Jueves, 22 ene (RV).- El fondo de Naciones Unidas para la infancia, UNICEF, presentó
la semana pasada el Informe sobre “El Estado Mundial de la Infancia 2009”, en el que
examina cuestiones fundamentales relacionadas con la salud materna y neonatal, y hace
hincapié en la necesidad de establecer una atención continua de las madres, de los
recién nacidos y de los niños. El informe describe los últimos paradigmas en las políticas
y programas sanitarios para las madres y los recién nacidos y explora políticas, programas
y alianzas destinadas a mejorar la salud materna y neonatal. Este informe se centra
sobre todo en África y Asia, y complementa el ejemplar del año pasado sobre supervivencia
infantil.
Según el documento, en los países en vías de desarrollo se siguen
produciendo muertes de niños. Las víctimas de la pobreza, de la ausencia de higiene
y de curas médicas adecuadas son sobre todo niños y madres, como demuestran los escalofriantes
de 2007: 9.200.000 niños murieron en el mundo a consecuencia del hambre, mientras
que 500.000 mujeres perecieron por falta de cuidados médicos. Son alarmantes también
los datos que ofrece UNICEF sobre las madres niñas: más de 60 millones de niñas que
se convierten en esposas en el mundo.
Pero a pesar de los datos ofrecidos,
se vislumbra una pequeña, pero lenta, mejora de las condiciones de la infancia en
el mundo, ya que desde 1990 hasta hoy, la mortalidad infantil ha disminuido. Hace
casi treinta años los niños que morían eran 30 millones, en 2006 la cifra se estimó
en 9.700.000, medio millón más respecto a 2007.
UNICEF invita a seguir trabajando
porque cada día, más de 25.000 niños menores de cinco años mueren en el mundo, la
mitad de los cuales son recién nacidos. La mayoría de estos niños mueren por hambre
o por la falta de higiene, como les sucede a sus madres, que UNICEF estima que cada
día mueren 1.5000 a causa del parto o durante el embarazo.
Desde 1990 han muerto
siete millones de recién nacidos con menos de 28 días. Coronan esta triste clasificación
Liberia con 66 muertos cada 1.000 habitantes nacidos vivos, Costa de Marfil con 64,
Irak con 63, Afganistán con 60, y Sierra Leona con 56. Estos recién nacidos fallecen
por infección –en un 36 por ciento de los casos-, asfixia en un 23 por ciento, o por
nacimientos prematuros (27 por ciento). En los países industrializados la tasa es
de tres de cada mil nacidos vivos.
En casi veinte años han fallecido también
10 millones de madres –el 99 por ciento de las cuales mueren en los países en vías
de desarrollo- a causa de problemas durante el parto o el embarazo. Estas mujeres
mueren por hemorragia en el 25 por ciento de los casos, infección (15 por ciento),
y abortos (13 por ciento). Además, de las que sobreviven, diez millones sufren las
secuelas de las lesiones o enfermedades contraídas durante el embarazo.
De
todos los países en vías de desarrollo Nigeria es el que ostenta el récord de muertes
infantiles y de sus madres que corren el 70 por ciento de riesgo de morir durante
el parto. Le siguen a Nigeria Afganistán, Sierra Leona, Chad, Angola y Liberia.
Aunque
si lentamente los pobres del mundo están dando algún paso hacia delante, actualmente
el 75 por ciento de las mujeres de los países en vías de desarrollo recibe curas prenatales
por parte de personal cualificado. Los progresos en la salud materna y neonatal no
van al paso con los de la supervivencia infantil. La tasa global de mortalidad a inicios
de los años 90 en el caso de los niños registraba una flexión del 27 por ciento. Por
su parte, las madres de los países pobres tienen 300 probabilidades más de morir de
parto o de complicaciones en el embarazo, mientras que un recién nacido tiene 14 veces
más posibilidades de morir que un niño de su edad de un país desarrollado.
Para
paliar esta escalada de muertes, UNICEF propone la realización de sistemas integrados,
desde el envío de médicos a domicilio, hasta la mejora de los servicios territoriales
y la asistencia de base.