Benedicto XVI insta a defender la familia y subraya la necesidad de que sea evangelizada
y apoyada de forma concreta, al mismo tiempo que anuncia la creación de una nueva
diócesis en Angola
Viernes, 20 mar (RV).- El último acto que ha presidido este viernes Benedicto XVI,
ha sido la reunión, a las siete de la tarde, con los obispos de Angola y Santo Tomé
en la Nunciatura Apostólica de Luanda. Durante su discurso, el Santo Padre ha anunciado
la creación de la diócesis de Namibe, con territorio desmembrado de la archidiócesis
de Lubango. "Como primer obispo he elegido -ha anunciado el Papa- al reverendo P.
Mateus Senciano Tomás, párroco de la catedral de Huambo".
Otros argumentos
que ha puesto de relieve el Santo Padre durante su discurso a los obispos, han sido
la necesidad de difundir la cultura y defender la institución familiar, agradeciendo
también el don de las vocaciones, “signo de esperanza para el futuro”. Tras agradecer
el trabajo apostólico llevado a cabo en condiciones difíciles en Angola, el Pontífice
ha solicitado –frente al relativismo personal y los propios caprichos- la llamada
del verdadero humanismo, invitando a vivir profundamente arraigados a la amistad con
Cristo. “Esta amistad –ha dicho el Papa- nos abre a todo lo que es bueno, y nos da
el criterio para discernir entre la verdad y el error”.
En este sentido, el
Papa ha reconocido la importancia del campo de la cultura, que a menudo se ve condicionada
por las imágenes propuestas por los medios de comunicación social. Por este motivo
el Pontífice ha alabado todos los esfuerzos realizados “para tener una capacidad de
comunicación también en este ámbito, que permita ofrecer a todos una interpretación
cristiana de los acontecimientos, los problemas y las realidades humanas”.
Una
de estas realidades humanas, expuesta ahora a muchas dificultades y amenazas, es la
familia, ha señalado Benedicto XVI, recordando la necesidad de que sea evangelizada
y apoyada de forma concreta, “pues a la debilidad e inestabilidad interna de muchas
uniones conyugales, se añade la tendencia generalizada en la sociedad y en la cultura
a impugnar el carácter único y la misión propia de la familia fundada en el matrimonio”.
En este sentido el Santo Padre ha instado a los obispos angoleños a defender la sacralidad
de la vida humana y el valor de la institución matrimonial.
Por último el Papa
ha alabado las nuevas vocaciones en el continente, y ha rendido homenaje a los misioneros.
El Papa ha solicitado a los obispos angoleños que sigan de cerca a sus presbíteros
para que “permanezcan fieles, con la entrega de sí mismos a Cristo y al pueblo del
que son pastores, a las exigencias de su estado, y vivan su ministerio presbiteral
como un verdadero camino de santidad, tratando de ser santos para suscitar nuevos
santos en torno a ellos”.
DISCURSO COMPLETO
Señor
Cardenal, Queridos Obispos de Angola y Santo Tomé
Me
es muy grato encontraros en esta sede que Angola ha destinado al Sucesor de Pedro
–generalmente en la persona de un representante suyo– como expresión visible de los
vínculos que unen a vuestros pueblos con la Iglesia Católica, que tiene la satisfacción
de contaros entre sus hijos desde hace más de quinientos años. Que se eleve fervorosa
y concorde nuestra alabanza a Dios Padre, que por obra y gracia del Espíritu Santo,
no cesa de generar el Cuerpo místico de su Hijo con los rasgos angoleños y santotomenses,
sin perder por ello sus fisionomías judía, romana, portuguesa y tantas otras adquiridas
antes, pues «los que os habéis incorporado a Cristo por el Bautismo [...] sois uno
en Cristo Jesús» (Ga 3,27.28). Para continuar hoy esta labor de gestación del Cristo
total mediante la fe y el bautismo, el buen Dios ha querido tener necesidad de mí
y de vosotros, venerables Hermanos; no debe extrañaros que los dolores del parto se
hagan sentir en nosotros hasta que Cristo se forme completamente (cf. Ga 4,19) en
el corazón de vuestro pueblo. Dios os recompensará por todo el trabajo apostólico
llevado a cabo en condiciones difíciles, tanto durante la guerra como en la actualidad,
en medio de tantas limitaciones, contribuyendo así a dar a la Iglesia en Angola y
Santo Tomé y Príncipe ese dinamismo que todos reconocen.
Queridos
hermanos, tengo el placer de anunciar la creación de la diócesis de Namibe con territorio
desmembrado de la archidiócesis de Lubango. Como su primer obispo he elegido al reverendo
Padre Mateus Senciano Tomás, párroco de la catedral de Huambo.
