Viernes, 13 feb (RV).- La presidencia del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM),
reunida en Bogotá a principios de febrero ha manifestado “su preocupación y solidaridad
ante la grave crisis actual”. En el mensaje los obispos latinoamericanos llaman la
atención sobre la responsabilidad que tenemos todos “en promover la humanización de
las estructuras políticas, económicas y de desarrollo, para que estén al servicio
del bien común, de la prioridad del trabajo sobre el capital y de la producción sobre
las finanzas”.
El mensaje retoma las palabras de Benedicto XVI a principios
de año recordando “que esta crisis pone a prueba el futuro de la globalización. En
realidad, la crisis actual no es el resultado de dificultades financieras inmediatas,
sino que es una consecuencia del estado de salud ecológica del planeta y, sobre todo,
de la crisis cultural y moral que vivimos, cuyos síntomas son evidentes desde hace
tiempo en todo el mundo”.
Una situación alarmante, escriben los obispos que
“nos compromete a expresar nuestra solidaridad en acciones y obras concretas, que
faciliten la búsqueda de soluciones a los problemas del desempleo, el hambre, la migración
forzosa, el deterioro de la salud y la pérdida de calidad de vida de los pobres, que
como siempre son las víctimas más afectadas de las crisis”.
Por otra parte,
esta situación sirve también como estímulo para empeñar los mejores esfuerzos de las
universidades e institutos católicos, y de investigadores y agentes de pastoral social,
para contribuir a la formulación de un nuevo modelo de desarrollo para América Latina
y El Caribe, y de un sistema económico mundial mejor regulado, que elimine la pobreza
y promueva la justicia y la solidaridad en nuestro Continente, tristemente el más
desigual del planeta.
Ya en el encuentro de Aparecida, los obispos de América
Latina y El Caribe advirtieron que la globalización comporta el riesgo del fortalecimiento
de los grandes monopolios y de convertir el lucro en valor supremo (cf. Documento
de Aparecida, n. 60). “De ahí, escriben ahora los obispos latinoamericanos en
su mensaje, la urgente necesidad de que la globalización deba regirse por la ética.
La actual crisis financiera ha puesto de manifiesto el afán excesivo de lucro por
encima de la valoración del trabajo y del empleo, convirtiéndolo en un fin en sí mismo”.
Por
último la presidencia del CELAM expone la necesidad de establecer las bases para un
nuevo orden internacional, fundado en nuevas reglas de juego, que también tengan en
cuenta los valores del Evangelio y la enseñanza social de la Iglesia, a fin de promover
una globalización marcada por la solidaridad y la racionalidad, que haga de América
no solo el Continente de la esperanza, sino también del amor.