más allá del Jordán, se encuentra la fuente
que arroja agua cristalina y pura.
Hemos podido ver en esta sencilla
ceremonia a un grupo de cristianos de diversos países, por lo que también este sitio
se ha vuelto, de alguna manera, un lugar internacional, más allá del número exiguo
de cristianos de la zona. Muchos de los presentes dejaron sus sillas para acercarse
lo más posible al Sucesor de Pedro, según el típico modo de la tradición oriental
que prevé la máxima cercanía al huésped de honor. Se veían claramente banderas de
diversos países, de Alemania, Argentina, Perú y de otras naciones. Y, entre los presentes,
destacaban por su típico atuendo las mundialmente conocidas Misioneras de la Caridad
de la Madre Teresa de Calcuta, que también en estas tierras asisten a los más abandonados
de un modo sumamente concreto y visible.
Fue una bonita y sencilla
fiesta de la fe. El Santo Padre recibió ovaciones en diversos idiomas, se distinguía
fácilmente el español con el típico “¡viva el Papa!”, e italiano y, sobre todo, con
un canto se dio la bienvenida que Benedicto XVI escuchó agradecido. En efecto, el
Obispo de Roma se sumó al canto sonriendo, repitiendo el aleluya.
Al
saludar al Pontífice el vicario patriarcal latino de Jerusalén agradeció en inglés
su presencia junto a la de sus majestades –mientras se traducían simultáneamente sus
palabras en árabe- y recordó que hace nueve años lo hizo su predecesor, por eso dijo:
“Pedro vino aquí en el año 2000. Y ahora está usted, sucesor de JPII, para repetir
esta peregrinación siguiendo a Jesucristo y derramar sus bendiciones a la Iglesia
y a toda la humanidad. Le agradecemos Santo Padre en nombre de los obispos ordinarios
católicos de Tierra Santa. Le pedimos sus oraciones y bendición por la paz y por los
peregrinos que vienen acá con el fin de ser fieles a sus promesas bautismales. Los
jordanos, cristianos y musulmanes viven juntos como una sola familia. Los esfuerzos
constantes por la paz de sus majestades son conocidos por esta región y por todo el
mundo, que el Señor bendiga a esta amada nación de Jordania.
Con un
aspergie en forma de cruz el Papa bendijo las piedras mientras se cantaba el “Vidi
acquam”, además de un antiguo himno bizantino que hizo de coro a esta ceremonia a
orillas del Jordán
En Oriente Medio, marcado por el trágico sufrimiento,
por años de violencia y cuestiones irresueltas, los cristianos están llamados a ofrecer
su contribución, inspirada en el ejemplo de Jesús, de reconciliación y de paz con
el perdón y la generosidad. Es la fórmula que propuso Benedicto XVI al concluir el
rito de la bendición de las primeras piedras de las iglesias de los latinos y de los
greco melquitas en Betania, más allá del Jordán. Dos nuevos edificios sagrados que
surgirán para reforzar e incrementar las comunidades que en ellos celebrarán su culto.
El
Pastor de la Iglesia Universal les pidió también que sigan siendo gratos a quienes
los guían y sirven fielmente como ministros de Cristo. Y añadió que hacen bien en
aceptar su guía en la fe, sabiendo que al recibir la enseñanza apostólica que ellos
transmiten, acogen a Cristo y acogen al Único que lo ha enviado.