El Papa expresa su deseo de honrar la memoria de 6 millones de judíos víctimas del
Holocausto durante su visita a Israel y lamenta que “todavía hoy el antisemitismo
continúe levantando su repugnante cabeza en muchas partes del mundo”
Lunes, 11 may (RV).- A su llegada a Israel Benedicto XVI ha recordado las terribles
consecuencias que han provocado las ideologías que han negado la dignidad fundamental
del ser humano y ha expresado su deseo de honrar la memoria de seis millones de judíos
víctimas del Holocausto durante esta visita. Al mismo tiempo el Papa ha lamentado
que “todavía hoy el antisemitismo continúa levantando su repugnante cabeza en muchas
partes del mundo”.
“Trágicamente, el pueblo judío ha experimentado las terribles
consecuencias de ideologías que niegan la dignidad fundamental del ser humano. Es
justo y conveniente que, durante mi permanencia en Israel, tenga la oportunidad de
honrar la memoria de seis millones de judíos víctimas del Holocausto, y de rezar para
que la humanidad no sea nunca más testigo de un crimen de envergadura similar. Desafortunadamente,
el antisemitismo continúa levantando su repugnante cabeza en muchas partes del mundo.
Esto es totalmente inaceptable. Deben hacerse todos los esfuerzos para combatir el
antisemitismo allá donde se encuentre, y para promover el respeto y el aprecio hacia
quien pertenezca a cada pueblo, raza, lengua y nación en todo el mundo”.
En
el aeropuerto Ben Gurion de Tel Aviv, el Santo Padre ha hablado de paz y de cómo “los
ojos de todo el mundo están posados sobre los pueblos de esta región, mientras ellos
luchan para alcanzar una solución justa y duradera a los conflictos que han causado
tantos sufrimientos”. “Las esperanzas de innumerables hombres, mujeres y niños en
un futuro más justo y más estable dependen del éxito de las negociaciones de paz entre
israelíes y palestinos”.
Benedicto XVI ha dicho además que “aunque el nombre
Jerusalén significa ‘ciudad de la paz’, es totalmente evidente que durante décadas
la paz ha excluido trágicamente a los habitantes de esta tierra santa”. En este contexto
el Pontífice se ha unido a tantos hombres de buena voluntad para suplicar a todos
los responsables que exploren cualquier camino en busca de una solución justa a las
enormes dificultades, de forma que ambos pueblos puedan vivir en paz en una patria
propia, dentro de los confines seguros e internacionalmente reconocidos. En este sentido,
el Santo Padre ha expresado su deseo y sus oraciones para que pronto pueda crearse
un clima de mayor confianza, que haga que las partes sean capaces de realizar progresos
reales en el camino hacia la paz y la estabilidad.
Benedicto XVI ha llegado,
como él mismo ha subrayado, a una tierra a la que los cristianos peregrinan desde
los primeros tiempos de la historia cristiana y una larga fila en la que él también
ocupa ahora su lugar, “para rezar en los lugares santos y en especial por la paz en
Tierra Santa y en todo el mundo”.
El Santo Padre ha subrayado de forma especial
que “el justo orden de las relaciones sociales presupone y exige el respeto por la
libertad y la dignidad de cada ser humano”. En caso contrario, como ha recordado el
Pontífice, cuando se niega la dimensión religiosa de la persona o se margina, se pone
en peligro el fundamento mismo de una comprensión correcta de los derechos humanos
inalienables.
Durante su permanencia en Jerusalén el Papa se reunirá con numerosos
y distintos líderes religiosos de este país, y en este sentido ha recordado que “algo
que las tres religiones tienen en común es una veneración especial por esta ciudad
santa”. “Es mi ferviente deseo –ha añadido- que todos los peregrinos tengan la oportunidad
de acceder libremente y sin restricciones a los lugares santos, que puedan participar
en las ceremonias religiosas y promover el digno mantenimiento de los edificios de
culto situados en los lugares sagrados”.
Además Benedicto XVI ha expresado
su intención de unirse a la conclusión de las celebraciones del Año de la Familia,
que se desarrollarán en Nazaret, patria de la Santa Familia de Jesús, María y José,
porque la familia, ha recordado citando su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz,
“es la primera e indispensable maestra de paz”.
