2009-05-10 14:11:44

Fervor y alegría en la multitudinaria misa del Papa en Ammán


Domingo, 10 may (RV).- Nuestra enviada especial a Tierra Santa para cubrir las informaciones sobre esta peregrinación de Benedicto XVI, María Fernanda Bernasconi, nos cuenta el ambiente de fervor, oración y alegría que ha animado la multitudinaria celebración presidida por Benedicto XVI en el estadio de Ammán.

RealAudioMP3 “El estadio internacional de Ammán en Jordania, fue esta mañana el escenario de la solemne primera misa que Benedicto XVI celebró en Tierra Santa ante treinta mil personas. Aunque hoy es día laborable en la nación jordana, país de mayoría musulmana, las autoridades decretaron jornada festiva para los cristianos, a fin de que pudieran asistir a los actos presididos por el Santo Padre.

En efecto, desde primeras horas de la mañana, miles de fieles católicos llevando banderas de Jordania, la Ciudad del Vaticano, Irak, El Líbano y otros países de Oriente Medio, fueron ocupando el estadio de Ammán, en el que destacaba el gran altar preparado para la ocasión con la imagen de Cristo y en el que predominaban los colores de la Santa Sede, es decir el blanco y el amarillo.

Mientras los católicos de rito latino nos encontramos en el V domingo de Pascua, nuestros hermanos ortodoxos celebran hoy el IV. Por esta razón, la lectura del evangelio es la que en el mundo occidental escuchamos la semana pasada, es decir la correspondiente al Buen Pastor. Además, hoy se celebra aquí la Jornada mundial de oración por las vocaciones.

Poco antes que el Papa manifestara su alegría de tener la posibilidad de celebrar su primera misa junto con todos los presentes en el inicio de su peregrinación a Tierra Santa, el Patriarca latino de Jerusalén, Su Beatitud Fouad Twal, expresó a Benedicto XVI la alegría de esta pequeña comunidad católica –unos 110 mil que corresponde a poco menos del dos por ciento de la población– por su presencia entre ellos.

También asistió el patriarca caldeo de Bagdad, Su Beatitud Emmanuel III Delly; además de toda la jerarquía de Tierra Santa, con excepción del representante de la Iglesia copta de Egipto, ausente por motivos de salud. También estuvieron presentes numerosas congregaciones religiosas, entre las cuales la de las Hermanas del Rosario, creada en esta tierra y cuya fundadora, María Alfonsina, será beatificada próximamente.

Durante esta misa quinientos niños vestidos de blanco tomaron la primera comunión. Algunos de ellos tuvieron el privilegio de hacerlo de manos del Pontífice. Muchos de estos niños son hijos de iraquíes católicos que se prepararon con esmero y entusiasmo para una ocasión, única en su vida de jóvenes cristianos.

Entre las buenas noticias que dio el Patriarca destaca la esperanzadora de saber que el seminario que tiene este patriarcado en Jerusalén está completamente lleno. Tanto es así –precisó Su Beatitud Fouad Twal que han tenido que ampliar las instalaciones para acoger al gran número de futuros sacerdotes. La mayor parte de estos seminaristas proceden de la cercana Jordania, donde la convivencia entre musulmanes y cristianos es buena y las familias cristianas viven pacíficamente. El Patriarca latino dijo además al Papa que desde la guerra de Irak un millón de iraquíes se han refugiado en Jordania y que de esa cifra cuarenta mil son cristianos y que su Patriarcado no deja de procurar ayuda concreta a esos hermanos. En árabe se rezó el credo y mientas se sucedían diversos cantos con sus estilos propios en este idioma de la liturgia celebrada en rito latino, numerosas personas, a turno, tuvieron la oportunidad de arrodillarse en el reclinatorio colocado delante del Sucesor de Pedro para recibir la sagrada comunión de manos del Papa.

 A los pies del altar se colocaron las piedras fundacionales de diversas iglesias, de modo que el Papa pudiera derramar su bendición por los templos que se construirán en Jordania y Tierra Santa, lo que representa otro signo de esperanza y crecimiento en estas tierras.

En su homilía el Papa aludió a la celebración del presente Año de la Familia en Tierra Santa, por eso formuló votos para que cada familia cristiana pueda crecer en la fidelidad a su noble vocación de ser escuela de oración, donde los niños aprenden a amar sinceramente a Dios, y donde maduran en la autodisciplina y en la atención en las necesidades de los demás, y, donde, además, modelados por la sabiduría que proviene de la fe, contribuyen a construir una sociedad cada vez más justa y fraterna.

Y al destacar que desde las primera páginas de la Biblia vemos que el hombre y la mujer fueron creados a imagen de Dios y están llamados a completarse, recordó que, lamentablemente, esta dignidad y misión donadas por Dios a las mujeres no han sido siempre suficientemente comprendidas y estimadas. De ahí que Benedicto XVII recordando cuanto escrito por su predecesor aludiera a lo que Juan Pablo II llamaba el “carisma profético de las mujeres" como portadoras de amor, maestras de misericordia y constructoras de paz.Al término de la celebración Eucarística, el Papa invocó a la Santísima Virgen para que sostenga a los cristianos de Oriente Medio. “Pidamos a la Madre de la Iglesia -dijo- que dirija la mirada misericordiosa sobre todos los cristianos de estas tierras; para que con la ayuda de sus oraciones lleguen a ser, veramente, una sola cosa en la fe que profesan y en el testimonio que ofrecen'. Y añadió: “A ella (…) que ha aceptado la llamada a ser la Madre de Dios, pidámosle que de valor y fortaleza a todos los jóvenes que hoy disciernen su propia vocación, de modo que también ellos dediquen generosamente su vida en cumplimiento de la voluntad del Señor''.

“¡Benedicto, Benedicto, bienvenido a Jordania!”. Es el estribillo del largo canto que acompañó el lento vaciarse del Estadio de Ammán, desde donde los fieles salieron edificados y confirmados en la fe por el Sucesor del Apóstol Pedro, el Vicario de Cristo en la tierra, en su tierra.

Desde Tierra Santa, María Fernanda Bernasconi, Radio Vaticano








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