Audiencia general: el Papa señala la codicia como la “raíz de todos los vicios y de
todos los males'' del ser humano y de la sociedad, y la responsable de la crisis económica
mundial que estamos viviendo
Miércoles, 22 abr (RV).- La ''crisis económica mundial'' que estamos viviendo demuestra
que ''la codicia es la raíz de todos los vicios y de todos los males'', ya sea en
las personas como en la “sociedad''. Son palabras de Benedicto XVI presidiendo esta
mañana en la plaza de san Pedro ante 35 mil fieles y peregrinos, la tradicional Audiencia
General de los miércoles. El Santo Padre ilustrando en su catequesis la figura de
san Ambrosio Auperto, monje del siglo VIII, ha observado que Ambrosio denunciaba que
“la avidez de los ricos y de los poderosos de la sociedad de su tiempo existía también
en el interior de las almas de sus compañeros monjes”.
El Papa, comentando
el tratado ''De cupiditate'' de san Auperto, ha indicado que se trata de la misma
avidez y codicia que se revela en la actual crisis económica mundial y que se ve reflejada
en los mismos funestos resultados y vicios. Hablando a los fieles de la vida y las
obras de san Ambrosio, el Pontífice ha subrayado que el santo medieval, que vivió
en la época de Carlomagno, supo entender qué quería decir ser cristiano: “vivir de
la palabra de Dios, entrar en el fondo del misterio dando nueva vida a su Palabra.
“Sólo a través del amor conocemos realmente a Dios y sólo con amor vivimos el misterio
de la Iglesia”. Es necesario descubrir el verdadero rostro de la Iglesia donde instrumentalizaciones
políticas, nacionalismos y tribalismos lo han desfigurado.
A propósito
del real rostro de la Iglesia, el Papa ha explicado que ''la Iglesia vive en las personas
y que quien quiere comprender a la Iglesia debe mirar a estas personas que han vivido
y viven su mensaje, su misterio''. ''Por esto -ha dicho- hablo en mis catequesis
de personas de las que podemos aprender qué cosa es la Iglesia”. En los escritos y
textos de san Auperto “hay una camino estrecho y otro ancho, un camino en subida y
difícil y otro cómodo y llanero” mientras en nuestra época se ha “difundido un falso
concepto de libertad”, como si libertad quisiera decir “disponer de todo”. Pero el
verdadero camino de la libertad -ha afirmado el Pontífice- es “el camino del amor”.
El hombre -ha exhortado finalmente el Papa- debe volver sobre sus pasos al camino
del amor y de la recta vía.
Este ha sido el resumen que de su catequesis
ha hecho el Santo Padre en español para los peregrinos de nuestra lengua presentes
en la Plaza de san Pedro:
Queridos
hermanos y hermanas:
Ambrosio Auperto nació en el siglo
octavo, en Provenza, en el seno de una familia distinguida. En la corte de Pepino
el Breve fue preceptor del futuro Emperador Carlo Magno. Posteriormente, viajó a Italia
e ingresó en el monasterio benedictino de San Vicente, en el ducado de Benevento,
del que, tras ser ordenado sacerdote en el año setecientos sesenta y uno, fue elegido
abad. Por tensiones internas, dimitió de este encargo poco después. Murió el 30 de
enero del setecientos ochenta y cuatro. Es autor de obras de alto contenido teológico,
ascético y moral, la más importante de las cuales fue un comentario en diez volúmenes
al libro del Apocalipsis. Durante mucho tiempo, sus escritos se atribuyeron a otras
personas, como San Ambrosio de Milán o San Ildefonso de Toledo. Por su profundo amor
a la Madre de Dios y sus luminosas reflexiones, es considerado como el primer gran
mariólogo de Occidente. El legado espiritual de este autor lo convierte en un auténtico
maestro de vida cristiana e invita a ahondar en sus preciosas enseñanzas.
Saludo
con afecto a los fieles de lengua española procedentes de España y otros países latinoamericanos,
en particular a los peregrinos de México, acompañados por los Cardenales Norberto
Rivera Carrera y Ennio Antonelli, que colaboraron en la organización del Sexto Encuentro
Mundial de las Familias, celebrado en el mes de enero pasado. Que su estancia en Roma
los confirme en la fe de los Apóstoles y los aliente a ser discípulos y misioneros
de Jesucristo, que con su resurrección ha vencido el pecado y la muerte y nos alienta
a ser testigos de la verdad del Evangelio que cambia nuestras vidas. Muchas gracias.
Al final de la audiencia, como es habitual Benedicto XVI ha saludado
a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Que el Señor resucitado llene
de su amor el corazón de cada uno de vosotros, queridos jóvenes, para que estéis preparados
a seguirle con entusiasmo y por la vivacidad de vuestra edad; que os sostenga a vosotros,
queridos enfermos a llevar con serenidad el peso de vuestro sufrimiento; que os guíe
a vosotros, queridos recién casados, a fundar en la fiel donación recíproca, familias
impregnadas con el perfume de la santidad evangélica.
Antes de concluir
la audiencia el Santo Padre ha dirigido unas palabras especiales a los Jóvenes del
Centro Internacional Juvenil San Lorenzo, que hoy recuerdan el 25 aniversario de la
entrega de la cruz del Año Santo de la Redención, al amado Juan Pablo II que confió
a los jóvenes del mundo la gran cruz de madera, por deseo propio, había estado junto
al altar mayor de la basílica de San pedro durante aquel especial Año jubilar.
“Desde
entonces, la cruz fue acogida en el centro Internacional juvenil San Lorenzo, y desde
allí comenzó a viajar por los Continentes, abriendo los corazones de tantos muchachos
y muchachas al amor redentor de Cristo. Esta su peregrinación prosigue todavía, sobre
todo en preparación de las Jornadas Mundiales de la Juventud, de manera que ahora
se la conoce como la “Cruz de las Jornadas Mundiales de la Juventud”. ¡ Queridos
amigos, os confío de nuevo esta cruz ! ¡Continuad llevándola por todos los rincones
de la tierra, para que también las próximas generaciones descubran la Misericordia
de Dios y reaviven en sus corazones la esperanza en Cristo crucificado y resucitado!”