2009-05-09 08:38:07

En el monte Nebo, Benedicto XVI recuerda el vínculo inseparable de la Iglesia con el pueblo judío y expresa su deseo de superar cualquier obstáculo que se interponga en la reconciliación y colaborar al servicio de la paz


Sábado, 9 may (RV).- La antigua tradición de la peregrinación a los lugares santos nos recuerda el vínculo inseparable que une la Iglesia al pueblo judío. Con estas palabras Benedicto XVI ha expresado su deseo, en la Basílica franciscana del monte Nebo de superar cualquier obstáculo que se interponga entre la reconciliación entre cristianos y judíos, en el respeto recíproco y en la colaboración al servicio de la paz.

El Santo Padre ha visitado el sábado, en primer lugar la antigua Basílica del “Memorial de Moisés”, situada en el monte Nebo, el lugar desde el cual, según la tradición, el Señor mostró a Moisés la Tierra Prometida al final de la prueba del desierto, 40 años después del Éxodo desde Egipto.

A la entrada de esta Basílica, que data del siglo IV, el Papa ha sido recibido por el ministro general de la Orden de los Hermanos Menores, José Rodríguez Carballo, a quien el Pontífice ha mostrado su agradecimiento y el de toda la Iglesia por su presencia secular en estas tierras, por su fidelidad al carisma de san Francisco y por su generosa solicitud por el bienestar material y espiritual de las comunidades cristianas locales y los innumerables peregrinos que cada año visitan Tierra Santa. En este mismo contexto Benedcito XVI ha recordado, con agradecimiento, al difunto padre Michele Piccirillo, “que dedicó su vida al estudio de las antigüedades cristianas y está enterrado en este santuario que amó con tanta intensidad”.

El Santo Padre ha hablado de la idoneidad de que esta peregrinación comience en el Monte Nebo, donde Moisés contempló de lejos la Tierra Prometida. Porque en el Valle del Jordán, Juan el Bautista vino a preparar el camino del Señor, en las aguas del Jordán y después de su bautismo, Jesús fue revelado como Hijo predilecto del Padre y tras haber sido ungido por el Espíritu Santo, inauguró su ministerio público. También desde el Jordán se difundió el Evangelio, primero con la predicación y los milagros de Cristo y después, tras la Resurrección y la efusión del Espíritu en Pentecostés, mediante la obra de sus discípulos hasta los confines de la Tierra.

“Aquí, en el Monte Nebo, la memoria de Moisés nos invita a abrazar con agradecimiento no sólo las obras maravillosas de Dios en el pasado, sino también a contemplar con fe y esperanza al futuro que tiene reservado para nosotros y para el mundo entero”.

Además, como ha reiterado el Papa, Moisés nos recuerda que también nosotros formamos parte de la peregrinación sin tiempo del Pueblo de Dios a lo largo de la historia. Es en este contexto cuando Benedicto XVI ha subrayado que los cristianos estamos llamados a acoger la venida del Reino de Cristo a través de la caridad, del servicio a los pobres y nuestros esfuerzos para ser levadura de reconciliación, de perdón y de paz en el mundo que nos rodea.

“Sabemos, como Moisés –ha proseguido diciendo el Papa- que no veremos el pleno cumplimiento del plan de Dios en nuestra vida. Y, sin embargo, estamos convencidos de que, llevando a cabo nuestra pequeña parte y siendo fieles a la vocación que cada uno ha recibido, contribuiremos a enderezar los caminos del Señor y saludar el alba de su reino”. Sabemos que Dios nos dará la fuerza de perseverar con esperanza también entre los sufrimientos, pruebas y tribulaciones.








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