2009-01-07 14:53:13

En su primera audiencia del 2009, el Papa señala que el verdadero culto es la comunión con Cristo realizada en los sacramentos, para que el mundo sea como lo deseamos: espejo del amor divino


Miércoles, 7 ene (RV).- “Sólo si estaremos unidos a Jesús, el año nuevo será venturoso y feliz”. En estos términos Su Santidad Benedicto XVI ha formulado sus férvidas felicitaciones para el nuevo año, presidiendo esta mañana en el Aula Pablo VI del Vaticano, la primera Audiencia General de 2009. Invitando a reavivar el compromiso de abrir a Cristo nuestra mente y nuestro corazón para ser y vivir como auténticos amigos suyos, el Papa ha señalado que “Su compañía hará que este año, a pesar de las inevitables dificultades cotidianas, sea un camino lleno de alegría y de paz. De hecho, sólo si estaremos unidos a Jesús, el año nuevo será venturoso y feliz”.

 “Espero hacerme comprender”, se ha excusado luego el Papa, dirigiéndose antes de empezar la catequesis, con voz baja y algo ronca, a unos cuatro mil peregrinos que le han aplaudido cariñosamente. El Pontífice ha proseguido hablando hoy del Apóstol Pablo y ha dedicado su alocución catequética al tema de “la unión de los creyentes con Cristo y al culto que están llamados a ejercitar”.

 “El verdadero culto -ha dicho el Pontífice- no hay que entenderlo en sentido moral, sino en la comunión con Cristo, realizada en la fe y en los sacramentos a pesar de todas nuestras carencias. Del “concepto Paulino de Cristo”, Benedicto XVI ha remarcado “el aspecto de la esperanza: la tendencia a atraer a todos, de unir el mundo. “Sólo en comunión con Cristo, (el hombre unido a Dios), el mundo se convierte como todos nosotros lo deseamos: espejo del amor divino”. Éste dinamismo siempre presente en la Eucaristía, debe dar forma a nuestra vida, porque con este dinamismo iniciamos el nuevo año”, ha dicho el Papa.

  Con san Pablo, ha señalado Benedicto XVI, "acaba el tiempo de los sacrificios de animales en el templo de Jerusalén”, los llamados “sacrificios de sustitución o propiciatorios”. El viejo culto de la sangre de los animales viene sustituido por el culto real del sacrificio de Cristo, su amor por nosotros, a través de la Cruz.

Pero, Cristo "en su donación al Padre y a nosotros, no se sustituye a nosotros, sino que lleva en sí al ser humano, nuestras culpas y nuestro deseo; nos representa, nos asume en sí mismo”. “En la comunión con Cristo, realizada a través de los sacramentos -ha señalado el Santo Padre- nos convertimos, a pesar de nuestras limitaciones, en sacrificio viviente”.

  El Papa, que ha basado su reflexión catequética a partir de algunos capítulos de las cartas de Pablo a los romanos y los Corintios, ha afirmado que el objetivo de la “acción misionera” de la Iglesia es “construir una Iglesia universal, anunciar el Evangelio para unir a los pueblos”, y la meta de esta acción misionera es la liturgia cósmica: unido en Cristo, el mundo se convierte en gloria de Dios”.

  Debemos por tanto, ha terminado diciendo Benedicto XVI, “honrar a Dios en la más concreta existencia cotidiana”: es éste en síntesis el significado del culto espiritual, según san Pablo: un culto espiritual que “no es un culto menos real. O sólo metafórico, sino concreto y real, y en cual “el hombre mismo, en su totalidad de ser, dotado de razón, se convierte en adoración, en glorificación del Dios viviente”

  Como es tradicional, después de su alocución central en italiano, el Santo Padre ha resumido su catequesis en otras lenguas. Éstas han sido sus palabras y saludos para los peregrinos de habla hispana: RealAudioMP3 Queridos hermanos y hermanas: En el pasado se solía hablar de la tendencia anticultual del Apóstol san Pablo, de una espiritualización del culto. En la actualidad se comprende mejor que Pablo ve en la cruz de Cristo la clave que transforma radicalmente la realidad del culto. Tres textos de la Carta a los Romanos explican esta novedosa idea. En su capítulo tercero, el Apóstol afirma que Dios constituyó a Cristo Jesús en “sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre”, indicando así que el culto antiguo que se llevaba a cabo en el templo de Jerusalén, con los sacrificios de los animales, ha sido sustituido por el culto real, el amor de Dios encarnado en Cristo y llevado a su plenitud con su muerte en la cruz. En el capítulo doce se repite este concepto cuando Pablo exhorta a los cristianos a presentar sus cuerpos “como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios: éste es vuestro culto razonable”. El verdadero culto no hay que entenderlo, pues, en sentido moralístico, sino en la comunión con Cristo, realizada en la fe y en los sacramentos a pesar de todas nuestras carencias. Por esto en la Eucaristía se pide que la comunidad celebrante esté realmente unida a Cristo, de modo que lleguemos a ser una ofrenda que agrade realmente a Dios. Finalmente, en el capítulo quince de la carta a los Romanos, se subraya otro aspecto de la concepción paulina de culto al señalar que la autodonación de Cristo atrae a todos los pueblos a la comunión. Solamente unido a Cristo, el mundo puede llegar a ser tal y como lo deseamos: espejo del amor divino. Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, manifestándoles mis mejores deseos de felicidad y paz al comienzo de este año nuevo.

Seguidamente, en sus saludos en italiano, el Papa se ha dirigido en particular a un grupo de Legionarios de Cristo que acaban de recibir su ordenación sacerdotal y que estaban acompañados de sus familiares; así como a las Hermanas Dominicas Esclavas del Señor y a las religiosas Mínimas de Nuestra Señora del Sufragio, que están participando en sus respectivos capítulos generales. Mientras nos encontramos aún en el clima de la Navidad, el Santo Padre ha exhortado a todos a «crecer, cada vez con mayor entusiasmo, en el generoso compromiso de testimonio evangélico».

Antes de terminar su audiencia general, Benedicto XVI ha saludado, como siempre, a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Recordando que ayer celebramos la solemnidad de la Epifanía del Señor, el Papa ha alentado a seguir el ejemplo de los Magos que, siguiendo la luz de la estrella, se pusieron en camino para llegar a encontrar a Cristo.

Deseando a los jóvenes que sigan el modelo de los Magos en su anhelo de encontrar a Jesús y de transmitir a todos la alegría de acoger el Evangelio, Benedicto XVI ha alentado a los queridos enfermos a ofrecer al Niño de Belén sus dolores y sufrimientos. Y a los recién casados les ha deseado que hagan de sus hogares un lugar que acoge los signos misteriosos de Dios y el don de la vida.







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