Consciente
del ministerio que he sido llamado a desempeñar al servicio de la comunión eclesial,
os ruego que os hagáis intérpretes de mi constante solicitud ante vuestras comunidades
cristianas, a las que saludo con sincero afecto en la persona de cada miembro de esta
Conferencia Episcopal. Saludo particularmente a vuestro Presidente, Mons. Damião Franklin,
a quien agradezco sus palabras de bienvenida que me ha dirigido en vuestro nombre,
mostrando vuestro empeño en un cuidadoso discernimiento y en el consiguiente plan
unitario aplicado a vuestras comunidades diocesanas «para el perfeccionamiento de
los fieles [...] hasta que lleguemos todos [...] al Hombre perfecto, a la medida de
Cristo en su plenitud» (Ef 4,12.13). En efecto, frente a un relativismo difuso que
no reconoce nada como definitivo, y tiende más bien a tomar como criterio último el
yo personal y los propios caprichos, nosotros proponemos otra medida: el Hijo de Dios,
que es también verdadero hombre. Él es la medida del verdadero humanismo. El cristiano
de fe adulta y madura no es alguien que sigue la ola de la moda y las últimas novedades,
sino quien vive profundamente arraigado en la amistad de Cristo. Esta amistad nos
abre a todo lo que es bueno, y nos da el criterio para discernir entre la verdad y
el error.
Ciertamente, para el futuro de la fe y
la orientación global de la vida del País, es decisivo el campo de la cultura, en
el que la Iglesia tiene renombradas instituciones académicas, que han de tener a gala
que la voz de los católicos esté siempre presente en el debate cultural de la Nación,
para que se fortalezca la capacidad de elaborar de manera racional, a la luz de la
fe, tantas cuestiones que surgen en los distintos ámbitos de la ciencia y de la vida.
Además, la cultura y los modelos de comportamiento están hoy cada vez más condicionados
y caracterizados por las imágenes propuestas por los medios de comunicación social;
por eso, son loables todos vuestros esfuerzos para tener una capacidad de comunicación
también en este ámbito, que permita ofrecer a todos una interpretación cristiana de
los acontecimientos, los problemas y las realidades humanas.
Una
de estas realidades humanas, expuesta ahora a muchas dificultades y amenazas, es la
familia, que tiene especial necesidad de ser evangelizada y apoyada de forma concreta,
pues a la debilidad e inestabilidad interna de muchas uniones conyugales, se añade
la tendencia generalizada en la sociedad y la cultura a impugnar el carácter único
y la misión propia de la familia fundada en el matrimonio. En vuestra solicitud pastoral
por todo ser humano, seguid levantando la voz en defensa de la sacralidad de la vida
humana y del valor de la institución matrimonial, promoviendo el papel que tiene la
familia en la Iglesia y la sociedad, así como buscando medidas económicas y legislativas
que apoyen la generación y educación de los hijos.
Me
alegro de que haya en vuestros Países muchas comunidades vibrantes de fe, con un laicado
comprometido, dedicado a diversas obras de apostolado, así como un considerable número
de vocaciones al ministerio ordenado y la vida consagrada, especialmente de vida contemplativa:
son un verdadero signo de esperanza para el futuro. Y, ahora que el clero es cada
vez más autóctono, deseo rendir homenaje a la labor realizada paciente y heroicamente
por los misioneros para anunciar a Cristo y su Evangelio, y para dar vida a las comunidades
cristianas de las que hoy sois responsables. Os invito a seguir de cerca a vuestros
presbíteros, preocupándoos de su formación permanente, tanto teológica como espiritual,
estando atentos a sus condiciones de vida y del ejercicio de su misión propia, con
el fin de que sean auténticos testigos de la Palabra que anuncian y de los Sacramentos
que celebran. Que permanezcan fieles, con la entrega de sí mismos a Cristo y al pueblo
del que son pastores, a las exigencias de su estado, y vivan su ministerio presbiteral
como un verdadero camino de santidad, tratando de ser santos para suscitar nuevos
santos en torno a ellos.
Venerables Hermanos, confiando
en el recuerdo en vuestras oraciones al Señor, os aseguro una plegaria especial a
Aquel que es el verdadero esposo de la Iglesia, que la ama, la protege y alimenta:
el Hijo unigénito del Dios vivo, Jesucristo nuestro Señor. Que Él ayude con su gracia
vuestros esfuerzos pastorales, para que sean fecundos según el ejemplo y bajo la protección
del Corazón Inmaculado de la Virgen Madre. Con estos sentimientos, os imparto a cada
uno mi Bendición, así como a vuestros presbíteros, personas consagradas, seminaristas,
catequistas y a todos los fieles laicos que forman parte de la grey que Dios os ha
confiado.