Mensaje de Benedito XVI al arzobispo de Tarragona, con motivo del 1750 aniversario
del martirio de san Fructuoso, obispo y de sus diáconos, san Augurio y san Eulogio
Lunes, 26 ene (RV).- “Por medio del señor cardenal Julián Herranz, que como muestra
de cercanía y aprecio me representa como Enviado Especial, me es grato hacerle llegar
un caluroso saludo, así como al presbiterio, a los religiosos y religiosas y a los
fieles de esa querida Iglesia particular, uniéndome a la acción de gracias al Señor
por el Año Jubilar que ahora concluye, y con el cual se ha querido celebrar el 1750
aniversario del martirio de San Fructuoso, obispo de esa antiquísima sede, y de sus
diáconos, San Augurio y San Eulogio”.
“La conmemoración de estos mártires,
escribe el Papa, nos lleva a pensar en una comunidad que, habiendo recibido en los
albores del cristianismo el mensaje evangélico transmitido por los Apóstoles, supo
confesar, vivir y celebrar su fe sin temor, incluso en un ambiente de incomprensión
y hostilidad. El testimonio de quienes dieron su sangre por Cristo sigue iluminando
y fortaleciendo la fe de la Iglesia, pues indica sin equívocos que el sentido y la
plenitud de nuestra existencia, la razón de la mayor esperanza y más íntimo gozo,
es la relación con Dios, fuente de la vida (cf. Spe salvi, 27).
“Con este
Año Jubilar, subraya el Santo Padre, la comunidad eclesial de Tarragona, junto con
quienes se han unido a ella, ha tenido una oportunidad privilegiada de apreciar el
tesoro que lleva dentro y que ha de volver a brillar hoy para dar mayor esplendor
y hondura a la vida cristiana en las personas, las familias y las relaciones sociales.
Por eso ruego al Señor que este acontecimiento dé nuevos impulsos a una acción pastoral
intensa, que haga sentir a todos la alegría y la responsabilidad de ser miembros vivos
del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, con el mismo vigor y fidelidad de quienes
son honrados como santos Patronos en esa Archidiócesis”.
Con estos sentimientos,
e invocando la maternal protección de la Santísima Virgen María sobre los Pastores
y fieles de Tarragona, el Papa imparte de corazón una especial Bendición Apostólica,
que complacido hace extensiva a cuantos participan en las celebraciones conclusivas
del mencionado Año Jubilar.