«El Holocausto es un terrible crimen contra Dios y la humanidad. Toda negación o minimización
es intolerable». Recordando que se prepara para visitar Israel, Benedicto XVI ha recibido
a una delegación de presidentes de organizaciones judías estadounidenses
Jueves, 12 feb (RV).- «Quiero que sepáis que todos sois bienvenidos aquí en la casa
de Pedro, el hogar del Papa….». Benedicto XVI ha acogido este jueves con gran alegría
y cordialidad a una delegación de la conferencia de presidentes de organizaciones
judías estadounidenses, que han viajado a Italia para realizar una visita a este país,
en el contexto de su misión anual rumbo a Israel.
«Yo también me estoy preparando
para visitar Israel, tierra que es Santa para los cristianos y para los Judíos, pues
allí se encuentran las raíces de nuestra fe», ha reiterado el Papa, haciendo hincapié
en los profundos e intensos lazos que nos unen y en las varias oportunidades, que
a lo largo de los años, le han ofrecido momentos muy gratos con sus amigos judíos.
Las relaciones entre el judaísmo y la Iglesia católica tienen más de dos mil años
de historia y han pasado por distintas fases, algunas muy dolorosas, pero ahora podemos
encontrarnos en espíritu de reconciliación, tendiéndonos la mano de la amistad, ha
enfatizado Benedicto XVI, señalando luego que si bien haya habido algunas tensiones
«en realidad ¿qué familia no ha tenido, alguna vez, alguna tensión entre sus miembros?»
Con
firmeza y una vez más, el Papa se ha referido al camino de reconciliación entre cristianos
y judíos, impulsado por la Declaración Nostra Aetate, del Concilio Vaticano II. Y,
con firmeza y una vez más, Benedicto XVI ha reiterado el compromiso de la Iglesia
católica contra el antisemitismo:
«La Iglesia está profunda e irrevocablemente
comprometida en el rechazo del antisemitismo y en seguir desarrollando e impulsando
cada vez más buenas y duraderas relaciones entre nuestras comunidades». En este contexto,
el Benedicto XVI ha dicho que hay una imagen que ‘engasta’ muy bien este compromiso.
El momento en que su «amado predecesor Juan Pablo II se detuvo ante el Muro del llanto
en Jerusalén, implorando el perdón de Dios por todas las injusticias que el pueblo
judío ha tenido que soportar». Y tras haber hecho suya esa oración, el Santo Padre
ha reafirmado nuevamente que el Holocausto es un crimen contra Dios y la humanidad:
«Toda
negación o minimización de este terrible crimen es intolerable y al mismo tiempo inaceptable».
Ha reiterado Benedicto XVI, reafirmando - como hizo recientemente en su audiencia
general del pasado 28 de enero que el Holocausto debe ser para todos «advertencia
contra el olvido, negación o minimización, porque la violencia hecha contra un solo
ser humano es violencia contra todos».
«Este terrible capítulo de nuestra historia
nunca se debe olvidar. Recordar, como se ha dicho con razón, es ‘memoria futuri’,
una advertencia para nuestro futuro y un impulso a fortalecer la reconciliación. Recordar
es hacer todo lo que está en nuestro poder para prevenir cualquier repetición de semejante
catástrofe en la familia humana, por medio de la construcción de puentes de amistad
duradera». Benedicto XVI ha asegurado sus fervientes oraciones para que la «memoria
de este crimen espantoso pueda fortalecer nuestra determinación para curar las heridas
que durante demasiado tiempo han afectado las relaciones entre cristianos y judíos».
A lo largo de su intenso discurso, el Papa ha evocado su encuentro durante
su viaje a Estados Unidos, con el Rabino Arthur Schneier, que encabezaba la delegación
de hoy. Así como su primera visita como Pontífice a la Sinagoga de Colonia, y la que
realizó al campo de exterminio de Auschwitz:
«¿Qué palabras pueden describir
adecuadamente esa conmovedora experiencia? Mientras entraba en ese lugar de horror,
escenario de tan indecible sufrimiento, meditaba en los incontables prisioneros, tantos
de ellos judíos, que habían tenido que cumplir ese mismo camino», ha dicho con emoción
Benedicto XVI, recordando el terrible sufrimiento de aquellos hijos de Abraham. «Salvaje
brutalidad que avergüenza a toda la humanidad».