Audiencia general: el Papa invita a rezar con él por el VI encuentro Mundial de las
Familias de México, con el anhelo de que suscite «nuevas energías en favor de esta
insustituible célula fundamental de la sociedad y de la Iglesia»
Miércoles, 14 ene (RV).- Benedicto XVI ha invitado este miércoles durante la audiencia
general invita a rezar con él por el VI encuentro Mundial de las Familias de México,
con el anhelo de que suscite «nuevas energías en favor de esta insustituible célula
fundamental de la sociedad y de la Iglesia».
Prosiguiendo sus catequesis dedicadas
a san Pablo, el Papa ha dedicado la catequesis para hablar de los aspectos teológicos
contenidos en las cartas del Apóstol san Pablo a los colosenses y a los efesios. El
matrimonio refleja el vínculo entre Cristo, que es “cabeza y guía”, y su Iglesia.
Antes
del momento de oración y de la bendición con la que se concluyen las audiencias generales,
también hoy, Benedicto XVI ha invitado a rezar por el Encuentro Mundial de México,
uniéndose a las numerosas familias que se han reunido en la capital mexicana, con
el anhelo de impulsar la tutela de la célula fundamental de la sociedad y de la Iglesia.
Palabras que han sido acogidas con un gran aplauso:
«Os invito a todos a
uniros a mi oración para implorar la abundancia de las gracias divinas sobre el VI
encuentro Mundial de las Familias que se desarrolla en estos días en Ciudad de México.
Que este importante evento eclesial pueda manifestar, una vez más, la belleza y el
valor de la familia, suscitando en todos nuevas energías en favor de esta insustituible
célula fundamental de la sociedad y de la Iglesia».
Benedicto XVI en su
catequesis en el aula Pablo VI del Vaticano ha proseguido reflexionando esta mañana
sobre los textos del Apóstol, en el año jubilar paulino que, convocado por el Santo
Padre, tiene como propósito celebrar el bimilenario del nacimiento del Apóstol San
Pablo. En un mundo “lleno de miedos “quien está con Cristo no debe temer a nadie”,
ha señalado el Papa, porque “Él es el verdadero Señor del mundo. Si estamos unidos
a Cristo no debemos temer tampoco ningún enemigo, ni adversidad”.
El Pontífice,
en su análisis de los escritos de Pablo, se ha centrado hoy de manera especial en
las cartas a los colosenses y a los efesios, que tienen muchos puntos en común, y
en las que Cristo es definido con el título de “cabeza”, kefalé. Y este título viene
empleado en un doble nivel.
En un primer sentido, Cristo es visto como jefe
de la Iglesia. Esto significa dos cosas: sobre todo que Él es el gobernante, el dirigente,
el responsable que guía la comunidad cristiana como un líder y Señor, pero por lado
es también cabeza vivificadora de la Iglesia, entendida como un único organismo viviente.
En ambos casos la Iglesia está sujeta y depende de Cristo, que la conduce, la inspira
y le da vitalidad orgánica a través de su amor.
En un segundo sentido, Cristo
es considerado también como “cabeza” de las potencias celestes y del entero cosmos.
Un cosmos “creado por nosotros en cuanto estamos unidos a Él”, en base a “un inescrutable
diseño divino”. “Si aprendemos a entender que el cosmos es la huella de Cristo -ha
dicho el Santo Padre- aprenderemos a descifrar la adecuada relación que debemos tener
con el cosmos, a conservarlo y a mirarlo “con una razón que es amor, humildad y respeto”.
Cristo
no debe temer ningún eventual competidor, ha explicado el Papa, porque es superior
a cualquier otra forma de poder que presuma humillar al hombre. Por eso debemos estar
bien unidos a Él, sin aflojar nuestra presa. Las revelaciones de san Pablo para el
mundo pagano -ha observado Benedicto XVI “representaban una liberación”. También los
paganos de hoy -ha afirmado el Santo Padre- ven el mundo lleno de poderes peligrosos,
pero quien está con Cristo no debe tener ningún miedo. También nosotros debemos aprender
que Cristo, más allá de cualquier dominación, es el verdadero Señor de este mundo.
