Benedicto XVI participa en la tercera predicación cuaresmal del P. Cantalamessa: “Todos
aquellos estarán guiados por el Espíritu”
Viernes, 27 mar (RV).- Benedicto XVI junto con los miembros de la Curia Romana ha
participado esta mañana en la tercera predicación de Cuaresma a cargo del padre Raniero
Cantalamessa predicador de la Casa Pontificia, bajo el lema “Todos aquellos estarán
guiados por el Espíritu”. La meditación cuaresmal como viene siendo ya habitual ha
tenido lugar en la capilla Redemptoris Mater del Palacio Apostólico de Sixto IV. El
franciscano capuchino ha desarrollado su reflexión sobre cuatro versículos del capítulo
octavo de la Carta a los Romanos sobre el Espíritu Santo, que dicen:
“Ahora
no pesa condena alguna sobre los del Mesías Jesús, pues, mediante la ley del Espíritu
que da vida en el Mesías Jesús te ha liberado del régimen del pecado y de la muerte...
Si alguno no tiene el Espíritu de Cristo ese no es cristiano. Pues bien, si Cristo
está con vosotros, aunque vuestro ser estuvo muerto por el pecado, el Espíritu es
vida por el indulto. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita
en vosotros, el mismo que resucitó al Mesías dará vida también a vuestro ser mortal
por medio de ese Espíritu suyo que habita en vosotros”.
El Espíritu Santo es
el Espíritu que procede primariamente del Padre, que ha descendido y “se ha reposado”
en plenitud en Jesús, ha afirmado el padre Cantalamessa. “Todos aquellos que están
guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios”. El Espíritu guía a través de
la conciencia. En los creyentes esta guía interior de la conciencia está como potenciada
y elevada por la unción que enseña cualquier cosa, es verdadera y no miente; y si
es escuchada, guía de manera infalible”.
El Espíritu guía también a través
del magisterio de la Iglesia y en el camino espiritual de todo creyente. Jesús decía
-ha recordado el fraile capuchino-: “mi sentencia es justa porque no persigo un designio
mío, sino el designio del que me envió”. El peligro, en algunos modos modernos de
entender y practicar el discernimiento es el de acentuar hasta tal punto los aspectos
psicológicos, que se olvida el agente primario de cualquier discernimiento que es
el Espíritu Santo. Hay profunda razón teológica en ello, porque el Espíritu Santo
es, el mismo, la voluntad substancial de Dios y cunado entra en un alma, “se manifiesta
como la voluntad misma de Dios, por el cual en él se encuentra”. El fruto concreto
de esta meditación, ha finalizado el predicador de la Casa Pontificia, podría ser
una renovada decisión de confiarnos en todo y por todo a la guía interior del Espíritu
Santo, como si fuera una especie de “dirección espiritual”. “Debemos abandonarnos
en Él como las cuerdas de una arpa a los dedos de quien las mueve”. Es más fácil de
los que se piensa, porque nuestro sugeridos nos habla dentro, nos enseña todo, nos
instruye.