Desde Jerusalén las huellas de los peregrinajes de los Papas
Viernes, 8 may (RV).- Benedicto XVI, siguiendo las huellas de sus predecesores Pablo
VI y Juan Pablo II, ha llegado a Tierra Santa como peregrino de paz. Sobre la duodécima
visita internacional del Papa, que esta vez reviste visos de peregrinación, nuestra
enviada María Fernanda Bernasconi nos presenta desde Jerusalén el viaje.
“Una
peregrinación justa en el momento justo. No hay tiempos poco oportunos para los hombres
de buena voluntad. Para los hombres de Dios, para los hombres que anhelan la paz y
la construyen. Como Benedicto XVI: teólogo erudito, profesor, profundo conocedor de
las verdades de la fe, pero, sobre todo y por excelencia, Sucesor de Pedro y Pastor
de la Iglesia Universal. El Pastor que la Divina Providencia ha querido para este
tiempo. Para este tercer milenio entrado ya en su primera década.
Todos los
cristianos deberían viajar a Tierra Santa. Aquí las piedras hablan. Al atardecer las
murallas blanquecinas se tiñen de color ocre y en contraste con el cielo terso que
se vuelve de un azul intenso no se puede dejar de ver la dimensión humana de la Encarnación.
Del Dios con nosotros. Porque no debemos olvidar que Dios bajó del cielo para nacer
en esta tierra. Y en esta tierra morir para, en la máxima expresión de la caridad,
darnos la salvación.
Así lo hizo Joseph Ratzinger, por primera vez en 1964.
Regresó en 1992 al cumplir 65 años de edad y también en 1994, cuando el entonces cardenal
prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, pudo rezar y desde lo alto
admirar Jerusalén, la Ciudad Santa, vestido sencillamente como un sacerdote que se
confundía entre la marea humana que ha tenido la oportunidad de pisar la tierra de
Nuestro Señor.
También los Papas Pablo VI y Juan Pablo II realizaron su peregrinación
a Tierra Santa, para visitar los lugares sagrados y orar.
Ahora es el turno
de Benedicto XVI, quien siguiendo las huellas de sus predecesores, visitará Tierra
Santa para «rezar de modo particular por el precioso don de la unidad y de la paz,
tanto dentro de la región como por la familia humana de todo el mundo», tal como el
mismo Papa lo afirmó al recibir en el Vaticano, el pasado 12 de marzo al Gran Rabinado
de Israel.
Cuando Paolo VI peregrinó aquí, en el lejano 1964, era para la Iglesia
la época de agitación que representó el desarrollo del Concilio Vaticano II. Concilio,
que, entre sus documentos, recordamos, extendió uno precisamente sobre la relación
de la Iglesia católica con las con las religiones no cristianas. (Nostra aetate).
Hace nueve años, el ya anciano Siervo de Dios Juan Pablo II, finalmente, pudo
realizar su anhelada visita a Tierra Santa. Corría el mes de marzo y la Iglesia se
encontraba en pleno jubileo por los dos mil años del inicio del cristianismo.
El
programa de esta nueva peregrinación papal es semejante al de Juan Pablo II. De hecho,
desde el inicio de su pontificado, Benedicto XVI ha querido preservar y profundizar
la herencia del gran Papa Wojtya, incluyendo, naturalmente, todo lo que se refiere
al diálogo con el judaísmo, que el Papa Ratzinger considera en la perspectiva de la
reconciliación y de la colaboración a favor de la justicia y de la paz.
Pero
si bien es cierto que Benedicto XVI seguirá las huellas de Juan Pablo II como peregrino
en Tierra Santa, también lo es el hecho de que dará a esta peregrinación, la duodécima
internacional, el sello propio de su personalidad.
Diversos aspectos, además,
caracterizan este viaje. El primero es la motivación, que él mismo Papa explicó: viaja
como peregrino y, como tal, desea rezar en los lugares santos. En esta peregrinación
no falta la dimensión ecuménica. Obviamente en el horizonte está también la promoción
del diálogo interreligioso con los judíos y los musulmanes. Y, sobre todo, no puede
faltar un llamamiento a la paz y a la convivencia armoniosa de todas las religiones
y culturas.
La Iglesia católica local anhela ser sostenida por el Papa en
esta difícil situación actual, en la que los cristianos, apenas seis mil, están desapareciendo.
Porque aunque duela decirlo: no es fácil ser cristiano hoy en la tierra de Jesús.
Desde Jerusalén, María Fernanda Bernasconi, Radio Vaticano”.