Martes, 2 dic (RV).- “Nadie quiere defender la pena de muerte para los homosexuales”.
Así lo ha manifestado el director de la oficina de prensa de la Santa Sede el p. Federico
Lombardi respecto a unas declaraciones del arzobispo Migliore sobre la despenalización
universal de la homosexualidad.
“Todo aquello que favorece el respeto y la
tutela de la persona forma parte de nuestro patrimonio humano y espiritual”. Lo recordaba
mons. Celestino Migliore, observador permanente de la Santa Sede ante las Naciones
Unidas en Nueva York, en una entrevista a la agencia de prensa francesa ‘I. Media’
sobre la Declaración Universal de los derechos del Hombre y, en particular, sobre
una propuesta parisina, que se propone la despenalización universal de la homosexualidad.
Sobre el proyecto de introducir el aborto entre los derechos humanos, el prelado ha
hablado de “barbarie moderna” que “lleva a desmantelar nuestras sociedades”. Sobre
el punto relativo a la despenalización de la homosexualidad, que ha encendido malentendidos
y polémicas, el director de Radio Vaticano, padre Federico Lombardi, confirma que:
“nadie quiere defender la pena de muerte para los homosexuales”.
«La entrevista
de Mons. Migliore, leída integralmente, dice cosas claras y que se comparten en pleno.
Obviamente, nadie quiere defender la pena de muerte para los homosexuales, como alguien
quisiera hacer creer. Los conocidos principios de respeto de los derechos fundamentales
de la persona y del rechazo de toda injusta discriminación – que están sancionados
clara y expresamente en el mismo Catecismo de la Iglesia católica – excluyen evidentemente
no sólo la pena de muerte, sino todas las legislaciones penales violentas o discriminatorias
contra los homosexuales».
«Pero aquí se trata de algo más, no sólo de ‘despenalizar
la homosexualidad’ – como se ha escrito – sino de introducir una declaración de valor
político que se puede reflejar en mecanismos de control, según los cuales toda forma
–no sólo legal, sino también relativa a la vida de grupos sociales o religiosos– que
no ponga exactamente en el mismo plano toda orientación sexual, puede ser considerada
contraria al respeto de los derechos del hombre».
«Ello puede volverse claramente
instrumento de presión o discriminación en relación con aquel que – sólo por poner
un ejemplo muy claro – considera el matrimonio entre un hombre y una mujer, como la
forma fundamental y originaria de la vida social y como tal se debe privilegiar. No
por nada, menos de 50 estados miembros de las Naciones Unidas se han adherido a la
propuesta en cuestión, mientras que más de 150 no se han adherido. La Santa Sede no
está sola».