Dirigiéndose, por último a
las comunidades cristianas de Tierra Santa, el Papa les ha dicho que “a través de
vuestro fiel testimonio de Aquel que predicó el perdón y la reconciliación, a través
de vuestro compromiso en defender la sacralidad de cada vida humana, podéis, ofrecer
una contribución particular para que finalicen las hostilidades que durante tanto
tiempo han afligido a esta tierra. Rezo para que vuestra continua presencia en Israel
y en los Territorios Palestinos fructifiquen promoviendo la paz y el respeto recíproco
entre todas las personas que viven en las tierra de la Biblia”.
Crónica
de la llegada
Dimensión
espiritual, fineza intelectual y entrega pastoral. Es cuanto Benedicto XVI transmite
en cada encuentro, multitudinario o no, dentro o fuera de la Ciudad Eterna, e independientemente
de que sea con ocasión de grandes o pequeñas celebraciones. A lo largo de esta peregrinación
que está realizando por Tierra Santa, el Papa, cumpliendo de modo fiel la tarea que
le ha sido encomendada como pastor de la Iglesia Universal, va encontrando las diversas
y complejas realidades que componen este territorio.
“Paz”.
Es una de las palabras que el Pastor no se ha cansado de pronunciar durante estos
días en que recorre Tierra Santa, también para apoyar a los cristianos –que son tan
sólo unos 240 mil entre Jordania, Israel y los territorios palestinos–, y que lamentablemente,
van decreciendo con el paso de los años, ante la difícil situación en que viven.
Benedicto XVI ya se encuentra en Israel, lo que podríamos definir la
etapa central de su peregrinación, a donde llegó procedente de Jordania, dejando un
clima de gran tolerancia interreligiosa. Aquí, en cambio, la situación es más crítica,
sobre todo hoy, en comparación con lo que sucedía hace nueve años, cuando peregrinó
a esta tierra Juan Pablo II.
En aquella época, recordamos
se había creado cierto clima de paz que parecía abrir salidas nuevas hacia una solución
diplomática. Mientras hoy, después de la segunda Intifada y tras la violencia de Gaza
de diciembre pasado, es difícil esperar, al menos en breve tiempo, una salida que
conforme a todos. Pero también es cierto que ha entrado al menos una esperezada de
tregua, más allá de la gran división existente a nivel político.
Cuando
se llega a Tel Aviv, a la Colina de la primavera, tal como lo indica su nombre, desde
el aeropuerto Ben Gurion, el más grande e importante de Oriente Medio, que ofrece
un servicio a más de diez millones de pasajeros al año, se observa detrás de los cristales
un gigantesco macizo de flores en el que, además del diseño, destacan las palabras:
“Bienvenido a casa”. Obviamente, se trata de un mensaje de acogida a todos los hijos
de la patria que desde la diáspora siempre pueden regresar a su tierra, Israel.
El
presidente israelí, Simón Pérez, al dar la bienvenida al Santo Padre dijo que su país
aprecia su posición mediante la cual trata de que se detengan y decrezcan los niveles
de odio. Y añadió que esperan en la continuación del diálogo según el espíritu de
los Profetas. También añadió que respetan el diálogo que juega un papel importantísimo.
Y explicó que judíos, musulmanes y cristianos viven juntos en Israel, compartiendo
el mismo cielo y la misma tierra y creyendo en Dios Todopoderoso.
En
este contexto tan complicado, Benedicto XVI llega con sus modos de hombre pacífico,
abierto a todas las culturas y con un triple objetivo: insistir en la oración y en
la oración común, sabiendo que Dios actúa en la historia; promover la formación de
las conciencias. De hecho, esta peregrinación no tiene ningún carácter político –en
el sitio oficial del Estado israelí se presenta esta visita del Papa como un “puente
para la paz”. Y, además, el Pontífice, como teólogo, desea llevar el corazón de los
hombres a abrirse a Dios, al misterio, al Logos, que es Amor, y naturalmente, Paz.
Porque la fe, no es sentimiento o sentimentalismo. La fe es razonable. Y hay que trabajar
por alcanzarla.