Escuchar el programa Jueves, 22 ene
(RV).- Concluyó el Encuentro Mundial de las Familias en México, y sin duda el balance
es más que positivo. No sólo por la asistencia de muchas delegaciones de diversos
países, sino además por los múltiples temas que fueron abordados durante este encuentro,
con los que se resaltó el papel sustancial de la familia en la sociedad de hoy, y
la necesidad de rodear y fortalecer las familias, para fortalecer así mismo la convivencia,
la solidaridad y fraternidad entre los pueblos.
"Por su función social esencial
-señaló el Papa en un mensaje enviado para la clausura del encuentro-, la familia
tiene derecho a ser reconocida en su propia identidad y a no ser confundida con otras
formas de convivencia, así como a poder contar con la debida protección cultural,
jurídica, económica, social, sanitaria y, muy particularmente, con un apoyo que, teniendo
en cuenta el número de los hijos y los recursos económicos disponibles, sea suficiente
para permitir la libertad de educación y de elección de la escuela".
Recordamos
que uno de los temas prioritarios del Encuentro fue la educación, y la enorme responsabilidad
que en este campo tiene la familia. Y el Santo Padre se refirió también a este tema,
pidiendo a las familias que se comprometan "en la formación catequética de sus hijos
y las actividades pastorales de su comunidad parroquial, especialmente aquellas relacionadas
con la preparación al matrimonio o dirigidas específicamente a la vida familiar".
El
tema de este VI Encuentro Mundial de las Familias que congregó a miles de personas
en ciudad de México fue: La familia formadora en los valores humanos y cristianos,
y sin duda el tema orientó diversas charlas y conferencias en las que se reflexionó
en esta célula de amor y fraternidad como “una escuela de humanidad y de vida cristiana
para todos sus miembros, con consecuencias beneficiosas para las personas, la Iglesia
y la sociedad“, como lo señaló el Santo Padre.
En efecto, el Pontífice
subrayó que “el hogar está llamado a vivir y cultivar el amor recíproco y la verdad,
el respeto y la justicia, la lealtad y la colaboración, el servicio y la disponibilidad
para con los demás, especialmente para con los más débiles. El hogar cristiano, que
debe "manifestar a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la naturaleza
auténtica de la Iglesia", ha de estar impregnado de la presencia de Dios, poniendo
en sus manos el acontecer cotidiano y pidiendo su ayuda para cumplir adecuadamente
su imprescindible misión.
Benedicto XVI señaló en su mensaje para la clausura
del VI Encuentro Mundial de las familias, que “ante los desafíos que debe afrontar
la familia y la vida humana en general es necesario reforzar la confianza en el Señor
y el vigor que brota de la propia fe, la cual se nutre de la escucha atenta de la
Palabra de Dios. Qué bello es reunirse en familia para dejar que Dios hable al corazón
de sus miembros a través de su Palabra viva y eficaz.
De la misma forma, el
Pontífice subrayó las amenazas y peligros que la familia afronta en su labor evangelizadora,
en su rol educativo, pues según el Papa esta labor educativa se ve dificultada por
un engañoso concepto de libertad, en el que el capricho y los impulsos subjetivos
del individuo se exaltan hasta el punto de dejar encerrado a cada uno en la prisión
del propio yo.
La verdadera libertad del ser humano proviene de haber sido
creado a imagen y semejanza de Dios, y por ello debe ejercerse con responsabilidad,
optando siempre por el bien verdadero para que se convierta en amor, en don de sí
mismo. En el hogar - subraya el Papa- es donde se aprende a vivir verdaderamente,
a valorar la vida y la salud, la libertad y la paz, la justicia y la verdad, el trabajo,
la concordia y el respeto.