El
matrimonio entre un hombre y una mujer, ha dicho el Pontífice, en otro momento de
su catequesis, refleja el vínculo esponsal entre Cristo y la Iglesia y de ello deben
tomar ejemplo los esposos, obrando para dar plenitud a la unión “en su comportamiento
cotidiano”. En la segunda carta de san Pablo a los Corintios, la comunidad cristiana,
ha recordado el Papa, viene comparada a una prometida de Cristo, una esposa “conquistada
y amada” dice en la carta a los Efesios. “Él está preocupado por su belleza, no sólo
la adquirida por el bautismo, sino por aquella que debe crecer cada día gracias a
una vida, sin errores ni manchas en su comportamiento moral”.
Se trata de una
metáfora que explica bien y puede ser interpretada de dos maneras distintas, según
el sentido, ha dicho el Papa: es decir, a la luz del dato de la experiencia de la
unión conyugal podemos entender la relación de Cristo con la Iglesia, y al mismo tiempo
la unión entre un hombre y una mujer. “En ambos casos los aspectos se iluminan recíprocamente:
aprendemos a saber qué es el matrimonio a la luz de la relación entre Cristo y la
Iglesia, y aprendemos cómo Cristo se une a nosotros pensando al misterio del matrimonio”.
Después de su alocución central en italiano, el Santo Padre ha resumido su catequesis
en otras lenguas. Éstas han sido sus palabras para los peregrinos de lengua española:
Queridos
hermanos y hermanas:
En esta catequesis reflexionamos
sobre algunos aspectos teológicos contenidos en las cartas del Apóstol san Pablo a
los colosenses y a los efesios, las cuales conservan entre sí una gran semejanza.
En efecto, es sólo en estas cartas donde Cristo aparece con el título de “cabeza”.
En primer lugar, es considerado como cabeza de la Iglesia a la que guía, alimenta
y mantiene unida, pero también como cabeza del cosmos, sometiendo y recapitulando
en sí todas las cosas del universo. Con el concepto de “misterio”, típico también
de estos escritos, el Apóstol se refiere al inescrutable plan divino sobre el hombre,
los pueblos y el mundo, que se cumple plenamente en Cristo. En él, el misterio se
encarna y puede ser percibido tangiblemente. Un último concepto propio de estas cartas
es también el vínculo esponsal entre Cristo y la Iglesia. Tomando como punto de referencia
la unión conyugal entre el hombre y la mujer, la Iglesia es considerada como la esposa
de Cristo, que ha hecho suya a precio de su vida.
Saludo
cordialmente a los fieles de lengua española aquí presentes. En particular a los peregrinos
y grupos venidos de España, México, Uruguay y de otros países latinoamericanos. Os
deseo que vuestra peregrinación al sepulcro de los Apóstoles os fortalezca en la fe
y os impulse a uniros más íntimamente a Cristo, que nos amó y se entregó a sí mismo
por nosotros. Que Dios os bendiga.
En sus palabras en francés, el Papa
ha dirigido un saludo especial a los peregrinos - encabezados por los Obispos de Bayeux-Lisieux
y de Séez - que acompañaban las reliquias de los beatos Luís y Celia Martin, padres
de santa Teresita del Niño Jesús, que, como ha recordado Benedicto XVI «vivieron tan
profundamente el misterio de amor de Cristo».
También en sus saludos en polaco,
el Santo Padre se ha unido a las familias que en estos días están en México, rezando
asimismo para que «todas las familias en Polonia y en el mundo consoliden y santifiquen
el amor de Cristo».
Como de costumbre, Benedicto XVI ha saludado también a
los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Recordando a san Hilario, obispo
de Poitiers, cuya memoria litúrgica se celebró ayer, «fue ‘tenaz asertor de la divinidad
de Cristo’ (cfr. Liturgia), defensor ardiente de la fe y maestro de verdad», el Papa
ha deseado a los queridos jóvenes que este santo les sostenga en la constante y valiente
búsqueda de Cristo.
Que este santo obispo «aliente a los queridos enfermos
a ofrecer sus sufrimientos, para que el Reino de Dios se difunda en todo el mundo»,
ha deseado también el Papa, dirigiendo finalmente una exhortación a los queridos recién
casados, para que con la ayuda de san Hilario de Poitiers, «sean testigos del amor
de Cristo en la vida familiar».