En el monte Nebo, Benedicto XVI recuerda el vínculo inseparable de la Iglesia con
el pueblo judío y expresa su deseo de superar cualquier obstáculo que se interponga
en la reconciliación y colaborar al servicio de la paz
Sábado, 9 may (RV).- La antigua tradición de la peregrinación a los lugares santos
nos recuerda el vínculo inseparable que une la Iglesia al pueblo judío. Con estas
palabras Benedicto XVI ha expresado su deseo, en la Basílica franciscana del monte
Nebo de superar cualquier obstáculo que se interponga entre la reconciliación entre
cristianos y judíos, en el respeto recíproco y en la colaboración al servicio de la
paz.
El Santo Padre ha visitado el sábado, en primer lugar la antigua Basílica
del “Memorial de Moisés”, situada en el monte Nebo, el lugar desde el cual, según
la tradición, el Señor mostró a Moisés la Tierra Prometida al final de la prueba del
desierto, 40 años después del Éxodo desde Egipto.
A la entrada de esta Basílica,
que data del siglo IV, el Papa ha sido recibido por el ministro general de la Orden
de los Hermanos Menores, José Rodríguez Carballo, a quien el Pontífice ha mostrado
su agradecimiento y el de toda la Iglesia por su presencia secular en estas tierras,
por su fidelidad al carisma de san Francisco y por su generosa solicitud por el bienestar
material y espiritual de las comunidades cristianas locales y los innumerables peregrinos
que cada año visitan Tierra Santa. En este mismo contexto Benedcito XVI ha recordado,
con agradecimiento, al difunto padre Michele Piccirillo, “que dedicó su vida al estudio
de las antigüedades cristianas y está enterrado en este santuario que amó con tanta
intensidad”.
El Santo Padre ha hablado de la idoneidad de que esta peregrinación
comience en el Monte Nebo, donde Moisés contempló de lejos la Tierra Prometida. Porque
en el Valle del Jordán, Juan el Bautista vino a preparar el camino del Señor, en las
aguas del Jordán y después de su bautismo, Jesús fue revelado como Hijo predilecto
del Padre y tras haber sido ungido por el Espíritu Santo, inauguró su ministerio público.
También desde el Jordán se difundió el Evangelio, primero con la predicación y los
milagros de Cristo y después, tras la Resurrección y la efusión del Espíritu en Pentecostés,
mediante la obra de sus discípulos hasta los confines de la Tierra.
“Aquí,
en el Monte Nebo, la memoria de Moisés nos invita a abrazar con agradecimiento no
sólo las obras maravillosas de Dios en el pasado, sino también a contemplar con fe
y esperanza al futuro que tiene reservado para nosotros y para el mundo entero”.
Además,
como ha reiterado el Papa, Moisés nos recuerda que también nosotros formamos parte
de la peregrinación sin tiempo del Pueblo de Dios a lo largo de la historia. Es en
este contexto cuando Benedicto XVI ha subrayado que los cristianos estamos llamados
a acoger la venida del Reino de Cristo a través de la caridad, del servicio a los
pobres y nuestros esfuerzos para ser levadura de reconciliación, de perdón y de paz
en el mundo que nos rodea.
“Sabemos, como Moisés –ha proseguido diciendo el
Papa- que no veremos el pleno cumplimiento del plan de Dios en nuestra vida. Y, sin
embargo, estamos convencidos de que, llevando a cabo nuestra pequeña parte y siendo
fieles a la vocación que cada uno ha recibido, contribuiremos a enderezar los caminos
del Señor y saludar el alba de su reino”. Sabemos que Dios nos dará la fuerza de perseverar
con esperanza también entre los sufrimientos, pruebas y tribulaciones.