2008-12-18 17:50:29

Reflexiones en familia


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Jueves, 18 dic (RV).- Hoy hablaremos de la inteligencia, ese don del ser humano que siempre ha sido una gran incógnita que en una gran mayoría de ocasiones respondemos a través de mitos poco acertados, pero que al común de las personas le permite dar respuesta a esos interrogantes. Bienvenidos.

Iniciamos nuestra reflexión recordando un episodio histórico: “Usted no va a llegar a ninguna parte", le gritó un profesor de griego a Albert Einstein, quien fue inquieto, retraído y silencioso durante toda su infancia. Cuentan sus biógrafos que no aprendió a hablar hasta pasados los cuatro años de edad, y que se caracterizó por ser un mal estudiante incapaz de adaptarse con facilidad a las normas de su escuela. Como si fuera poco, sentía una particular aversión por las materias que requerían memorizar, en especial la historia y la geografía.

Difícilmente, aquel maestro de griego habría podido advertir las enormes facultades intelectuales de Einstein. Pero para ser justos con el docente, debemos recordar que durante la mayor parte del siglo XX se consideró que la inteligencia era una facultad fija, cuantificable y predecible.

Y no sólo eso, hay que recordar que a mediados del siglo pasado a nadie se le habría ocurrido pensar por ejemplo que una gran bailarina sin habilidad para las matemáticas podría ser poseedora de una inteligencia brillante; y mucho menos que un pésimo estudiante con cero en disciplina pudiera llegar a convertirse en un genio de los negocios.

Cuando en los años 60 se empezó a hablar de inteligencias excepcionales o "geniales", los científicos se apresuraron a concluir que el coeficiente intelectual permanecía invariable a través del tiempo. En otras palabras, que una persona "inteligente" seguía siéndolo toda la vida, mientras que una persona "poco dotada, poco inteligente" no tenía forma de cambiar su mala fortuna, estaba condenada a vivir rezagada.

Sin embargo, gracias a los avances de la pedagogía, la genética y las neurociencias muchos de los mitos sobre la inteligencia están quedando desvirtuados. Hoy se sabe, por ejemplo, que los componentes genéticos de la inteligencia no son tan determinantes como se creía, y que la inteligencia es altamente modificable.

El teórico y pedagogo Julián de Zubiría, sostiene que "no existen los niños superdotados". Su afirmación se basa en las evidencias sobre la existencia de varios tipos de inteligencia: cognitiva, afectiva y práctica. La primera, relacionada con los conceptos y la habilidad para comprender; la segunda con el afecto, la sociabilidad y los sentimientos, y la tercera con las habilidades de la vida diaria.

Estos tipos de inteligencia no necesariamente alcanzan el mismo nivel de desarrollo en cada persona, lo cual explica que algunos tengan una vida personal muy exitosa mientras que su desempeño académico deja mucho que desear.

La buena noticia, según los estudiosos del tema, es que es posible potenciar cualquiera de esas inteligencias, si es que la familia, la escuela o el contexto cultural no han fomentado su desarrollo. La inteligencia no es estática como se pensaba en el pasado, la inteligencia de todos los seres humanos es profundamente modificable", dice Zubiría.

Hipótesis interesante, sobre todo porque desde el seno familiar podemos estimular el desarrollo de los niveles de inteligencia en nuestro niños y jóvenes, de manera que pueda ser modificable para alcanzar mejores niveles de calidad de vida. Volveremos la próxima semana.







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