En su mensaje para la 'Campaña de Fraternidad' en Brasil, el Papa señala la Cuaresma
como tiempo propicio para la conversión, la reconciliación y para que prevalezca la
verdadera paz entre pueblos y comunidades
Miércoles, 25 feb (RV).- Una vez más, al comenzar el itinerario espiritual de Cuaresma,
Benedicto XVI ha querido adherirse a la Campaña de la Fraternidad que se lleva a cabo
en Brasil. Poniendo de relieve la importancia del lema elegido para este 2009, «La
paz es fruto de la justicia», el Papa reitera que el tiempo cuaresmal es precisamente
tiempo propicio para la «conversión y reconciliación de todos los cristianos, para
que se cumplan los más nobles anhelos del corazón humano y prevalezca una paz verdadera
entre los pueblos y las comunidades».
Benedicto XVI hace hincapié en que la
verdadera ‘paz es fruto de la justicia’, como destacó también su venerado predecesor,
el Siervo de Dios Juan Pablo II, en el Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz 2002,
recordando asimismo que «la justicia humana es siempre frágil e imperfecta, expuesta
a las limitaciones y a los egoísmos personales y de grupo, debe ejercerse y en cierto
modo completarse con el perdón, que cura las heridas y restablece en profundidad las
relaciones humanas truncadas». (n.3)
El Santo Padre cita textualmente el Documento
final de Aparecida y destaca que «tratando sobre el Reino de Dios y la promoción de
la dignidad humana, recuerda los signos evidentes de la presencia del Reino en la
vivencia personal y comunitaria de las Bienaventuranzas, en la evangelización de los
pobres, en el conocimiento y cumplimiento de la voluntad del Padre, en el martirio
por causa de la fe, en el acceso de todos a los bienes de la creación, en el perdón
mutuo, sincero y fraterno, aceptando y respetando la riqueza de pluralidades, y en
la lucha para no caer en la tentación y ser esclavos del mal» (n.8.1)
«La
Cuaresma nos invita a luchar sin desmayo para hacer el bien, precisamente porque sabemos
cuán difícil es que los hombres nos decidamos firmemente a practicar la justicia y
falta mucho aún para que la convivencia se inspire en la paz y en el amor y nunca
en el odio y la venganza», señala Benedicto XVI, sin ignorar que «aunque se consiga
lograr una razonable distribución de los bienes y una armoniosa organización de la
sociedad, jamás desaparecerá el dolor de las enfermedades, de la incomprensión o de
la soledad, de la muerte de las personas que amamos, de la experiencia de nuestros
límites».
«Nuestro Señor abomina las injusticias y condena a aquel que las
comete. Pero respeta la libertad de cada individuo y por ello permite que existan,
pues forman parte de la condición humana, a raíz del pecado original. Sin embargo,
su corazón lleno de amor hacia los hombres lo llevó a cargar, junto con la cruz, con
todos nuestros tormentos: nuestro sufrimiento, nuestra tristeza, nuestra hambre y
sed de justicia. Pidámosle que nos haga capaces de saber testimoniar los sentimientos
de paz y de reconciliación, inspirándonos en su Sermón de la Montaña, para alcanzar
la Bienaventuranza eterna».
Con estos anhelos, Benedicto XVI concluye su Mensaje
de este año para la Campaña de la Fraternidad que se lleva a cabo en Brasil, invocando
la protección del Altísimo sobre esta nación y deseando que «la vida nueva en Cristo»
abrace a todos los brasileños en «su dimensión personal, familiar, social y cultural,
derramando sus dones de paz y de prosperidad y despertando en cada corazón sentimientos
de fraternidad y de activa colaboración».