2009-04-15 11:57:01

La ONU conmemora el primer aniversario del discurso del Papa ante la Asamblea General


Miércoles, 15 abr (RV).- La misión de la Observación Permanente de la Santa Sede ante las Naciones Unidas promoverá mañana un simposio para conmemorar el primer aniversario del discurso que el Santo Padre Benedicto XVI pronunció ante la Asamblea General de la ONU el 18 de abril de 2008. El encuentro tendrá lugar en el palacio de cristal con la presencia de diplomáticos, eclesiásticos, académicos y otras personalidades invitadas.

En este programa dedicado a la Cultura y al Humanismo recordaremos este mensaje del Papa. “Jesucristo es la esperanza para los hombres y las mujeres de toda lengua, raza, cultura, y condición social”, éste fue el argumento de Benedicto XVI durante su octavo viaje internacional, en Estados Unidos.

Benedicto XVI recordó desde esa tribuna el mensaje que ya en su día lanzaron Pablo VI y Juan Pablo II, una llamada de atención sobre las cuestiones que la Iglesia Católica y la Santa Sede siguen con atención e interés, “pues ven en vuestra actividad un ejemplo de cómo los problemas y conflictos relativos a la comunidad mundial pueden estar sujetos a una reglamentación común”.

Reconociendo que las Naciones Unidas encarnan la aspiración a “un grado superior de ordenamiento internacional”, como dijo Juan Pablo II, el Papa Benedicto XVI volvió a poner en evidencia la necesidad de ayudar al continente africano, un mensaje que ha repetido incansablemente sobre todo desde su viaje a este continente.

Otro de los temas de aquel discurso fue el reconocimiento de la unidad de la familia humana y la atención a la dignidad innata de cada hombre y mujer. “Este principio –subrayó el Pontífice- ha sido definido sólo recientemente, pero ya estaba implícitamente presente en los orígenes de las Naciones Unidas y ahora se ha convertido cada vez más en una característica de la actividad de la Organización. Todo Estado tiene el deber primario de proteger a la propia población de violaciones graves y continuas de los derechos humanos, como también de las consecuencias de las crisis humanitarias, ya sean provocadas por la naturaleza o por el hombre”.

Asimismo el Papa recordó que los derechos humanos son cada vez más como el lenguaje común y el sustrato ético de las relaciones internacionales, pero señaló que sin embargo, “es evidente que los derechos reconocidos y enunciados en la Declaración se aplican a cada uno en virtud del origen común de la persona, la cual sigue siendo el punto más alto del designio creador de Dios para el mundo y la historia. Estos derechos se basan en la ley natural inscrita en el corazón del hombre y presente en las diferentes culturas y civilizaciones. Arrancar los derechos humanos de este contexto significaría restringir su ámbito y ceder a una concepción relativista, según la cual el sentido y la interpretación de los derechos podrían variar, negando su universalidad en nombre de los diferentes contextos culturales, políticos, sociales e incluso religiosos. Así pues, no se debe permitir que esta vasta variedad de puntos de vista oscurezca no sólo el hecho de que los derechos son universales, sino que también lo es la persona humana, sujeto de estos derechos”.

Asimismo el Santo Padre reconoció que las Naciones Unidas siguen siendo un lugar privilegiado en el que la Iglesia está comprometida a llevar su propia experiencia “en humanidad”, desarrollada a lo largo de los siglos entre pueblos de toda raza y cultura, y a ponerla a disposición de todos los miembros de la comunidad internacional. Esta experiencia y actividad, orientadas a obtener la libertad para todo creyente, intentan aumentar también la protección que se ofrece a los derechos de la persona. Dichos derechos están basados y plasmados en la naturaleza trascendente de la persona, que permite a hombres y mujeres recorrer su camino de fe y su búsqueda de Dios en este mundo. El reconocimiento de esta dimensión debe ser reforzado si queremos fomentar la esperanza de la humanidad en un mundo mejor, y crear condiciones propicias para la paz, el desarrollo, la cooperación y la garantía de los derechos de las generaciones futuras.

Precisamente, reconociendo la importancia de este mensaje pronunciado por Benedicto XVI el 18 de abril de 2008, el secretario general de la ONU Ban ki Moon, leerá un mensaje de bienvenida a todos los que mañana participen en el simposio dedicado a analizar el alcance de este mensaje del Santo Padre.








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