El Papa subraya la igual dignidad de cada vida humana y alerta contra las ideologías
eugenésicas o de selección de la raza, prácticas que en el pasado produjeron formas
inauditas de autentica discriminación y violencia
Sábado, 21 feb (RV).- Por el simple hecho de venir a la vida, todo ser humano tiene
la misma dignidad. Una dignidad que supera la suma de sus factores genéticos. Por
lo tanto, comete un “atentado contra la humanidad” una ciencia que discrimine a la
persona sobre la base de su eficacia física o belleza o que llegue a suprimir el inicio
de una vida porque es débil o esta enferma. Con esta incisiva intervención, en Santo
Padre se ha dirigido esta mañana a los genetistas y personal científico que han participado
en la XV asamblea de la Pontificia Academia para la Vida, dedicada en particular a
los riesgos de la eugenesia.
“La generación de un hombre jamás podrá ser reducida
a la reproducción de un nuevo individuo de la especie humana, así como ocurre con
cualquier otro animal. Cada aparición en el mundo de una persona es siempre una nueva
creación”.
Benedicto XVI ha recodado con estas palabras un límite que la exuberancia
de la ingeniería genética le cuesta respetar, reconociendo que el progreso de las
ciencias biológicas ha producido conocimientos que consienten “una más eficaz y precoz
diagnosis de las enfermedades genéticas”, pero también la individualización de “terapias
destinadas a aliviar el sufrimiento de los enfermos y en algunos casos incluso a restituirles
la esperanza de adquirir de nuevo la salud”.
Sin embargo, el lado oscuro de
la medalla está representado -dice el Santo Padre en los “riesgos de la eugenesia”,
o de la selección de la raza, una práctica -ha dicho- que ha visto ya “en el pasado
poner en práctica formas inauditas de autentica discriminación y violencia”: “A pesar
de esto aparecen también en nuestros días preocupantes manifestaciones de esta práctica
odiosa que se presenta de distintas maneras. Cierto, no se proponen ideologías eugenésicas
y raciales que en el pasado han humillado al hombre y han provocado grandes sufrimientos,
pero se insinúa una nueva mentalidad que tiende a justificar una diversa consideración
de la vida y de la dignidad personal sobe el propio deseo y sobre el derecho individual.
“En
otras palabras, ha proseguido Benedicto XVI, se tiende a privilegiar las capacidades
operativas la eficacia, la perfección y la belleza física, en detrimento de otras
dimensiones de la existencia no retenidas como dignas. De esta manera se debilita
el respeto debido a cada ser humano, también en presencia de un defecto de su desarrollo
o de una enfermedad genética que podrá manifestarse en el curso de su vida y son penalizados
desde la concepción aquellos hijos cuya vida se juzga como no digna de ser vivida”.
Lo
que debe confirmase con fuerza -ha expresado el Santo Padre- es la dignidad de todo
ser humano por el mismo hecho de haber venido a la vida. El desarrollo biológico,
psíquico, cultural o el estado de salud no pueden convertirse en elemento de discriminación.
Al contrario es necesario consolidar la cultura de la acogida y del amor que testimonian
concretamente la solidaridad hacia el que sufre, derribando las barreras que muchas
veces la sociedad levanta discriminado a los minusválidos y a quien está afectado
por patologías o peor aun seleccionando y descartando la vida en nombre de un ideal
abstracto de salud y de perfección física.