La visita de Benedicto XVI a la región de Los Abruzos comienza en Onna, centro del
violento terremoto del 6 de abril, donde el Papa expresa su admiración por el valor,
la dignidad y la fe con la que la población ha afrontado esta dura prueba
Martes, 28 abr (RV).- “El Papa está aquí, hoy, entre vosotros para daros consuelo
y esperanza”. “Esta tierra debe volver a adornarse de casas y de iglesias, bellas
y sólidas”. Benedicto XVI ha visitado el martes la región italiana de Los Abruzos
- trágicamente asolada por el terremoto del pasado 6 de abril.
«Profundamente
conmovido, abrazando a todos con afecto, en nombre de Cristo, nuestra firme Esperanza»,
el Papa dijo que «¡L’Aquila, aunque herida, podrá volver a volar!», refiriéndose al
significado del nombre de esta ciudad italiana, es decir el águila. Empezó su visita
en Onna. Rezando por los casi 300 muertos, se detuvo también ante la Casa del Estudiante,
tras dejar el Palio que recibió al inicio de su Pontificado ante las reliquias de
san Celestino V.
Benedicto XVI ha visitado esta mañana la región italiana de
Los Abruzos - trágicamente asolada por el terremoto del pasado 6 de abril - «profundamente
conmovido, abrazando a todos con afecto, en nombre de Cristo, nuestra firme Esperanza».
Con un cambio en el programa previsto, debido al mal tiempo, el Santo Padre salió
del Vaticano, esta mañana a poco después de las 9, en automóvil y no en helicóptero,
para llegar hacia las 10 y media a Onna. La visita papal ha durado cerca de 5 horas.
El regreso al Vaticano también ha sido en coche.
A su llegada a Onna, bajo
la lluvia, el Santo Padre ha saludado a algunos de los supervivientes del terremoto,
estrechando las manos de muchas de las víctimas y acariciando a los niños. Desde
un pequeño palco preparado para esta ocasión, delante de las tiendas de campaña donde
se alojan numerosas familias, Benedicto XVI ha dicho que había “venido en persona
a esta tierra espléndida y herida, que está viviendo días de gran dolor y precariedad”.
Estoy
finalmente con vosotros “para expresaros de manera más directa mi cordial cercanía”,
ha dicho el Santo Padre visitando las tiendas de campaña donde están viviendo los
damnificados de Onna, centro del violento terremoto que la noche del pasado 6 de abril,
como ha indicado el mismo Pontífice, provocó casi 300 víctimas, numerosos heridos
e ingentes daños materiales a vuestras casas.
“He seguido con inquietud las
noticias compartiendo vuestra consternación y vuestras lágrimas por los difuntos,
junto con vuestras trepidantes preocupaciones por todo lo que habéis perdido en un
solo momento. Ahora estoy aquí entre vosotros; quisiera abrazaros con afecto uno a
uno”.
“Toda la Iglesia está aquí conmigo -ha expresado el Santo Padre- junto
a vuestros sufrimientos, partícipe de vuestro dolor por la pérdida de familiares y
amigos, deseosa de ayudaros en la reconstrucción de las casas, iglesias, y empresas
derrumbadas o gravemente dañadas por el sismo”. “He admirado y admiro también el valor,
la dignidad y la fe con que habéis afrontado esta dura prueba, manifestando gran voluntad,
sin ceder a las adversidades”.
En efecto, no es el primer terremoto que conoce
vuestra región, y ahora, como en el pasado, no os habéis rendido; no os habéis desanimado.
Vosotros tenéis una fuerza de espíritu que suscita esperanza”.
El Papa ha
dicho que llegando a Onna, una de las poblaciones “que ha pagado un alto precio en
vidas humanas”, ha podido “imaginar toda la tristeza y el sufrimiento que ha caído
sobre vosotros en estas semanas”. Y ha señalado que “si hubiera sido posible, hubiera
visitado a todas las poblaciones, los barrios y los campamentos de la zona para encontrar
a todos” los damnificados por la catástrofe natural.
“Me doy cuenta que, a
pesar de la solidaridad manifestada, -ha afirmado el Pontífice- son tantas y cotidianas
las incomodidades que comporta vivir fuera de la propia casa o en los automóviles,
o en las mismas tiendas de campañas, y más aún a causa del frío y de la lluvia. “Pienso
además -ha dicho- en los tantos jóvenes obligados bruscamente a afrontar una dura
realidad; en los niños que han tenido que interrumpir la escuela, y en los ancianos
privados de sus costumbres”.
“Queridos amigos -ha proseguido Benedicto XVI-
se podría decir que os encontráis, en cierta manera, en el estado de ánimo de los
dos discípulos de Emaús, de los que habla el evangelista Lucas. Después del trágico
evento de la cruz, regresaban desilusionados y afligidos a su casa por la muerte de
Jesús, parecía que no hubiera más esperanza, que Dios se hubiera escondido, que no
estuviera presente en el mundo. Pero él, se acercó para conversar con ellos durante
el camino. Y si bien no lo reconocieron con los ojos, algo se despertó en sus corazones:
las palabras de aquel 'desconocido’ volvieron a encender en ellos ese ardor y esa
confianza que la experiencia del Calvario había apagado". El Santo Padre ha dicho
que su presencia en Abruzo ha querido ser “un signo tangible de que el Señor resucitado
vive entre nosotros” y que su respuesta pasa a través de nuestra solidaridad “que
no puede limitarse a la emergencia, sino a un proyecto estable y concreto”.
El
Papa está aquí, hoy, entre vosotros para deciros también una palabra de consuelo por
vuestros muertos: ellos están vivos en Dios y esperan de vosotros un testimonio de
valentía y de esperanza. Esperan ver renacer esta tierra suya, que debe volver a adornarse
de casas y de iglesias, bellas y sólidas. Y es precisamente en nombre de estos hermanos
y hermanas vuestros que os debéis de comprometer nuevamente a vivir, recurriendo a
lo que no muere nunca y que el terremoto no ha destruido: el amor. El amor queda más
allá del paso de esta nuestra existencia terrena, porque el Amor verdadero es Dios.
Quien ama vence, en Dios, la muerte y sabe que no pierde a los que ha amado.
El
Papa ha terminado sus palabras dirigiendo al Señor una particular oración por las
víctimas del terremoto. “Un signo tangible del hecho que el Señor crucificado ha resucitado
y no los abandona''. Y les ha invitado a rezar juntos la oración del Padrenuestro
que el mismo Señor nos ha enseñado. “Mi oración está con vosotros -ha dicho el Papa-
estamos juntos, el Señor nos ayudará. Gracias por vuestro valor, fe y esperanza. ¡Gracias!”
Antes
de despedirse de los ciudadanos de Onna el Papa se ha detenido algunos minutos con
las casi 500 personas que viven en las tiendas de campaña conversando con algunas
de ellas y manifestando nuevamente su deseo de abrazar a cada uno. Benedicto XVI junto
al jefe de la protección civil ha recorrido en automóvil esa pequeña localidad para
darse cuenta personalmente de los graves daños sufridos.