El Papa insta a los responsables económicos y políticos del mundo a guiarse por una
ética que dé prioridad a los derechos humanos y denuncia distintas políticas sociales
que ponen en peligro el papel de cohesión de la familia
Lunes, 2 feb (RV).- Benedicto XVI ha recibido esta mañana al nuevo embajador de Hungría
ante la Santa Sede. Al dar su cordial bienvenida al Sr. János Balassa, en el inicio
de su misión, quien entregó al Pontífice las cartas que lo acreditan como embajador
extraordinario y plenipotenciario de la república de Hungría ante la Santa Sede, Benedicto
XVI le agradeció sus corteses palabras y los saludos de parte del presidente húngaro
László Sólyom. Tras pedirle al diplomático que, por su parte, lleve al mandatario
de su nación sus buenos deseos, junto a la seguridad de su oración por todo su pueblo;
el Papa afirmó que el reestablecimiento de relaciones diplomáticas completas por parte
de los países del bloque del Este con la Santa Sede, después de los acontecimientos
trascendentales de 1989, abrió nuevos horizontes de esperanza para el futuro.
El
Santo Padre añadió que en los veinte años que han transcurrido, Hungría ha hecho
grandes progreso en establecer las estructuras de una sociedad libre y democrática,
capaz de formar parte de la comunidad del mundo. Y destacando las observaciones hechas
anteriormente por el nuevo diplomático, el Papa dijo que las fuerzas que rigen los
asuntos económicos y políticos en el mundo tienen necesidad de ser dirigidas correctamente,
porque deben basarse en un fundamento ético, que de siempre prioridad a la dignidad
y a los derechos de la persona humana y al bien común de la humanidad.
Refiriéndose
a la fuerte herencia cristiana de su país -que se remonta a más de mil años- el Papa
dijo que Hungría está bien ubicada en la promoción de estos ideales humanos dentro
de la Comunidad Europea y de la comunidad más amplia del mundo. De ahí que Benedicto
XVI manifestara su esperanza de que las relaciones diplomáticas entre ambos Estados
sirvan para apoyar esta dimensión vital de la contribución de su país a los asuntos
internacionales. El Obispo de Roma también afirmó que la experiencia de la libertad
nuevamente ganada, ha traído ocasionalmente con ella el riesgo de que esos mismos
valores cristianos y humanos, arraigados tan profundamente en la historia y en la
cultura de las personas –al igual que en todo el continente de Europa- sean suplantados
por otros, basados en visiones falsas del hombre y de su dignidad y contrario al desarrollo
de una verdadera sociedad que prospera.
Por esta razón el Papa recordó que
en su mensaje para la Jornada mundial de la paz, aludió a la importancia primordial
de la familia. Y dijo que en muchos países de la Europa moderna el papel cohesivo
y vital que la familia debe desempeñar en los asuntos humanos se está cuestionando
e incluso se está poniendo en peligro como resultado de maneras equivocadas de pensar
que encuentran su expresión en diversas políticas sociales. De ahí que Benedicto XVI
manifestara su esperanza de que se encuentren los modos de salvaguardar este elemento
esencial de nuestra sociedad, que es el corazón de cada cultura y nación.
Refiriéndose
a la Iglesia católica en Hungría, el Pontífice destacó que ha vivido con intensidad
particular la transición entre el período del gobierno totalitario y la libertad de
la que ahora goza este país. Después de las décadas de la opresión –dijo- sostenidas
por el testimonio heroico de tantos cristianos, ella ha emergido para tomar su lugar
en una sociedad transformada, cada vez más capaz de proclamar el Evangelio libremente.
E insistió en que la Iglesia no busca ningún privilegio para sí, sino que desea realizar
su papel en la vida de la nación, tal como lo exige su verdadera naturaleza y misión.
Después de recordar el avance en la ejecución de los acuerdos entre Hungría
y la Santa Sede, entre los cuales el memorando recientemente firmado para la ayuda
religiosa a las fuerzas armadas y a la policía de frontera, el Papa dijo que ruega
para que la misión diplomática que este nuevo embajador comienza hoy consolide cada
vez más los lazos de amistad que existen entre la Santa Sede y la república de Hungría.
Y mientras le aseguró que los diversos dicasterios de la curia romana estarán siempre
dispuestos a ofrecer su ayuda en el cumplimiento de sus deberes, Benedicto XVI invocó
sobre su persona, su familia, y todos los ciudadanos abundantes bendiciones de paz
y prosperidad.